Claves que explican el regusto agridulce de tus vacaciones (a ver si aprendemos)
La sensación de fracaso hace que estos días la cuesta de septiembre se nos haga más dura
Hemos regresado a la rutina tras las vacaciones y el regusto que nos han dejado a muchos, si somos algo autocríticos, es agridulce: pensamos que ... quizá podríamos haber hecho las cosas mejor y que no hemos disfrutado todo lo que deberíamos. Y esto nos hace la vuelta a la normalidad más dura, porque llevamos a cuestas un tufillo a fracaso... ¿Desde cuándo las vacaciones se han convertido en un reto del que salimos algo escaldados? «Desde que tenemos una expectativas demasiado irreales debido, en gran parte, a las redes sociales». Hay estudios al respecto: según la American Psychological Association (APA), el 65% de los viajeros reconoce sentirse decepcionado al comparar sus vacaciones con lo que habían visto sobre el destino en Instagram... y se quedan con esa sensación de 'he metido la pata' tan desagradable. «Este fenómeno psicológico se llama disonancia cognitiva y se da cuando se produce un choque entre la fantasía (las vacaciones que soñábamos) y la realidad (las que hemos tenido)», indica la psicóloga Lara Ferreiro, quien apunta que ahora mismo cerca del 60% de la población podría estar sufriendo el llamado síndrome posvacacional –unas tres semanas de poca motivación y decaimiento–, que se sustenta más en las expectativas incumplidas que en haber dejado atrás unas vacaciones perfectas (cuando regresamos a la rutina satisfechos arrancamos con mejor ánimo el 'curso'). «La narrativa de 'he fallado' es lo que nos hace polvo», resume la experta. Estos son otros pilares de esa mala resaca de las vacaciones:
1. Ansiedad por el cambio
«Según el INE, el 41% de los españoles ha sufrido ansiedad en vacaciones», desliza Ferreiro, autora de libros como 'Un capullo más' (ed. Grijalbo). Es decir, los días que supuestamente nos 'reparan' del estrés... a veces no hacen sino incrementarlo. Las broncas familiares por los cambios de rutinas y los planes que se nos acumulan nos estresan mucho. También la 'obligación' de ser felices y de que todo vaya perfecto, que, paradójicamente, genera el efecto contrario.
2. FOMO turístico
Ahora mismo, si tuviésemos que poner nota a nuestras vacaciones..., ¿cuál sería? Si no han sido de sobresaliente (quizá ni siquiera de notable) ha podido deberse, en buena medida, al llamado FOMO turístico ('fear of missing out'): el miedo a perdernos experiencias y a no tachar de nuestra lista mental unos cuantos hitos. Por eso, en reacción a ese FOMO –«el 56% de los viajeros sufre ansiedad si no lo ve todo», revela Ferreiro–, empieza a surgir la tendencia contraria, el JOMO ('joy of missing out', algo así como la alegría de perderse cosas), que se traduce en menos exigencias y en un gran alivio. Estos 'jomovitas' no se van a llevar un disgusto por ir a la Alhambra y no poder entrar porque no hay entradas, ni al quedarse sin subir a la Torre Eiffel porque no han comprado tickets 'online' (ojo, si no somos de este perfil, más vale que hagamos reservas con antelación, que ya no se puede ir a salto de mata a este tipo de sitios y esperar entrar).
3. Saturación del destino
Algunos de los lugares más espectaculares del mundo defraudan a los visitantes: al llegar se los encuentran tan masificados y tan llenos de turistas que es complicado disfrutar de su belleza o pasarlo bien. Según el Eurobarómetro, esto causa una frustración tremenda, tanta que el 73% de los europeos no repetiría en un destino saturado. ¿Por qué vamos todos a los mismos sitios si es tan desagradable? «Todos hemos visto los mismo sitios en redes, películas, blogs..., así que cuando planeamos un viaje esos lugares parecen la opción obvia. Y, además, en cierto modo es cómodo hacer lo que hacen los demás», indica Dario Femiani, country manager de Evaneos, plataforma online centrada en turismo sostenible.
«Cuando nos damos cuenta de que estamos apretados entre multitudes, haciendo colas... es difícil conectar con lugares así y esa desconexión nos lleva a la decepción», resume Femiani. Muchas veces no se trata de no ir a ciertos destinos, sino de visitarlos en épocas del año distintas o de aventurarse por sus lugares menos saturados.
¿Volveremos a meter la pata? Apuntes para tu yo del futuro
Lo malo de no haberlo pasado demasiado bien en vacaciones es que el cerebro se protege y se queda con lo bueno y borra lo malo, con lo que estamos abocados a volver a tropezar con la misma piedra. Se llama síndrome de repetición. «Cuando organicemos las siguientes vacaciones, posiblemente ya estaremos agotados y eso hará que no nos acordemos de los errores pasados», indica la psicóloga Lara Ferreiro. No es mala idea escribir ahora un listado de 'fallos para no volver a cometer'.
Además, debes pensar en tus prioridades cuando organices las próximas vacaciones o escapadas. Si lo que quieres es más relax, evita destinos atestados de gente en temporada alta y prueba otras opciones. Venecia,Barcelona, Santorini o Bali, por ejemplo, pierden mucho encanto en verano.Déjalos para otras fechas, como las zonas costeras del mediterráneo.
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