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«Un alto porcentaje» de los niños y adolescentes que ingresan en la unidad de hospitalización infanto-juvenil del HUCA «refieren dificultades en sus centros ... de estudio». Los especialistas de la red de salud mental del Principado de Asturias no pueden cuantificar esta situación con cifras concretas, pero sí aseveran con total rotundidad que detrás de «muchos» de los ingresos psiquiátricos y consultas que reciben hay un problema de convivencia en el entorno educativo, que no siempre llega a cumplir la especificación de acoso, aunque esa circunstancia se da en numerosos casos.
Como el de D. M., una adolescente de Oviedo que se suicidó el pasado mes de octubre tras sufrir un auténtico calvario durante dos años. El detonante: el hostigamiento al que fue sometida en su instituto. Primero, por un exnovio resentido, que no aceptaba la ruptura de la relación. Más adelante, también por los amigos del acosador y otros alumnos de su misma clase. Cuando la Administración realmente tomó cartas en el asunto, el daño psicológico era ya muy profundo.
Su madre, Sandra M. F., tocó todas las puertas entonces y sigue ahora alzando la voz por lo ocurrido. A nivel nacional, clama para que se apruebe una ley específica sobre 'bullying' y la Asociación contra la Violencia en la Escuela 'Trencats' llevará el caso de su hija al Congreso de los Diputados para hacer un llamiento a la reflexión. Y a nivel autonómico, se muestra muy crítica con el protocolo elaborado de forma coordinada por las consejerías de Salud y Educación. «No sirve de nada abrir protocolos si no se cumplen. Un protocolo de acoso, para que sea efectivo, tiene que ser ágil, riguroso y contundente. Y no lo fue», incide.
Teléfono contra el acoso escolar
Línea de atención a la conducta suicida
Teléfono de la Esperanza
Hasta tal punto está convencida de que no se gestionó correctamente el caso de su hija que estudia acciones por la vía civil contra la Consejería de Educación. «No puedes abrir un protocolo de acoso escolar y que la solución sea cambiar al acosador a la clase de al lado», subraya Sandra M. F. Es lo que se hizo cuando, en marzo de 2023, la situación se volvió ya insostenible y la joven decidió denunciar públicamente todo el tormento que estaba soportando. Para que cambiasen al chico de centro educativo fue necesario solicitar una orden de alejamiento.
El Juzgado de Menores de Oviedo acabaría condenándole a seis meses de servicios comunitarios por un delito de acoso y amenazas continuadas. Pero «el resto de alumnos que le daban coba, sus secuaces, siguieron en el instituto», lamenta Sandra. Habían incluso creado un grupo de whassap para insultar, burlarse y amenazar a su hija, pero «con ellos no hubo ningún protocolo». Ellos también le hicieron la vida imposible y, sin embargo, no llegaron a recibir ni la más mínima sanción.
D. M., que tenía 16 años recién cumplidos cuando decidió quitarse la vida, comunicó en su centro educativo que no era un solo acosador, sino varios, los que estaban minando su salud mental. Es más, tras un primer ingreso psiquiátrico en el HUCA, grabó el relato de todo lo que había sufrido y se lo hizo llegar a sus compañeros de clase a través de una lista de difusión. En ese audio mencionaba a quienes fueron su apoyo y a quienes fueron su tormento. Los identifica por su nombre y por sus hechos.
EL COMERCIO ha escuchado la grabación, que encoge el corazón y permite aproximarse al sufrimiento emocional que sentía. Según ese audio, algunos compañeros de instituto habían manifestado en whassap tener ganas de escupir, pegar o incluso apuñalar a D. M.; la llamaban loca; la acusaban de victimizarse; y hasta habían intentado arrinconarla y ponerle la mano encima.
La joven les reprocha su comportamiento y les culpa de su hospitalización en la planta de Psiquiatría Infanto-Juvenil. También les pide que se pongan en su lugar, que comprendan la situación en la que se encuentra. Pero este ejercicio de superación y desahogo no sirvió para nada. «El centro, en lugar de agarrar ese audio y llamar al orden a los alumnos que ella nombra, lo que hizo fue llamarme a mi para pedirme explicaciones por el audio que había difundido mi hija», asegura Sandra M. F.
La cuestión es que, cada vez que su hija aparecía por clase, lejos de ser comprensivos, «estos alumnos seguían metiéndose con ella». D. M. perdió el apetito, no era capaz de conciliar el sueño e ir a clase le suponía un esfuerzo infinito. Hasta el punto de sufrir ataques de ansiedad y pánico. «Pero cómo no iba a sufrirlos», exclama su madre, que no se cansa de repetir que «mi hija estuvo desprotegida», que «se actuó mal y tarde». Y si ella ha dado el paso de contar la historia de D. M. es, precisamente, para que la Administración haga autocrítica y tome medidas más contundentes contra el acoso escolar.
«Dentro de los traumas o situaciones que pueden influir en los suicidios está el acoso escolar, que, debido a las redes sociales, ya no se circunscribe sólo al tiempo que se pasa en colegio, sino que permanece las 24 horas los 365 días del año», exponen los psiquiatras. «Se trata de un factor modificable, por tanto, habría que incidir en él para detectarlo a tiempo y que no llegue a ser determinante», instan los profesionales.
Hay protocolos y se activaron en el caso de esta joven. Pero no fueron suficientes. La consejera de Educación, Lydia Espina, se mostró ayer afectada por un caso que conocía y en el que, según confirmó, se habían puesto en marcha tanto el protocolo de actuación de los centros frente a las denuncias por acoso escolar como el protocolo de prevención del suicidio, que Salud y Educación presentaron de forma conjunta hace un año. Pese a todo, «por desgracia no fuimos capaces entre todos de prevenir esta desgracia». De evitar la consecuencia más terrible que podría tener este caso de acoso. Frente a lo ocurrido, Lydia Espina insistió en que la prevención de ambas cosas es «una prioridad para el Gobierno entero», que se compromete a «seguir trabajando por el bienestar emocional». La consejera recordó que los protocolos son revisados de forma permanente y que en estos momentos está en marcha una campaña en contra del bullying y destacó el «compromiso» de las propias direcciones de los centros ante estas situaciones. El curso pasado se confirmaron 146 casos de acoso en Asturias tras analizar 469 denuncias.
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