El crimen del concejal de Llanes, Javier Ardines | La prima de la mujer del concejal preguntó a su marido si había sido él

Una de las primeras en llegar hasta el escenario del crimen fue Katia, esposa de Nieva y prima de la mujer de Ardines. En los últimos meses había negado hasta la saciedad a su marido que mantuviese una relación con el concejal. Por eso, cuando conoció el fatal desenlace del hombre con el que mantenía una larga relación, le preguntó directamente a Pedro si tenía algo que ver. Su marido le contestó que no. Siguieron su vida aparentemente normal y cuando a Katia la Guardia Civil la llamó a declarar, en un primer momento no reconoció tener una relación con la víctima. Acabó por vencerse a la obviedad: la relación entre ambos había empezado 30 años atrás, cuando ella era menor de edad.

Fue por una grabación, tal y como adelantó EL COMERCIO, por lo que Pedro tuvo conocimiento de la infidelidad. En una comida, y ya con la sospecha acechando, decidió dejar el móvil grabando encima de la mesa. Logró captar una conversación entre su esposa y Javier Ardines. En ella se escuchaba cómo los dos se sentían aliviados de que nadie conociese su historia. Hasta ese momento. Porque Pedro, al escuchar la conversación, montó en cólera. Tanto, que llegó a enviar dicha conversación a la hija de Ardines. Era diciembre de 2017.

Si la relación entre sus maridos era excelente, Katia y Nuria, esposas de Nieva y Ardines respectivamente, eran primas pero parecían prácticamente hermanas. Nacida en Suiza y con residencia en el País Vasco, Katia siempre demostró adoración por la tierra natal de sus padres, algo que no cesaba de compartir por redes sociales y que culminó con la compra de un chalet vacacional prácticamente pegado al del matrimonio amigo. A partir de ahí, las noches de agosto en Belmonte fueron interminables para ambas parejas, con dos hijos cada una y muy dadas a celebrar grandes reuniones junto a amigos y vecinos del pueblo. Tras más de veinte años casado con Katia, la vida le sonreía. Sin embargo, una sospecha que tornó en evidencia lo cambiaría todo para siempre.

No sería hasta el pasado jueves, durante su declaración ante la jueza, cuando Nieva tomaría conciencia de hasta qué punto sus sospechas sobre la presunta infidelidad eran fundadas. La investigación confirmó que su mujer había mantenido una relación secreta con Ardines durante más de treinta años. El detenido, que hasta entonces se había mostrado impasible y frío, se derrumbó en pleno juzgado.