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Decenas de personas se concentraron ante el Ayuntamiento de Llanes cinco días después del asesinato de Javier Ardines para mostrar su repulsa. NEL ACEBAL

El crimen que hizo tambalear a todo un ayuntamiento

El asesinato de Ardines sacó a la luz su difícil relación con algunos funcionarios, que incluso fueron interrogados | En el Consistorio de Llanes respiran aliviados tras hacerse público el móvil del suceso, si bien reconocen que «nada volverá a ser igual»

L. RAMOS

Domingo, 24 de febrero 2019, 12:38

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El Ayuntamiento de Llanes no volverá a ser el mismo tras el brutal asesinato de Javier Ardines. La complicada relación que algunos miembros del actual equipo de gobierno mantuvieron desde un inicio con parte de la plantilla municipal se ha convertido ahora en una brecha insalvable, según comentan diversas fuentes a este diario. Y es que, aunque una vez confirmado que no hubo ninguna relación entre el trabajo de la víctima como concejal y su muerte los funcionarios llaniscos han podido respirar aliviados, el ambiente en el Consistorio se ha vuelto más tenso que nunca.

«Aquí hay gente que lo ha pasado realmente mal al sentirse señalada. Después del impacto que generó un suceso como éste, muchos tuvieron que ver cómo sus propios hijos o padres les preguntaban si habían tenido algo que ver con el crimen debido a algunos comentarios que se hicieron», explican estas mismas fuentes. Algo que se acrecentó cuando los investigadores llamaron a declarar a cerca de una veintena de trabajadores interinos, quienes accedieron de forma voluntaria a que se les tomasen también muestras de ADN.

Se trata de un procedimiento habitual en un caso como el del asesinato del concejal de IU, en el que es preciso ir descartando posibles móviles para quedarse solamente con el más plausible. En el concejo era de sobra conocido el enconado enfrentamiento que parte del funcionariado y Javier Ardines mantenían debido a algunas de las medidas adoptadas por este último, como la convocatoria que puso en marcha para cubrir una serie de plazas ocupadas desde hace años por personal interino, lo que hace aún más comprensible que la mirada de los investigadores se centrase durante las primeras semanas en el entorno laboral de la víctima.

En el Ayuntamiento lo saben y lo comprenden. No así las suposiciones y rumores a las que, aseveran, tuvieron que hacer frente y que «sembraron la sombra de la duda» sobre muchos de ellos. El hecho de que meses antes de que el concejal y pescador fuese asesinado apareciesen en diversos puntos del concejo pintadas y pancartas en contra del cuatripartito y la oferta pública de empleo no hizo sino empeorar las cosas.

La posibilidad de que tras la muerte de Ardines existiese un móvil político fue rápidamente descartada por los investigadores, quienes apenas unas semanas después ya habían encontrado el hilo del que tirar para deshacer la enmarañada madeja de un caso que ha demostrado cómo muchas veces la realidad puede superar a la ficción.

Sin embargo, «los comentarios y las insinuaciones no cesaron». Muchos llaniscos vieron atónitos cómo un programa de televisión relacionaba directamente el asesinato del edil con su labor en el Ayuntamiento y con las supuestas irregularidades cometidas durante los años que los socialistas estuvieron al frente de un concejo que el actual alcalde, Enrique Riestra, no dudó en comparar con «la Sicilia de los años noventa, a unos niveles particulares y en un contexto particular». Unas palabras que generaron un profundo malestar en gran parte de la población llanisca y que hicieron que en los últimos días tanto desde la UGT como desde el PSOE se instase al regidor a desdecirse. También desde Foro, compañeros de gobierno de la agrupación a la que Riestra pertenece, criticaban esta semana cómo algunas personas «insistieron continuadamente en relacionar tan condenable homicidio con el mundo de la política local».

Así las cosas, parece que el Ayuntamiento de Llanes era una olla a punto de estallar y el asesinato de uno de sus concejales sirvió para abrir la caja de los truenos, sacando a la luz la peor cara de la política municipal. Por eso en el seno del Consistorio muchos trabajadores consideran que «nada volverá a ser igual».

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