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«El equipo va funcionando, la gente se lo va creyendo, te ves arriba...». Capitán con mayúsculas en aquel vestuario del Sporting de Gijón ... que obró el pequeño milagro de devolver al equipo a Primera División en 2015, Iván Hernández (Madrid, 1980) ya había vivido el ascenso de 2008 con Manolo Preciado. Desde esa óptica privilegiada, analiza las similitudes y diferencias entre aquellos logros: «Parece mentira que ya haya pasado tanto tiempo».
–7 de junio de 2015. ¿Qué se le pasa por la cabeza?
–Se me pasa recordar lo que fue ese ascenso. Mucha alegría por cómo se produjo, a última hora. Y por otro lado, me viene a la cabeza que fue mi último partido como jugador del Sporting. Así que uno de los días más especiales, sin duda.
–Si no me equivoco, usted es el único jugador que vivió los dos ascensos: 2008 y 2015.
–Sí, porque Lora subió al primer equipo ya en Primera con Manolo, Canella, en ese segundo ascenso, estaba cedido en el Dépor, y el resto o estaban en uno o en otro.
–¿En qué diría que se parecen y se diferencian los dos ascensos?
–Se parecen un poco en que había gente de Gijón y de la cantera. En el primero estaba Jorge, Jony (López), Luis Morán y Míchel. Y en el segundo estaban Nacho Cases, Jony, Lora, Guerrero... ¿Diferencias? Quizá el año de Manolo éramos gente que conocía ya más la categoría, mientras que en el de 'El Pitu' hubo que tirar mucho del filial. Había mucho debutante en la categoría.
–En cuanto a la ciudad, no sé si lo que se vivió le pareció similar.
–Ahí sí que hay diferencias porque en 2008 vienes de diez años sin estar en Primera y en los que el club lo pasó mal. Ese año la ilusión y cómo te lo hacían sentir por las calles era especial.
–La forma en que se consigue el ascenso de los 'Guajes' no es apta para cardiacos, ¿no?
–En el primero ya pasó algo parecido cuando fuimos a Castellón y perdimos, pero justo el Alavés le mete dos goles a la Real y entonces salimos de allí dependiendo de nosotros mismos. Y además de aquella no había 'play off'. Era subir o quedarte a verlas venir. El ascenso en el Villamarín es muy raro por todo. Al final la señal viene tarde y te van contando lo que está pasando en el otro campo, pero no te lo acabas de creer. Cuando queda suspendido el partido del Girona, que luego mete gol y se lo anulan... Esa intranquilidad y tensión en el campo sale con la imagen de Iñaki Tejada dando una voltereta, que no deja de ser un gesto de tensión liberada. Son diez meses de trabajo para que un minuto te pueda tirar al traste todo un curso o ponerte en ascenso, como nos pasó a nosotros.
–En lo personal, no fue un año con participación para usted. Se quedó sin disputar ningún minuto. Sin embargo, varios jugadores destacan su papel como líder, como una figura dentro del vestuario capaz de hacer de nexo entre cuerpo técnico y plantilla. ¿Fue así?
–Sí, el último año me di cuenta de que mi rol era otro. Bernardo y Luis hacen un gran año como pareja de centrales y, cuando ellos estaban sancionados, 'El Pitu' tiró de Jorge (Meré). Yo sabía ya que ese año iba a tenerlo difícil y que iba a disponer de pocos minutos, pero cuando cumples años también sabes que tu papel va cambiando y el mío aquel año fue ese, como dice. Fue un curso con problemas económicos también, que igual si no hubiéramos subido estábamos hablando de otra cosa. Y me centré en ayudar al equipo desde otro lado y por suerte, y gracias a mis compañeros, al final pude transmitir lo que yo creía con mi experiencia. Pero también era un grupo con una gran predisposición para dejarse ayudar y aconsejar.
–En verano de 2014 se venía de perder una promoción, sin fichajes, y con la marcha de Lekic y Scepovic, los dos artilleros de ese curso. Había incluso quien vaticinaba apuros para mantener la categoría.
–No sé si la sensación era la de pelear por no bajar, pero es verdad que se marchan Stefan y Lekic y por los problemas económicos suben Guerre, Pablo Pérez y Dani Ndi. Gente que era nueva y que no se sabía cómo iban a responder. La clave es que hicimos un equipo que encajó pocos goles y los que podíamos hacer los rentabilizábamos muy bien. Todo el equipo estaba implicado, desde los de abajo hasta los de arriba.
–Solo dos derrotas, que se dice pronto.
–Pues sí. Yo recuerdo el año del ascenso en Valladolid de 2007, con Mendilibar, que también subimos con mucha antelación y estuvimos mucho sin perder, no sé si una vuelta. Cuando no pierdes, a poco que estés acertado...
–Después de su etapa de jugador, tuvo una en los banquillos, incluso llegando a ser ayudante de José Alberto en el filial y el primer equipo.
–Estuve cinco años en el club después de retirarme. Primero con Isma Piñera en el filial. Luego es cuando fichan a José Alberto, que estaba en el juvenil, y volvemos a Segunda B. Y, al año siguiente, jugamos para subir a Segunda y yo estoy de ayudante. La verdad que no me puedo quejar del tiempo que estuve entrenando.
–¿Por qué cree que no salió bien lo de José Alberto en el primer equipo? En el Mirandés o Racing sí ha demostrado su valía.
–Al final, el mismo entrenador en un sitio cuaja y en otro no. En el fútbol todo se mueve un poco por la inmediatez del resultado y eso da igual la época que sea. Siempre va a seguir existiendo. Si ganas tienes un poco mas de oxígeno y, si no, vas más ahogado. Lo que hablábamos antes.
–¿Cómo ha visto al Sporting ahora? ¿Qué le falta o necesita?
–Creo que hay que hacer un reseteo y pensar muy bien exactamente lo que el club necesita. Como siempre digo, jugar en el Sporting es diferente por la exigencia. Hay que tener gente preparada para lo que pueda venir, mentalmente sobre todo. Hay que acertar con los fichajes y la columna vertebral.
–¿Las puertas de Iván Hernández están abiertas para volver al Sporting?
–Siempre dije que no me cierro puertas. Ahora estoy encantado de dar clase a niños de nueve y diez años. A raíz de la pandemia he tenido la suerte de estar con ellos y también con mis hijas, pero es una posibilidad. Tengo los tres títulos de entrenador. A corto plazo no es mi idea... Pero nunca se sabe.
–Ha colgado las botas su único compañero en la plantilla actual: Cote. ¿Han hablado hace poco?
–Sí que le mandé un audio y le llamé cuando me enteré. Es un tipo genuino, único, buen compañero por encima de todo y que ama al Sporting.
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