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melchor saiz pardo
Jueves, 8 de junio 2017, 03:51
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Más de tres días y medio después, el Reino Unido finalmente confirmó los peores presagios. Ignacio Echeverría, el madrileño de origen asturiano que se enfrentó con su monopatín a los terroristas del Puente de Londres la noche del sábado para impedir que una mujer fuera apuñalada, murió en ese mismo momento. El héroe del patinete falleció en ese mismo momento, en una acera sobre el Támesis, probablemente acuchillado por los yihadistas que asesinaron a otras siete personas.
A mediodía, Londres puso punto final a las más 90 horas de vergonzoso silencio oficial que acrecentaron la zozobra de sus familiares, quienes hasta el lunes quisieron mantener vivo un mínimo resquicio de esperanza, precisamente avivada por el hermetismo británico. Pero el cuerpo de Ignacio, y las autoridades británicas lo sabían con casi toda certeza desde la mañana del lunes, estuvo desde el principio entre las siete víctimas mortales ayer se elevó la cifra a ocho tras recuperarse ayer del Támesis el cadáver del francés Xabier Thomas del salvaje atentado del sábado. Las autoridades británicas se escudaron en la falta de los resultados de las pruebas del ADN para justificar su silencio.Pero ocultaron que el cotejo de las huellas dactilares habían disipado cualquier duda razonable. La versión que dieron el martes de que el sistema técnico empleado por la Policía inglesia y la española era «incompatible» se demostró ayer que fue una falsedad.
En la Embajada española en Londres, donde estaban las hermanas y los padres de Echeverría Joaquín, su progenitor, es de Oviedo, la llamada de ayer sonó a alivio. Para entonces, los allegados del joven empleado bancario albergaban pocas esperanzas. La descripción de aquel cuerpo no dejaba muchas dudas, aunque las autoridades británicas no dejaran reconocerlo a sus allegados a pesar de las insistentes peticiones dicen que «ruegos» de su hermana Isabel, residente también en Londres y que pidió en todos los hospitales ver a los heridos y a los fallecidos para localizar a Ignacio.
Otra de las hermanas, Ana, fue la que confirmó a través de Facebook el fatal desenlace.Ella fue quien dijo que Igna, como le conocían en la familia, no salió vivo de su escaramuza con los yihadistas porque según sostienen testigos dos de ellos le atacaron por la espalda cuando se enfrentaba cara a cara a un tercero. «Ignacio no sobrevivió al momento del atentado. Gracias a todos los que le quisisteis y cuidasteis. Sabemos que no somos los únicos tristes», escribió. Con contención, en estos momentos tan duros, no dejó de aludir al trato de las autoridades británicas hacia la familia. «Queremos ver y estar con el cuerpo de Ignacio. Querríamos que el Gobierno británico nos permita estar con él», reclamó Isabel, que agradeció al «personal administrativo y político español» su «ayuda». El reencuentro con Ignacio se producirá finalmente hoy. «Intentó parar a unos terroristas y perdió su vida intentando salvar a otros», quiso recordar la otra hermana.
Crisis diplomática
El comunicado oficial de la muerte de Echeverría sólo suavizó el serio desencuentro diplomático entre los gobiernos de Madrid y Londres a cuenta de lo que, según entiende el Ejecutivo español, ha sido un trato desconsiderado a la familia del fallecido. El titular de Exteriores, Alfonso Dastis, usó palabras muy gruesas: «No creemos que ningún protocolo pueda justificar un trato que ya realmente roza la inhumanidad», apuntó el jefe de la diplomacia española, que el lunes había pedido, con escaso éxito, a su homólogo, Boris Johnson, que acelerara los trámites para conocer la suerte del por entonces desaparecido.
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