Tus derechos
«Se toman en consideración en los divorcios y en las herencias, cuando fallece su propietario, y se procura evitar su maltrato y su abandono, considerando estos actos delitos y estableciendo medidas», recuerda
Millones de familias comparten su vida con una mascota y millones de familias sienten que ese animal forma precisamente parte de ese núcleo familiar. Su tenencia no es un simple capricho. Hacen compañía, curan la soledad, animan a sus dueños a salir y relacionarse, crean un vínculo de amor y atención que convierte muchas vidas en algo sustancialmente mejor.
Precisamente partiendo de esta idea las leyes van avanzando, aunque a traspiés, hacia una protección mucho más amplia de los animales. Ahora ya no son «cosas» son «seres dotados de sensibilidad», «seres sintientes», con unos derechos a los que hay que prestar atención durante su vida y la vida de la familia a la que pertenecen. Se toman en consideración en los divorcios y en las herencias, cuando fallece su propietario, y se procura evitar su maltrato y su abandono, considerando estos actos delitos y estableciendo medidas que tiendan a evitar estas situaciones.
El principal problema es que, en muchas ocasiones, por no decir en todas, los animales se utilizan como un titular electoralista muy efectivo porque los que convivimos con una mascota y la queremos y sufrimos por todas las que son abandonadas, maltratadas o no atendidas como merecen, celebramos con entusiasmo cualquier avance legislativo, aunque luego se quede en otra promesa vacía o en una ley que nadie se preocupa de aplicar de manera efectiva.
Y en este maremágnum ahora toca el turno, cómo no, a los impuestos con la dificultad añadida de que las ideas que se barajan son tan contrapuestas que da hasta un cierto miedo pensar cuál es el panorama que nos espera. Estos son los dos extremos de los que todo el mundo habla y voy a añadir un tercero que es el que realmente hace falta.
El enfoque positivo
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La deducción por gastos veterinarios en el IRPF. Esta idea la ha puesto sobre la mesa el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, dentro del marco del año electoral y tratando de tocar los corazones de los propietarios de mascotas. Al margen de esto, la medida propuesta permitiría una deducción de un treinta por ciento de los gastos veterinarios con un límite, eso sí, no todo va a ser maravilloso, de cien euros anuales.
La crítica que se ha hecho, desde el otro lado, es también muy ceñida a un año electoral y muy, muy básica: ¿qué es más importante, por ejemplo, el problema de la vivienda o los gastos veterinarios de una mascota? Y, digo yo, por qué motivo se tienen que comparar elementos tan dispares en la vida de una persona. En la mía, es muy importante mi casa pero no concibo mi hogar sin mis gatos. De la misma forma se puede decir que los jóvenes necesitan más una ayuda para la vivienda que el bono cultural, por ejemplo. Y ahí está y cumple su función. No se trata de elegir entre susto o muerte, igual se pueden adoptar medidas que cubran diferentes necesidades y sensibilidades sin estar enfrentándonos continuamente.
Y, dicho esto creo que queda claro que entiendo que es una medida positiva, a pesar de todos los límites, que ojalá se implementara en todas las comunidades autónomas por más de una, y de dos, razones. La más importante, sin duda, es que ayuda a evitar el abandono cuando llegan los gastos veterinarios y que permite a las familias procurar una mejor atención a sus animales que, no lo olvidemos, forman parte de ese núcleo familiar. Dicho de otra manera, incluir la deducción de los gastos veterinarios en el IRPF no es un regalo fiscal. Es una inversión en tenencia responsable y una barrera contra el abandono.
El enfoque negativo
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La tasa por tenencia de un animal o el llamado «impuesto a las mascotas». Esta es una idea que se importa de países como Alemania, Austria, Países Bajos o Suiza que ya la tienen implementada. Claro que también su tasa de abandonos y su nivel de implicación con los animales es también otro muy diferente. Si nos vamos a copiar la tasa igual que tenemos que copiar otras medidas.
En España alguna ciudad está explorando ya esta posibilidad. ¿Tiene sentido? Lo tendría si el dinero recaudado se destinara, por ejemplo, a protectoras, a mejorar la vida de los animales en la ciudad, a ampliar espacios en los que pueden estar... Pero no tiene sentido si la razón es, por ejemplo, argumentos tan generales como mejorar la limpieza... Vamos a ver, si ya todas las ciudades tienen obligación de recoger los excrementos, lo que falta es control de su cumplimiento. No poner una tasa indiscriminadamente a los que cumplen y a los que no. Lo correcto es sancionar a los que no.
Una tasa de estas características en nuestro país incrementaría el número de abandonos y restaría ese importe de otros destinos que mejoran la vida del animal: comida, atención veterinaria, etcétera. No considero que estemos con una conciencia de cuidado animal al nivel de instaurar esta tasa sin consecuencias absolutamente nefastas con un simple ánimo recaudatorio para sacar tajada del alto número de mascotas que tienen las familias hoy en día.
El enfoque realista
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La reducción del IVA de servicios esenciales, lo que sí se puede ajustar sin grandes dramas. Aplicar un tipo reducido del IVA, del diez por ciento en lugar del veintiuno actual, a todos los servicios y productos veterinarios esenciales, se reducen ya directamente y sin esperar a las deducciones del IRPF las facturas veterinarias. Supone un alivio inmediato en este sentido y, a largo plazo, una mejor atención veterinaria de los animales en general. No se puede aplicar el tipo más alto como si la atención veterinaria a estos seres que, insisto, son parte de nuestra familia fuera un capricho cuando es una necesidad. Es más, se harían más accesibles los cuidados preventivos, las vacunaciones y las desparasitaciones.
Reducir el tipo del IVA es la medida más directa para aliviar la economía familiar y priorizar la salud de las mascotas.
En definitiva no se trata de lanzar promesas al viento, que luego el viento se las lleva. Se trata de hacer un estudio coherente que ponga sobre la mesa las necesidades de mascotas y familias que, como he dicho al inicio de este artículo, ya son millones, y el equilibrio fiscal que tantas veces se pierde por otras muchas causas sin sentido.