Sexo en verano: cuando el deseo no sigue el guion
La psicóloga Lucia Feito rompe los mitos sobre pasión, calor y pareja en vacaciones
Llega el verano y con él una promesa silenciosa: descanso, tiempo libre, piel al sol… y, por supuesto, sexo. Porque el imaginario colectivo lo ha colocado ahí, en lo que debería pasar cuando por fin tenemos tiempo para estar juntos. Sin embargo, muchas parejas llegan a agosto con más cansancio que deseo, más tensión acumulada que conexión, y se preguntan en voz baja: ¿Qué nos pasa?
La realidad es que el deseo sexual en pareja no se activa con una fecha en el calendario. No obedece a las estaciones ni a los horarios de vacaciones. No basta con tener tiempo libre y una escapada reservada para que el cuerpo se encienda y el vínculo se vuelva erótico.
Verano: tiempo libre, pero no siempre descanso emocional
Aunque el verano puede ser una oportunidad para reconectar, también puede generar presión: «ahora que estamos juntos, deberíamos tener sexo». Esta idea puede provocar frustración, culpa o reproche si no se cumplen las expectativas.
En muchas parejas, el cansancio, la carga mental, el calor extremo o las tensiones acumuladas durante el año dificultan el encuentro íntimo. Además, cuando hay hijos en casa, el descanso se vuelve relativo y el espacio privado escasea.
Todo esto afecta. El deseo necesita condiciones para aparecer: seguridad emocional, conexión, espacio mental y físico… y no siempre están garantizados por las vacaciones.
¿Y si no hay deseo? No hay nada roto.
No sentir deseo sexual en determinados momentos no significa que haya un problema en la pareja. Significa que hay algo que mirar con más profundidad. El deseo es un lenguaje que nos habla de lo que necesitamos, de lo que nos está pasando.
A veces, se ha erosionado la intimidad con los años. Otras veces, hay heridas sin nombrar, reproches que aún escuecen. Y también pasa que el cuerpo simplemente necesita descanso, sin exigencias ni objetivos.
Cuidar el vínculo para cuidar el deseo
El deseo en la pareja no se impone, se cuida. Se cultiva con pequeños gestos de conexión, con palabras amables, con complicidad. El sexo no debería ser una obligación ni un indicador de éxito. De hecho, muchas veces una pareja muy conectada emocionalmente puede vivir etapas con poco sexo sin que eso signifique crisis.
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Algunas claves para reflexionar este verano
Rebajar la expectativa: el descanso puede ser para el cuerpo, pero también para el deseo.
Hablar sin juicios: si no hay ganas, se puede hablar con ternura, no con culpa.
Recuperar el contacto sin exigencia: besarse, abrazarse, tocarse sin que tenga que «acabar en algo».
Cuidar el momento presente: hay más deseo en una conversación sincera que en una escena forzada.
Forzar el deseo: cuando lo que debería unir, separa
Cuando el deseo no aparece y lo forzamos —por miedo, por culpa, por presión social o por «cumplir»— las consecuencias no suelen ser neutras.
¿Qué puede pasar cuando forzamos el sexo?
Se genera una desconexión emocional: el otro deja de sentirse seguro para decir que no o expresar lo que necesita.
Se erosiona la intimidad real: se sustituye el encuentro genuino por una actuación, una máscara.
Aparece el resentimiento: uno o ambos pueden sentirse utilizados, incomprendidos o no respetados.
Se pierde el placer compartido: el sexo deja de ser un espacio de encuentro y pasa a ser un deber más.
Forzar nunca suma. El deseo no se exige, se escucha. Si no está, se le puede invitar con cuidado, con ternura, pero nunca con urgencia o reproche.
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Mitos sobre el sexo en verano
El verano viene cargado de ideas preconcebidas sobre cómo debería ser la vida sexual durante las vacaciones. Romper con estos mitos es también una forma de cuidarse.
Mito 1: «En verano hay más sexo»
No necesariamente. El calor, la convivencia más intensa o los cambios de rutina pueden aumentar el estrés y disminuir el deseo.
Mito 2: «Si no tenemos sexo en vacaciones, algo va mal»
Las pausas también son parte de los ciclos. La conexión emocional puede expresarse de otras formas.
Mito 3: «El deseo debería aparecer solo»
El deseo no siempre es espontáneo. A menudo es el resultado de cuidados, tiempo compartido y momentos de calidad.
Mito 4: «Si estamos bien como pareja, siempre habrá deseo»
No siempre. El deseo fluctúa por razones personales, hormonales, emocionales… incluso en parejas sanas y conectadas.
Deseo y conexión no son lo mismo, pero se retroalimentan
A veces no hay deseo porque la conexión está floja. Otras veces, la conexión se fortalece desde la ternura, y el deseo aparece después. No hay una fórmula perfecta, pero sí una guía: escuchar(se), respetar(se) y bajar el volumen del «debería».
En resumen:
Este verano, si el deseo no aparece como esperabais, quizás es el momento de hablar más que de hacer, de sostenerse más que de encenderse. El deseo también necesita cuidado, descanso, presencia y tiempo.
Y si llega, que sea porque se sintió, no porque se impuso.