Comunicación no violenta: qué es y cómo practicarla en el día a día
La piscóloga Lucía Feito aporta en este artículo herramientas para transformar la forma en que nos relacionamos
En un mundo acelerado y lleno de tensiones, los malentendidos y las discusiones forman parte de la vida cotidiana. Sin embargo, existen herramientas para transformar la forma en que nos relacionamos. Una de ellas es la Comunicación No Violenta (CNV), un enfoque desarrollado por el psicólogo Marshall Rosenberg que propone expresarnos de manera más empática y consciente.
¿Qué es la Comunicación no violenta?
La CNV no se trata solo de «hablar bonito» o evitar conflictos. Es un modelo que busca conectar con las necesidades propias y ajenas para comunicarnos desde la empatía y el respeto, incluso cuando hay diferencias. Se basa en cuatro componentes fundamentales:
1. Observación sin juicio. Describir los hechos sin evaluarlos.
2. Identificación de sentimientos. Poner nombre a las emociones que nos genera la situación.
3. Reconocer necesidades. Preguntarnos qué necesidad está detrás de ese sentimiento.
4. Realizar peticiones claras. Expresar de forma concreta qué nos gustaría que ocurriera.
Por qué es importante
Hablar desde la CNV reduce malentendidos, previene escaladas de conflicto y mejora la calidad de las relaciones. También favorece la regulación emocional: al reconocer nuestras propias necesidades y las de los demás, podemos responder en lugar de reaccionar.
Cómo practicarla paso a paso
1. Observar sin juzgar.
En lugar de decir «Siempre llegas tarde» (juicio), decir «Hoy llegaste 20 minutos después de la hora acordada» (hecho).
2. Nombrar los sentimientos.
Reconocer y compartir cómo me siento: «Me siento frustrada y preocupada…» en lugar de «Me haces sentir mal».
3. Identificar necesidades.
Preguntarnos qué hay detrás de ese sentimiento: «Necesito fiabilidad y organización» en lugar de solo quejarme.
4. Hacer peticiones claras.
Proponer una acción concreta: «¿Podrías avisarme con antelación si vas a llegar tarde?» en lugar de «Sé más responsable».
5. Practicar la escucha empática.
Escuchar activamente a la otra persona, reflejar lo que entendemos y validar su experiencia, aunque no estemos de acuerdo.
Obstáculos habituales
Al principio puede parecer artificial o forzado, porque estamos acostumbrados a comunicarnos de forma reactiva. La clave está en practicar en contextos cotidianos y con pequeños pasos. También es útil aplicar la CNV primero con uno mismo: reconocer nuestros sentimientos y necesidades antes de hablar.
Un cambio de cultura
Practicar la comunicación no violenta no significa evitar los conflictos, sino abordarlos de una forma más respetuosa y efectiva. En familias, centros educativos, empresas o instituciones, esta herramienta puede convertirse en una base para relaciones más saludables y colaborativas.
En resumen: La Comunicación No Violenta nos invita a pasar del reproche a la comprensión, del juicio a la observación, y de la exigencia a la petición. Practicarla es apostar por una convivencia más empática y consciente.