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Los tomates... ¡eternos!

Los tomates... ¡eternos!

Con la hibridación se ha conseguido un fruto más duradero, pero insípido y escaso de nutrientes

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Martes, 28 de enero 2020, 18:36

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Que hoy en día los tomates no saben a tomates es un hecho. Visualmente son grandes y apetecibles, además se conservan durante mucho tiempo. Sin embargo, poco tienen que ver con los que había hace sesenta años.

¿Qué es lo que ha sucedido? En los años 90, investigadores israelíes crearon las semillas híbridas de tomate, modificadas genéticamente. El resultado es un fruto más duradero, resistente y más rentable. El inconveniente es que esto ha creado una agudizada caída de los nutrientes.

Lo que se empezó haciendo fue cruzar una planta de tomates grandes pero verdes muy pálidos, con otra de tomates rojos pero pequeños. Así es como se crea el híbrido, que contiene los genes de ambos. Son resistentes a los golpes.

Estos tomates de laboratorio invadieron los mercados en la década de los 80, pero seguían estropeándose muy rápido con el paso de los días. Unos años después, el denominado 'tomate eterno' vio la luz en Israel, un país que ha hecho milagros en la agricultura.

Se empezó a seguir la filosofía de que «el mejor tomate es aquel que más se adapta al mercado», porque vieron que se desperdiciaba el 40% de la producción ya que duraban tres o cuatro días, nada más. Tenían que distribuirlo en avión y cuando llegaba ya estaba blando. Y así fue como dieron el paso de desafiar las leyes de la naturaleza.

Esa hibridación de una planta de tomate normal, tradicional, con otra con una anomalía genética natural que bloquea la maduración del fruto, consigue que se degrade más lentamente. De tres días que dura un tomate normal a tres semanas que puede aguantar uno híbrido.

El precio a pagar

Una mayor producción y más rápida, frutos más grandes y resistentes... Pero insípidos y sin nutrientes. Los genes que inhiben la maduración conllevan efectos indeseables y, por tanto, deterioran su sabor. Tal y como aseguran los expertos, a la industria poco le importa que no tengan nutrientes, siguen siendo un rasgo secundario para el mercado. Los productores se escudan en que aunque el tomate no tenga sabor «no pasa nada, con un poco de aceite de oliva y sal se soluciona». Sin darse cuenta de que existe una relación entre el sabor y el contenido de nutrientes, y en el momento que la población lo sepa puede que dejen de adquirir los tomates híbridos.

Estos tienen un 63% menos de calcio, un 29% menos de magnesio, un 72% menos de vitamina C, un 58% menos de Licopeno y un 56% menos de polifenoles.

Continúan investigando para alcanzar la meta de dar con un tomate con sabor, con mucha conservación y, lo más importante, que mantenga los nutrientes.

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