«Centroamérica tiene muy mala imagen»
Carlos Mayoral y Sara García llevan seis años recorriendo el mundo, aunque los últimos tres meses los han pasado descubriendo Colombia
Dicen los diccionarios que los trotamundos son personas aficionadas a viajar mucho y, al lado de esa definición, podría aparecer perfectamente la foto de Carlos Mayoral (Gijón, 1995) y de Sara García (Langreo, 1995). Estos dos asturianos llevan ya seis años recorriendo el planeta porque su historia comenzó a dar saltos por el mapa, cuando acabaron sus estudios. Aquello fue en 2018, cuando ella terminó el doble grado de Relaciones Internacionales y Economía, y él, un máster que cursó después de terminar Biología. En ese momento, se dieron cuenta de que llevaban «demasiado tiempo siguiendo los pasos que nos marcan el sistema y la sociedad» pero no se sentían «preparados para continuar y ponerse a buscar trabajo».
Con esa idea, se liaron la manta a la cabeza y pusieron rumbo al sudeste asiático, donde trabajaron «durante seis meses en hostales y escribiendo artículos de viajes». Aquella aventura llegó a su fin y regresaron a España, pero la calma les duró poco tiempo y esta pareja volvió a las andadas, aunque esta vez establecieron su centro de operaciones en Australia. «Íbamos para un año, pero nos quedamos dos y medio por culpa del covid», explican. Tampoco les importó instalarse allí porque estuvieron «trabajando en una granja», hasta que se cansaron de no tener empleos relacionados con sus estudios y volvieron a la carretera y a los aviones, esta vez, por Marruecos y los Balcanes.
Después de empaparse de las culturas de esos países, continuaron formándose en Holanda y, tras la rutina europea, llenaron otra vez la mochila y se fueron a Centroamérica. «Yo había estado en Colombia, haciendo un estudio sobre la lepra, y había conocido zonas muy remotas para entrevistar a pacientes y a profesionales de la salud», recuerda Carlos. En aquella ocasión, le gustó tanto lo que vio que les apetecía regresar, pero para hacer el viaje más largo, empezaron su aventura en México. «Llegamos en septiembre del año pasado y estuvimos también en Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica y Panamá», enumeran. «Ahora llevamos tres meses en Colombia», añaden riéndose.
Son lugares en los que siempre planea la sombra de la inseguridad, pero ellos creen que pesan demasiado los prejuicios. «Centroamérica tiene muy mala imagen», apunta Carlos. «La experiencia que nosotros vivimos viajando siempre es mejor que la que nos habían pintado», explica, al tiempo que aclara que toman algunas precauciones. «Llevamos un móvil viejo, por si nos robaran el nuestro, y tenemos el dinero escondido, pero solo nos robaron una vez y fue un policía en Colombia, que se quedó con una GoPro que teníamos para el viaje», se lamentan.
Las malas experiencias son escasas y la mayoría del tiempo, ellos disfrutan de estar en lugares a los que muy pocas personas tienen acceso. «Estuvimos con muchos indígenas y es verdad que, cuando vas a sitios muy remotos, te das cuenta de que la gente es un poco más reservada porque las situaciones históricas que han vivido esos pueblos con los de fuera no les hacen mucho bien», reconoce Sara.
Además, en Colombia asegura que hay cosas que «les chocan y les frustran». «Por los estudios que tenemos queremos ayudar a la gente, pero aquí nos hemos dado cuenta de que la gente en general es reacia al cambio y el cambio tiene que venir de uno mismo», explica. «Aquí está muy arraigada la medicina tradicional y se produce un choque muy grande entre lo que quieres enseñarles y lo que ellos creen». Ante esa situación, estos dos asturianos prefieren dar un paso atrás y seguir imaginando su futuro en otros lugares. «Estamos abiertos a muchas cosas», reconocen.
«Nuestra prioridad de vida es vivir en contacto con la naturaleza y eso lo teníamos en Australia», explican, al tiempo que confiesan que tampoco les importaría desandar el camino e instalarse en Asturias. «Nos gustaría monetizar nuestra experiencia. Yo me dedico a la salud y Sara, al desarrollo, así que podríamos hacer algo de turismo sostenible o de desarrollo local en el Principado», explica Carlos. Y Sara añade: «Queremos aplicar lo que hemos estudiado y lo que hemos vivido porque, al final, te cansas de dedicar tu vida a algo que está tan lejos de casa». Los kilómetros hacen mella, aunque solo sea a ratos, porque otras veces Carlos y Sara tienen ganas de seguir exprimiendo el mundo.