Teté Costales, premio Mujer Prestosa Autónoma en la Feria de Muestras: «Soy feliz tejiendo redes y ahora mismo no me planteo jubilarme»
La veterana redera protagoniza el acto de Mujeres de Empresa en la Fidma junto a la psicóloga clínica Raquel Baeza (empresaria) y la científica Rosa Menéndez (profesional)
De tierra de manzana y sidra, María Teresa 'Teté' Costales Obaya (Tornón, Villaviciosa, 1958) siempre se sintió atraída por el oficio de tejer y ... reparar redes de pesca. Ese 'gusanillo' que sintió en Lastres cuando, siendo una guaja de 13 años fue a ayudar en el bar de su hermano, nunca le abandonó. Menos, cuando se casó con un pescador y conoció más de cerca el sector. Única redera que queda en Asturias del arte de cerco, lleva 32 años volcada en su actividad y, aunque ya podría jubilarse, dice que, de momento, no lo hará. También porque, impartiendo formación, está poniendo todo su empeño para asegurar un relevo generacional que se presenta muy incierto. Mujer Rural de Asturias 2023, entre otros galardones, este año recibe en la Feria Internacional de Muestras de Asturias (Fidma) otra distinción: la de Mujer Prestosa 2025 (en la categoría de autónoma) que entrega Mujeres de Empresa. Lo recibirá junto con la psicóloga clínica Raquel Baeza (empresaria) y la científica Rosa Menéndez (profesional).
–¿Cómo de prestoso le resulta este premio?
–Siempre hace ilusión que te reconozcan. Hay muchas mujeres anónimas que hacen un trabajo no tan visible y se lo merecen.
–¿Qué le 'enredó' de esta labor?
–Lo veía muy creativo. Aunque algunos trabajos en las redes son muy monótonos, otros son muy creativos. Hay que estar buscando por dónde empezar y dónde acabar. Hay que estudiar cada red. Me gusta que no sea todo igual.
–Empezó a los 34...
–Sí, tardé un poco en empezar porque me casé, fui madre joven y luego vino mi segunda hija. En los veranos trabajaba en un hostal; un año, en una tienda. Cuando fueron creciendo, en una pescadería de aquí... Pero siempre me habían gustado las redes y la cercanía con la mar. Intenté entrar en un curso que organizaba la Cofradía de Pescadores, pero no pude, y luego vino otro del Ayuntamiento. Me inscribí, lo hice y hasta hoy.
–¿Cómo ha cambiado su oficio?
–Mucho. Antes solo trabajaba un arte, el de cerco, y nos desplazábamos mucho a los puertos (ahora también, pero menos). Era muy raro que no hubiera una sola semana que no tuviera que ir a Avilés. Incluso la semana entera. Si no rompía en un barco, rompía en otro. Había bastantes embarcaciones. Y, en primavera, cuando iban a la costera de la anchoa al País Vasco, empecé con el 'gusanillo' de la artesanía y comencé a hacer llaveros, pulseras... Después, en verano los exponía. Así intentaba recuperar lo que había dejado de ingresar esos meses. Más tarde empezó a disminuir el número de barcos. Cada vez menos de cerco. Entonces, comencé con el arte de bajura que, económicamente, está peor pagado que el de cerco. En éste cobras por horas y sale un poco más rentable. En el de bajura se cobra por piezas. Son laboriosas, llevan bastante tiempo hacerlas y rinde poco (17-18 euros la pieza).
–Pese a todo, está dispuesta a seguir. Dice que el 2 de junio le llegó la carta diciéndole que se puede jubilar...
–Mientras pueda, no lo voy a dejar. Mientras esté en activo, tengo claro que voy a seguir siendo redera. Soy feliz con este trabajo y no me planteo todavía jubilarme. Lo que más me cuesta es que tengo dos nietos que van creciendo y hay actividades de ellos a las que no puedo ir.
–¿Su trabajo lo puede hacer una máquina?
–Imposible. Por lo menos a día de hoy. ¿La inteligencia artificial? Lo pongo muy, muy en duda. Como le decía, la red hay que entenderla, tiene partes diferentes. Los 600 metros de largo de una red de cerco no son iguales. Una máquina hace lo que va todo igual.
–Ha impartido formación y gratuita para que haya relevo generacional. ¿Ve resultados?
–Es muy difícil porque solo de coser redes no se puede vivir. De hecho, yo diversifiqué: abrí una tienda con ayuda, con fondos de la Unión Europea. De todas formas, siempre animo a que si de verdad te gusta algo, no tires la toalla. Hay que buscar otra salida.
Regular para vivir de la pesca
–¿Y a qué nos enfrentamos sin esa savia nueva?
–Llevo muchos años diciéndoselo a los armadores. A todos. No nos lo estamos tomando en serio. Ahora quedan jubilados de la mar que, al retirarse jóvenes, reparan redes porque tienen amistad con los pescadores. Pero no van a estar siempre. Y los inmigrantes habrá algún día que quieran volver a sus países. La solución sería que este trabajo estuviese mejor pagado. Y un reparto equilibrado de las ayudas.
–Ya existe un certificado de profesionalidad...
–Las que llevábamos años cotizando no necesitábamos formación porque teníamos ya experiencia acreditada. Aun así se tardó dos años en lograr. Sin embargo, las nuevas generaciones no tienen esa formación. Y la formación no existe porque no se cubre el cupo y no se cubre porque saben que de este trabajo no pueden vivir. Si se organizan cursos con menos alumnos... Si no salen 15, con cuatro o cinco me daría por satisfecha.
–Dice que es 'guerrera'. Ha logrado avances en los derechos de la mujer.
–Somos reconocidas y nos pagan por nuestro trabajo. Antes, el marido iba a la mar y la mujer se quedaba en casa cosiendo. O la madre o la hermana. Era de la familia y no se pagaba nada.
–¿Qué mensaje le gustaría transmitir hoy?
–Que si regulamos bien la pesca, se puede vivir de ella. Baja el número de barcos, sí, pero soy optimista: llegará un momento en que a lo mejor esta situación se da la vuelta.
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