Nava explora la tradición sidrera a través de su historia

Es allí a donde acudió un grupo de más de cuarenta personas para aprender aun más sobre la cultura sidrera, su historia y toda la tradición que ha conseguido su nombramiento como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

El plan, explicó, Miguel Ángel Naredo, director del Servicio de Promoción y Desarrollo Turístico de la Mancomunidad de la Comarca de la Sidra –entidad organizadora– era que dieran un vistazo «a lo que llamamos el 'sancta sanctorum' de la cultura sidrera», pues qué mejor lugar para conocer todas las características de esta bebida que acudir al museo donde se condensan siglos de historia.

Al llegar, al variopinto grupo formado por asturianos, madrileños y barceloneses le esperaba la guía Delmi Vázquez, quien les hizo un recorrido semicircular por las instalaciones.

Siguió la pauta de elaboración de la sidra, empezando por las primeras menciones del cultivo y fermentación de manzanas a través de los romanos, que expandieron su consumo. Fue en Asturias donde se asentó, con un especial tirón a partir del siglo XIX. «Es importante dar una pincelada de la historia, repasar la elaboración tradicional desde las máquinas más antiguas que sabemos que se utilizaban para su elaboración», explicó la guía.

Precisamente, lo que más captó el interés de los turistas fueron los grandes llagares de madera que allí se conservan. Funcionaban con «técnicas milenarias que sabemos que se usaban; las máquinas que tenemos en el museo, de hecho, tienen entre cien y doscientos años».

Una vez marcada la técnica y cómo evolucionó hasta nuestros días, se tuvo muy en cuenta «todo lo que implica su consumo, la vida social que ha nacido alrededor de la sidra» y que compone una parte muy importante de su cultura. Las espichas, los chigres, las romerías, los 'cancios'... Todo tuvo su explicación durante la visita gracias a las últimas incorporaciones del museo, actualizado recientemente –a través del Plan de Sostenibilidad Turística de la Comarca de la Sidra– con elementos digitales para dar una experiencia más inmersiva al público.

«Las máquinas para aplastar las manzanas han sido lo más impresionante», dijo Ailin Mena, visitante madrileña que acudió en compañía de sus padres, Carolina Escudero y Antonio Mena, al museo.

Los tres han estado haciendo visitas paulatinas a la región durante los últimos diez años, siendo Asturias el destino más «relajante». Bebedores de sidra, nunca antes habían llegado a conocer el proceso al completo, por lo que además de sorprendidos, quedaron «encantados» con la visita.

Entre los asturianos, las actividades de la Semana de Floración han tenido un especial éxito, como un «redescubrimiento» de una tradición y cultura que «viene de casa».

Ese fue el caso, por ejemplo, de la pareja de asturianos Miguel Ángel Ampudia y Maite Nuñez. Él de Langreo y ella de El Franco, llevaban una temporada queriendo participar en las actividades organizadas por la mancomunidad.

«Al final lo vi en redes sociales. Otros años nos habíamos quedado sin plaza queríamos venir al Museo de la Sidra, así que pudimos coger sitio», destacó él.

Ambos estuvieron también presentes durante la visita al llagar casero de los Prida, en Arboleya (Cabranes), donde pudieron disfrutar de unos culinos.

En general, dijo Nuñez, «todo ha estado muy bien organizado, con muy buenas explicaciones, tanto a nivel técnico como a nivel básico, quiero decir, como si hablaran de andar por casa; eso ayuda».

Ese fue, precisamente, uno de los mayores elogios tanto de los visitantes a los pumares de Sariego y Bimenes, como los de los llagares de Colunga y Cabranes, la cercanía con la que se consiguió llegar a todos los públicos.

El cierre de la semana termina con buenas cifras, completando un año más el número de plazas disponibles para cada actividad.