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Llanes despidió con aplausos a su alcalde
La basílica se quedó pequeña en el último adiós a Antonio Trevín, en un funeral presidido por el arzobispo de Oviedo y al que no faltó Javier Solana
«Estoy aquí para despedir a un amigo, para acompañar a su familia y a sus amigos. Es un día muy triste». Javier Solana no ... ocultó su pena tras concluir el funeral de Antonio Trevín. El que fuera secretario general de la OTAN, histórico de socialista y amigo íntimo de Trevín no se quiso perder el último adiós. El celebrado en la basílica de Llanes y que fue presidido por el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, y al que no faltó nadie.
El primero en llegar, el presidente del Principado. Adrián Barbón, acompañado de la vicepresidenta del Gobierno, Gimena Llamedo, y de casi todo su Consejo de Gobierno, esperó en la entrada de la basílica la llegada de la delegada del Gobierno, Adriana Lastra, el presidente de la Junta, Juan Cofiño, y los expresidentes Pedro de Silva y Javier Fernández. Este último acompañado de la viuda de Vicente Álvarez Areces, Marisol Saavedra, que se envolvió en un abrazo fraternal con Luisa Fernanda Lledías, viuda de Antonio Trevín.
Fue, precisamente su llegada, la de la viuda, la que hizo que la plaza de la basílica arrancar el primero de los aplausos con que Llanes despidió a su alcalde. Porque Trevín ha sido muchas cosas, maestro de profesión, fue concejal, diputado en la Junta, diputado nacional, presidente del Principado y delegado del Gobierno. Pero, sobre todas las cosas, fue alcalde de Llanes. Una villa que volvió a darle la mayoría en las últimas elecciones, aunque no la suficiente como para que pudiera gobernar.
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La viuda fue recibida por el arzobispo de Oviedo, que salió a la plaza para ver llegar el féretro y dar la primera de las bendiciones.
En la homilía recordó Sanz Montes su amistad «entrañable» con el fallecido.
«Conocí a Antonio a mi llegada a Asturias como nuevo Arzobispo. En la ronda de visitas institucionales, también acudí a la Delegación del Gobierno que en ese momento él dirigía. Recuerdo ese rasgo de bonhomía y de amable afabilidad que ayer y hoy tantos hemos podido describir como el perfil de este buen hombre que hacía fácil el diálogo franco, sincero el encuentro humano y respetuosa la legítima discrepancia. Se interesó por mi trayectoria, por mis estudios, por mis inquietudes y deseos al llegar a una tierra como Asturias tan marcada por la libertad, el compromiso social y la apertura de la comunidad cristiana en la construcción de la sociedad que nos queríamos dar», explicó.
Una relación que continuó en el tiempo. «Yo hice lo propio a su respecto, y también él se sinceró enseñándome sus cartas sin trampas en aquel inicio de una relación que se ha ido fraguando y consolidando con el paso de los años. Admiré su pasión por la alta política desde su clave socialdemócrata, su juicio mesurado sobre las cosas y el respetuoso parecer ante los propios y los adversarios. No siempre lo tuvo fácil. Y tanto más emerge su figura, cuando el talante humano y su perfil político se distancia de otros derroteros que en esos días tantos lamentan. Pero su compromiso sociopolítico tenía también otra peculiar referencia que nos hizo más cercanos, confidentes y hasta hermanos: su reconocible admiración por Jesús de Nazareth, y por la tradición cristiana en una Iglesia comprometida por los desfavorecidos en aras de la justicia genuina, la libertad auténtica, la verdad sin falacias y la sana igualdad. Valores todos ellos en los que alguien de su sensibilidad política podía nutrir con el bagaje de su fe indisimulada y confesada».
Llegó a contar que, en las últimas parrafadas que se marcaron,«me pidió que rezara por él. Y claro que lo hice».
No fue la única voz amiga que se oyó en la basílica. Su amigo Antonio, de Ortigueira, realizó una sentida lectura que concluyó clamando: «No quebranten ni una cana de tan fiel y gran amigo».
Fuera y dentro, un rosario de nombres en representación de toda Asturias. Por ejemplo, el coronel de la Guardia Civil Francisco Javier Puerta; el presidente de la Cámara de Comercio de Oviedo, Carlos Paniceres; el presidente de Otea, José Luis Álvarez Almeida; el que fuera portavoz de Xixón Sí Puede, Mario Suárez del Fueyo; la alcaldesa de Caravia, Salomé Sanmartino o el secretario general de UGT, Javier Fernández Lanero.
A la salida, de nuevo los aplausos. Y los abrazos a la viuda. Y Trevín de camino a su última morada. El domingo, en Santa Eulalia de Oscos, habrá otro funeral.
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