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Las vacaciones de Semana Santa nos invitan a hacer una pausa. Más allá del viaje, las procesiones o los días de descanso, también pueden ser un momento para reconectar con nosotras y nosotros mismos. No se trata solo de desconectar del trabajo o de las rutinas, sino de hacer espacio para escucharnos y cuidar activamente nuestra salud mental; en medio de las prisas, parar con intención puede marcar la diferencia.
Aquí te dejo algunas claves para cuidar tu salud mental durante estos días:
1
Muchas veces asociamos el descanso con hacer mil cosas que 'no hemos podido' hacer durante el año: ver a todo el mundo, hacer reformas, ponerse al día con tareas atrasadas... Pero descansar también es parar. Dormir lo suficiente, bajar el ritmo, dejar huecos vacíos en la agenda. Nuestro cuerpo y mente necesitan recuperar energía y eso no siempre pasa por hacer más, sino por hacer menos y con más calma.
2
Las vacaciones a veces se llenan de exigencias autoimpuestas: «tengo que aprovechar», «tengo que ver a todos», «tengo que hacer algo útil». Si no lo cumplimos, aparece una sensación de frustración o culpa. Esto nos puede llevar a terminar las vacaciones más cansados que cuando las empezamos. La trampa de los «tengo que» nos aleja del verdadero descanso. La propuesta es sencilla: ¿qué te apetece de verdad hacer estos días? Prioriza lo que necesitas, no lo que crees que deberías hacer.
3
Las vacaciones pueden ser momentos felices, pero también removidos. No todas las familias viven con armonía, ni todos los días libres son luminosos. Puede aparecer nostalgia, cansancio o emociones que no esperábamos. No hay emociones malas. Darse permiso para sentir sin juzgarse es una forma de respetarnos y cuidarnos.
4
¿Hace cuánto no te preguntas cómo estás, de verdad? Esta puede ser una oportunidad para parar y escucharte. Un paseo en soledad, escribir un rato, estar sin el móvil, darte un momento de silencio… Pequeños gestos que te ayuden a reconectar contigo y con lo que realmente estás necesitando.
5
No necesitas ser tu mejor versión, ni hacer que cada día sea inolvidable. A veces, lo que más bienestar aporta es lo más simple: un rato tranquilo, una conversación sincera, una comida rica sin prisa, una serie que te guste. Permitirte disfrutar sin exigencias también es salud mental.
6
Las vacaciones muchas veces traen reuniones, comidas, encuentros… Y no siempre son espacios donde nos sentimos cómodos. Está bien no querer ir a todo. Aprender a poner límites, a priorizar el propio bienestar y elegir con quién compartir tu tiempo es una forma de proteger tu equilibrio emocional.
7
El descanso no siempre es suficiente. Si notas que hay emociones que te desbordan, tristeza persistente, ansiedad o malestar, no estás sola/o. Buscar apoyo profesional no es un fracaso, es un paso valiente para entenderte mejor y sentirte acompañada/o en el proceso.
Cuidar de nuestra salud mental no implica hacer grandes cambios, sino comprometernos con pequeños gestos que nos acercan a sentirnos mejor.
Esta Semana Santa puede ser una buena oportunidad para parar, respirar y cuidarnos de verdad.
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