Los diez puntos clave que marcan el pacto histórico por la salud mental en Asturias
Un centenar de administraciones y entidades se comprometen a cuidar el bienestar de los asturianos ante «un sufrimiento multiplicado por las redes sociales»
Visibilidad y compromiso. Son las dos patas fundamentales en las que se basa el Pacto por la Salud Mental del Principado de Asturias, «mucho ... más que un papel», que han refrendado un centenar de administraciones, entidades y asociaciones. Porque Asturias tiene claro que la salud mental es «un problema social», que «todos somos parte del problema y parte de la solución» y que, como tal, hay que dar un paso al frente. Y tras la estrategia presentada ya el pasado año y el trabajo paralelo que se está haciendo para elaborar la futura Ley de Salud Mental del Principado (que está en fase de borrador y llegará a la Junta General del Principado a finales de este año o principios de 2026) hacía falta también el compromiso de todos. Y eso es lo que hoy se ha hecho realidad.
Gobierno del Principado, grupos parlamentarios, ayuntamientos, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, sindicatos, asociaciones empresariales, Federación Asturiana de Concejos, entidades del tercer sector, sociedades médicas… todos a una han firmado un decálogo necesario en un momento en el que todos los estudios dejan claro el «aumento del malestar y de la prevalencia de trastornos mentales en las sociedades occidentales». Un malestar que la pandemia vino a agravar aún más. Lo recoge el propio pacto: «La pandemia por covid-19 también ha repercutido negativamente en la salud mental y el bienestar de las personas, lo que ha implicado un aumento de la demanda en los servicios de Salud Mental». En este sentido, la vicepresidenta del Principado, Gimena Llamedo, ha destacado las especiales repercusiones que tuvo para la Generación Z, que «sufría cada vez más», un sufrimiento «multiplicado por las redes sociales».
El Principado parte de la base de que «las actuaciones encaminadas a mejorar la salud mental de la población debe ir acompañadas de un análisis crítico de la situación actual y una reflexión sincera sobre el papel de los diferentes actores en esta tarea común». Porque «la vida duele y trabajar cansa», y aunque no toda tristeza o ansiedad es patológica, sí son señales de alarma que hay que tener en cuenta.
Eso y que «la salud mental está estrechamente vinculada con los denominados determinantes sociales o circunstancias en las que las personas nacen, crecen, trabajan, viven y envejecen» y ahí entran todas las entidades que han firmado el pacto y que, cada una desde su área de trabajo, suplen las redes sociales naturales que hemos ido perdiendo, garantizan la prestación de servicios…
El pacto no es una estrategia sanitaria, sino un paso para que toda la sociedad sea consciente de la situación y cómo se puede actuar para prevenir los problemas y mejorar la salud mental. Y lo cierto es que el tejido asociativo asturiano ha estado a la altura y la propia consejera de Salud, Conchita Saavedra, ha destacado la «cantidad de gente» que se ha sumado al compromiso y ha remado a favor del consenso, de este «pacto de valores», que es lo que es en realidad el decálogo firmado hoy.
Por su parte, la vicepresidenta del Gobierno, Gimena Llamedo, ha destacado el acuerdo como una pieza más del Gobierno asturiano en su «compromiso por el bienestar de las personas» y que alcanzó su primer paso importante con la estrategia que contempla una inversión de 60 millones de euros y la contratación de más de cien profesionales de la salud mental.
Este el decálogo del Pacto por la Salud Mental del Principado de Asturias, por el que todos los firmantes de comprometen a asumir como propios y a aplicar los siguientes valores en su actividad cotidiana dentro de su ámbito de actuación:
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1
A reconocer en la persona con discapacidad psicosocial a una persona con plenos derechos.
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2
A evitar que los intereses de una sola parte dominen sobre los de las demás y a centrar la atención en los de las personas con sufrimiento psicosocial.
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3
Dado que no existe un enfoque único sobre la salud mental, a hacer uso sistemático de la prudencia, la humildad y la honradez.
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4
A prestar atención, para superarlos, a los prejuicios propios y ajenos sobre las personas con trastorno mental.
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5
A comprender que mejorar la sociedad es mejorar la salud y, por ende, la salud mental.
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6
A asumir que, en determinadas ocasiones, la vida duele y trabajar cansa, es decir, que la vida implica cierto grado de sufrimiento inevitable.
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7
A reconocer la importancia de la información, los sistemas de información y la evaluación de las acciones que se desarrollen, teniendo siempre presente el respeto a la privacidad y la confidencialidad.
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8
A asumir que todas las personas, colectivos e instituciones somos a la vez parte del problema y parte de la solución en lo que tiene que ver con la salud mental de personas y colectivos.
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9
A reconocer que la diversidad no es en si patología.
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10
La importancia de los contextos en que nos desarrollamos implica que no hay abordaje de calidad que no sea integral.
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