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«Les está dando una paliza», se escuchaba el domingo en el pasillo principal que conducía al césped del Nuevo Pepico Amat, conectado a ... los vestuarios de los dos equipos. Por allí transitaba un serio José Luis Oltra, recién salido de su rueda de prensa. Los futbolistas del Sporting de Gijón que no habían sido titulares ante el Eldense, ya con el estadio casi a oscuras, aceleraban sobre el verde bajo un manto de lluvia.
Algo más de una hora de reloj se estuvieron machacando tras el partido del domingo. Un recordatorio de que, a ojos de Asier Garitano, el triunfo de Elda no cambia nada. Quedan, al menos, «dos partidos que sacar adelante» para finiquitar la permanencia, hacer análisis de lo sucedido y empezar a planificar el futuro. ¿El mensaje? «Cautela, nos va a tocar sufrir», anunciaba el entrenador del Sporting, ya sin las lentes oscuras con las que siguió el partido desde el banquillo.
Hoy se cumple una semana de la llegada de Garitano, en modo salvavidas, a Gijón. Y al menos de momento, su aterrizaje no ha podido ser más certero dentro de la cruda realidad en la que vive el proyecto. Con solo cinco entrenamientos, el técnico vasco lideró la primera victoria del Sporting a domicilio en cinco meses, cortando una malísima dinámica de nueve jornadas sin triunfos y dejando muy tocado a un adversario que amenazaba con dejar al Sporting en números de descenso a falta de siete partidos. Ahora, el equipo encara la visita del viernes del Mirandés (19 horas) a cinco puntos del Eldense, al que tiene ganado el 'golaverage', con la posibilidad de dejar encarrilada la permanencia.
En estos siete días, Garitano, meticuloso y experimentado, no ha dejado nada al azar, quedando la sensación interna de que tanto él como su equipo de trabajo conocían con precisión los males del Sporting y las posibles soluciones, nada contaminados de los nervios que se vivían en Gijón. Lo único que no pudo elegir Garitano fue el destino de su primer partido, Elda. Pero, alineado con su debut como rojiblanco, resultó especial por la cercanía con Alicante, donde se concentró el Sporting y donde arrancó la carrera del Garitano entrenador. Una ciudad especial para el técnico, al que acompañaron en su estreno su mujer y su hijo, presentes en el Pepico Amat.
Tranquilidad y confianza son las dos palabras que más se repiten para referirse al modus operandi del nuevo técnico. Sin mensajes públicos electrizantes, pero confirmándose él, también sus colaboradores (Pedro Hernández, técnico analista, Miguel Pérez, el preparador físico y Queco Piña, que funge de entrenador de porteros y también de técnico de apoyo), como una hormiga obrera muy tenaz. Así, sin ruido, ha llevado a los jugadores a su terreno.
Con balón, es cierto, el Sporting tiene mucho camino que recorrer. En Elda no fue un equipo que entrase por el ojo, dominante, con apenas un 36% de posesión. Pero sí resultó tremendamente eficaz en el otro fútbol, con datos curiosos. Dio 168 pases menos que el Eldense, pero tiró casi tanto a puerta como el equipo alicantino: 5 disparos de los locales por 4 del Sporting.
De entrada, Garitano retrasó las líneas, defendiendo en bloque bajo, y, en general, manifestando una solvencia bastante alta en las acciones de estrategia defensivas frente a un lanzador como Marc Mateu. El Eldense llegó a botar, sin éxito, once saques de esquina. Ahí entra en juego la mano de Pedro Hernández, hombre de confianza suyo desde hace años, además de pertenecer entre medias a un selecto grupo de técnicos que trabajó para Zidane en el Madrid.
A nivel estadístico, Garitano tenía un buen precedente en Elda, con un 0-3 la pasada temporada, lo que, sumado al buen recuerdo que guardaban muchos jugadores del partido que catapultó al Sporting hacia el 'play off', sirvió también como terapia. Se habló de ello en el viaje.
En general, Garitano se ha destapado en Gijón como un técnico dialogante, enfocado en inocular seguridad a toda la plantilla durante la concentración en Alicante, muy cercano con los futbolistas, con los que charló de forma individual antes de saltar al campo, en el túnel de vestuarios, reforzando sus cualidades. Allí mismo los esperó, ya al final.
Con los delanteros también trabajó duro, buscando aumentar su nivel de confianza hasta el último minuto del calentamiento. Ya estaban el resto de los titulares en la caseta, pero Otero, Nico Serrano, Gelabert y Dubasin se demoraron para ensayar el disparo a puerta. Los dos últimos firmaron el triunfo.
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