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«Es un error entender el feminismo como una lucha de sexos»

«Es un error entender el feminismo como una lucha de sexos»

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La vicepresidenta del parlamento Europeo dice que «me duele ver que las mujeres, a pesar de estar cada vez más cualificadas, estén todavía peor pagadas que los hombres por el mismo trabajo»

Evelyne Gebhardt

Viernes, 8 de marzo 2019, 02:36

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No solo el Parlamento Europeo, la Unión Europea ha contribuido considerablemente a los derechos de la mujer, eso es indiscutible. Mediante la adopción de la normativa europea en materia de igualdad y, ante todo, sirviendo de ejemplo. Así, tras la adhesión de España a la Unión Europea, la derecha española decidió dar su apoyo a propuestas en materia de igualdad de género para no distinguirse de sus socios europeos, que respaldaban dichas medidas. No debemos descuidar esta dimensión de la Unión Europea como poder de influencia, especialmente con miras al creciente euroescepticismo que estamos viviendo. Ahora bien, es cierto que, en comparación con el Consejo y la Comisión, el Parlamento siempre ha sido particularmente ambicioso al defender la igualdad entre hombres y mujeres. Ello se materializa tanto a través de la legislación que adopta, como a través de las resoluciones que rigen el funcionamiento interno del Parlamento. Como vicepresidenta del Parlamento Europeo y, ante todo, como feminista, estoy particularmente orgullosa de ciertos logros, a los que haré referencia a continuación.

Acordamos la Convención de Estambul, el primer instrumento en Europa que establece normas legalmente vinculantes para prevenir la violencia contra las mujeres, si bien, por el momento, solo la han ratificado 14 Estados Miembros. Adoptamos la directiva sobre igualdad de género en los Consejos de Administración, directiva que desgraciadamente está bloqueada en el Consejo. Garantizamos la dimensión de género en la Autoridad Laboral Europea, con lo que aseguramos los derechos de la mujer en materia laboral, así como en materia de lucha contra la explotación y el tráfico de seres humanos. Y, por último, pero no por ello menos importante, a nivel interno, actuamos para prevenir el acoso dentro del propio Parlamento.

No podemos pasar por alto el hecho de que los Estados Miembros han sido los responsables del bloqueo de un gran número de medidas que serían cruciales para la mujer. El Consejo dio luz verde a la directiva sobre conciliación y permiso de paternidad en 2019, después de años de bloqueo. Ocurre lo mismo con respecto a la directiva sobre igualdad de género en los Consejos de Administración, propuesta actualmente bloqueada. A diferencia, el Parlamento Europeo ha adoptado importantes medidas para contrarrestar diferentes formas de discriminación y acoso a nivel institucional. Es cierto que a priori la dimensión externa de estas medidas parece reducida, pero no debemos ignorar que estas medidas constituyen un poderoso mensaje político y pueden servir de ejemplo.

Así, la resolución del Parlamento Europeo para combatir el acoso y abuso sexual pretende integrar la perspectiva de género en todos los ámbitos: tanto en el trabajo legislativo como a nivel institucional. Especialmente la formación obligatoria para eurodiputados en materia de prevención de explotación y abuso sexual es un importante paso para combatir esos estereotipos de género tan perjudiciales para la mujer.

Y es que, los estereotipos son mucho más perjudiciales de lo que parecen a primera vista. Me duele ver que las mujeres, a pesar de estar cada vez más cualificadas, estén todavía peor pagadas que los hombres por el mismo trabajo. Esta infravaloración del trabajo de las mujeres es una de las causas de la diferencia salarial de género, que, a su vez, contribuye a las diferencias entre las pensiones de hombres y mujeres. Estos problemas tienen su origen en estereotipos de género, que perpetúan la desigualdad a la hora de abordar responsabilidades familiares y tareas domésticas. No debemos olvidar que esto también lleva a la segregación por sexos en la educación y en el mercado laboral. Sin duda, hemos avanzado, pero queda mucho camino por recorrer.

Y no solo queda camino por recorrer, en los últimos años hemos presenciado un retroceso en los derechos de la mujer en algunos países de la UE. Un caso particularmente conocido es Hungría, país cuyo gobierno ha vetado la asignatura de igualdad de género de las universidades. Pero también los acontecimientos recientes en España resultan extremadamente preocupantes. Es inaceptable poner en duda derechos como el aborto o proponer mercantilizar el cuerpo de la mujer, a través de medidas como la gestación subrogada. Hacer pactos con la extrema derecha, que apuesta por un regreso de los derechos de la mujer debería ser una línea roja. Es un error entender el feminismo como una lucha de sexos, el fin último del feminismo es lograr la igualdad real entre hombres y mujeres. Pero el principio de igualdad no significa que debamos tratar a todos de la misma manera, sino que una situación desigual se ha de manejar de modo no equitativo con el fin de corregir el desequilibrio inicial. Pero no todo es desalentador, no olvidemos que el Gobierno de Pedro Sánchez es el más feminista de los 28 Estados Miembros. Esperemos que las urnas le vuelvan a dar el apoyo necesario, pues esta es la ideología que necesitamos a nivel europeo para alcanzar una verdadera igualdad de género.

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