De la huerta y el taller artesano al mercado de la calle Gascona

En la calle Gascona, ayer a mediodía costaba pasear. Las terrazas hosteleras estaban a rebosar con el soleado día, las gaitas entonaban hasta alguna ranchera que los bailarines con traje regional danzaban agarrados en parejas y muchos ciudadanos subían y bajaban la empinada cuesta repasando los puestos que dieron más vida aún al bulevar de la sidra. Ayer nació el 'Mercau de La Gascuña'.

Una veintena de artesanos y productores ecológicos inauguraron el mercado que se celebrará el primer domingo de cada mes. «Lo que nos distingue de otros mercados es la calidad. Todos nuestros productos están muy cuidados, desde el que elabora el queso hasta quien teje mantas de lana», explicaba ayer Javier Ruiz-Cuevas tras el mostrador de su puesto de pintura sobre madera.

La iniciativa de este mercado nació hace doce años en Gijón. Allí el Ayuntamiento impulso un Mercado Ecológico y Artesano que se celebraría una vez al mes en la Plaza Mayor. Al año siguiente los participantes decidieron constituirse como asociación y a partir de ahí, con sus altos y sus bajos, lograron sobrevivir. «Si ahora tuviéramos que partir de cero sería mucho más complicado. En estos doce años hemos conseguido fidelizar a muchos clientes», reconoce Ruiz-Cuevas. Eso mismo esperan lograr en Oviedo.

De los sesenta asociados, en la calle Gascona hay hueco para veinte que irán rotando en función de las peticiones para participar en este nuevo mercado. Ayer los puestos se repartían entre alimentación (chosco de Tineo, embutidos, yogures, quesos y productos de la huerta) y artesanía (desde la textil, hasta la pintura sobre madera pasando por el vidrio).

Frente al puesto de cuadros y madreñas decoradas por Ruiz-Cuevas, Esther Martínez mostraba su trabajo de pintura en camisetas y cuero. «Pinto motivos mitológicos y fantásticos, aunque hay que adaptarse a los gustos de todo el mundo», comentaba mientras señalaba a una agenda de cuero con Darth Vader en la portada. Tras acabar la carrera de Bellas Artes, Martínez comenzó a pintar camisetas y a visitar mercadillos.

Unos metros más arriba María José González y su marido José Antonio Iglesias vendían el fruto de su huerta ecológica: fabas con denominación de origen y ecológicas, harina de maíz y verduras de temporada. «Empezamos con las fabas, pero luego diversificamos. Tenemos también una tienda de alimentación en Gijón», explicaron.

Otro de los puestos que más llamaba la atención era el de Emiliano Matesanz, trabaja con vidrio y hierro reciclado. Funde botellas, y crea anillos, colgantes y pendientes. Es la tradición de su familia, emigrada desde Argentina. Lleva siete años en Asturias, aunque lo de la procedencia no importa. «La asociación está abierta a todo el mundo».