«Esto es como el fin del mundo»
Los vecinos comienzan la demolición de las viviendas que ardieron en Cornollo | El párroco pide donativos para recuperar las casas y la ermita de una localidad que lo «ha perdido todo»
BELÉN G. HIDALGO
CORNOLLO.
Viernes, 20 de octubre 2017, 00:51
El humo y las cenizas han cedido el testigo a los escombros. Los bomberos han abandonado el pueblo, pero han sido sustituidos por una excavadora encargada de derrumbar las casas, paneras y garajes que arrasaron las llamas. Con estas demoliciones se intenta prevenir que los esqueletos de las edificaciones afectadas acaben provocando otra desgracia. El pueblo allandés de Cornollo centra sus esfuerzos en resurgir tras el incendio que la madrugada del domingo le mantuvo en vilo. José Manuel Pérez, el único herido en esta oleada de incendios en la región, y su madre, María Olimpia Ibias, son dos de los tres vecinos que viven en este rincón del Valledor, hoy cubierto de un manto negro de ceniza.
José Manuel se quemó las manos y aún se recupera de los daños en la vista. Olimpia, en cambio, continúa con la voz ronca y asustada, sin poder olvidar la pesadilla vivida. «Una bola de fuego pasó por encima de nosotros cuando intentábamos apagar. Nos pegó un sacudón. Parecía que se movía la tierra. Es como el fin del mundo», decía Olimpia en la puerta de su casa, frente a la excavadora que derriba las construcciones. «Lo pasamos muy mal. Estábamos solos mi hijo y yo, con aquel fuego y aquellas llamas. Se nos acabó el agua de la traída, tampoco quedaba en el depósito...», relataba esta ganadera de 75 años que, operada de una cadera, sofocó con cubos las llamas. «Dejaba un balde cargando agua y cogía el lleno y lo tiraba, pero era imposible apagar aquello... Cuando volvía, estaba otra vez prendido». La única luz era la de las llamas. El humo lo cubría todo. No veía nada.
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Ardieron cinco paneras, dos casas y un par de garajes. «Mi sobrina perdió la casa y la panera. Cuando llegó no era capaz a hablar. No lo volveremos a recuperar», lamenta. Ni la casa ni la panera se adivinan entre un montón de escombros sobre los que hace poco más de dos días se sostenían sus cimientos. «El fuego acabó con todo. Mi hijo perdió la maquinaria que tenía en el garaje. ¿Cómo vamos a seguir? Nos quedamos sin comida para el ganado que venían a sanear estos días...», cuenta desesperada Olimpia.
«Mi hijo perdió la maquinaria y la comida para el ganado. ¿Cómo vamos a seguir?», se pregunta Olimpia Ibias
Apenas a unos metros de la excavadora se encuentra Andrés Álvarez. Salvó la casa, pero la panera ha quedado reducida a cenizas. Ahora desescombra la zona con la firme intención de volver a levantar otra en el mismo sitio. «Nací en este pueblo y aquí siempre hubo paneras... Todas ellas con más de un siglo de antigüedad», explica. Pero las obras más inmediatas serán de restauración. El calor rajó varios cristales de la ventana de su casa y derritió el tejadillo que cubría la entrada a la vivienda, anexa a la panera calcinada. «La casa se salvó de milagro», dice.
Solo quedó el altar
La ermita de San Bartolomé tampoco logró esquivar el fuego. Lo único que queda en pie es el altar, cubierto de escombros. Las llamas no dejaron ni rastro de las tres imágenes: las de san Bartolomé, san Damián y la Virgen de Fátima. Eso sí, se adivina la silueta del patrón del pueblo en la fachada con una mancha blanca, inmune a la humareda que cubrió el resto.
«La ermita estaba preciosa. La habíamos pintado en el mes de agosto, cuando las fiestas de San Bartolomé, el patrón del pueblo», cuenta Olimpia. «No quedó nada», añade antes de saludar al párroco, Alejandro Sanzo, quien realiza una llamada a la solidaridad: «Se admiten donativos. Hay que ayudar a esta gente que lo ha perdido todo».