Cuando el río suena...
A menos de cuatro días para el asalto al Banco de España gijonés por 'Los Solidarios' se produjeron las primeras detenciones en Gijón
Sorpresas, pocas. Quiera porque la autoridad hubiera recibido algún chivatazo de que grupos anarcosindicalistas planeaban un golpe en Gijón, quiera porque los pequeños atentados estaban a la orden del día en una España agotada de corruptelas y con mucho por lo que protestar. Como quiera. La cuestión es que cuatro días antes de que el grupo 'Los Solidarios', con Buenaventura Durruti a la cabeza, asaltasen el Banco de España gijonés, la guardia de seguridad de nuestra villa hizo ya sus primeras detenciones, aparentemente bastante aleatorias. Lo contó, sin saber lo que estaba a punto de ocurrir, EL COMERCIO de hace hoy un siglo: que el día anterior, a las diez de la noche, una pareja de la guardia de seguridad que hacía «un servicio especial en las proximidades de la playa de San Lorenzo, vio, en una de las vueltas a la manzana, a dos individuos cuya actitud de paseantes nocturnos y silenciosos denotara, para los agentes, premeditación terrorista».
Una «enfermedad de moda» la del terrorismo, decíamos acto seguido. En Barcelona, en Madrid y prontamente (hoy lo sabemos) también en Gijón, en guerra contra un país que andaba a punto de erigir una dictadura militar con la connivencia del jefe de Estado, abundaban los golpes anarcosindicalistas. Dos meses atrás, en Zaragoza, el cardenal Soldevila había sido asesinado por Ascaso y Torres Escartín. El último de ambos participaría en el atraco de Gijón. Quienes no tenían noticia de nada de aquello, desde luego, eran los arrestados de hace cien años. Ocurría que uno de ellos portaba un artefacto que le pareció sospechoso a la autoridad, pero que, revisado, resultó ser nada más que una caja de limpiabotas. «Señor, es un cepillo, y tinta, y betún marca 'Kaiser'», dijo, defendiéndose, uno de ellos, Evaristo de la Vega. El otro era... su hermano. «Me llamo Andrés, para servir a Dios y a usted», transcribimos. «Y dijo que ahora es un 'sin trabajo', vecino de Gijón y bastante conocido. En el cacheo que se practicó a los detenidos no se halló arma alguna, ni cartas de ninguna sociedad pistolera». Pero igual dio: dieron con sus huesos en prisión. Entre tanto, se fraguaba el golpe.