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ARANTZA MARGOLLES
Viernes, 9 de febrero 2024, 00:48
No es que no se quisiera: es que no se podía. Hace 25 años anunciamos desde nuestras páginas que la suciedad acumulada en el patio y las dependencias interiores del Instituto Emilio Alarcos había sido objeto de un informe del Área Sanitaria V, en el que se sentenciaba que aquellas condiciones «no eran las correctas para la actividad que en él se desarrolla», haciendo imposible siquiera una relativa normalidad en la función docente. Ocurría que la burocracia había retrasado hasta límites indecibles la sustitución de dos limpiadoras que a la sazón se encontraban de baja. Acabaron por llegar, pero solo al 75%, exigiendo la APA la jornada completa. El problema había puesto en pie de guerra a la comunidad del Emilio Alarcos, dentro de la cual se sucedían las quejas y las manifestaciones; la última, frente a la sede de la delegación del MEC en Gijón. Los alumnos no volvieron al centro tras el recreo para protestar por el tinglado que, sin embargo, ya se comenzaba a resolver. Tarde y a cuentagotas, pero sí: la última limpiadora sustituta había entrado, por fin, al centro. Ante los problemas, soluciones.
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