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1898. Hace 125 años

Caridad para los repatriados

El goteo de antiguos combatientes en Cuba que volvían a Gijón, algunos de ellos heridos, generó una corriente solidaria

Sábado, 16 de septiembre 2023, 01:57

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Era constante. Cada día desde el fin de la guerra, como un goteo imparable, volvían los soldados de Cuba a su patria. Heridos a veces, precarios muchas otras. En ELCOMERCIO de hace hoy 125 años, por ejemplo, se informaba de que en el tren mixto habían llegado a Gijón, «de paso para sus respectivos pueblos de Carbayín y Campo de Caso, un sargento y un soldado repatriados de Santiago de Cuba». En la estación los habían recibido los comisionados de las juntas de la Cocina Económica y de la Institución Filantrópica, «quienes se encargaron de proporcionarles hospedaje». Menos suerte tuvo Pablo Lluvera, capitán de Voluntarios que fue gijonés de adopción, y que, «víctima de la grave enfermedad que contrajo en la Isla de Cuba, defendiendo los derechos de España con las armas en la mano», había muerto en el hospital militar de La Coruña.

Y eso, solo en un día. Perdida Cuba, solo quedaba acoger a los hombres que volvían de la guerra, pero para ello hacía falta medios. Recurso importante fue el proporcionado por la Cocina Económica, que en Gijón presidía Daniel Cerra. La institución se ofreció el 15 de septiembre de 1898 a «proporcionar hospedaje por su cuenta a los soldados (...) que pasen por Gijón», pero a cambio solo pedía un local apropiado que habría de facilitar la alcaldía. En el pleno del día 17 se pensó «en el asilo fundado por el señor Vallín en Somió», Santa Laureana, «habiéndole solicitado ya con carácter gratuito de los herederos de dicho señor, creyendo que si no fuese posible esta concesión, el Ayuntamiento debe adquirir otro local por su cuenta».

Hospital del Buen Suceso

La Cocina Económica se comprometía, llegado ese momento, a proporcionar todos los alimentos necesarios a los repatriados. En cuestión de camas, habida cuenta de la gran cantidad de industriales que las fabricaban de hierro en nuestra ciudad, no hubo problema. Como la solidaridad no conoce, o no debiera conocer, fronteras, incluso las exportamos: el 18 de septiembre, ELCOMERCIOdio aviso a los fabricantes de que las pedían en Carabanchel, para el hospital militar del Buen Suceso. Y así, entre todos, fuimos ayudando.

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