Avilés y el interés general
José María Urbano
Sábado, 24 de octubre 2015, 18:27
La entrevista mantenida el jueves en Madrid entre la ministra de Fomento, Ana Pastor, y la consejera del Principado del mismo negociado, Belén Fernández, no tuvo referencias oficiales sobre algún asunto que hiciera referencia a Avilés, pese a que en el último contacto se había dicho que en septiembre se «volvería a hablar» de lo de Avilés. Dicho así, en genérico, «lo de Avilés», ese latiguillo que se utiliza a la hora de referirse a la cuestión de la barrera ferroviaria de la ciudad, que se viene arrastrando desde hace casi 20 años, 1995, cuando el PP y su candidato, Agustín González, pusieron encima de la mesa su programa electoral con el soterramiento de las vías como su banderín de enganche y como la gran novedad sobre la que giró aquella campaña. Una historia a la que le siguió un estudio del entonces presidente del Principado, Sergio Marqués, al frente ya de URAS; un convenio oficial firmado con la ministra Magdalena Álvarez; una presentación oficial del proyecto a cargo del entonces secretario de Estado de Infraestructuras Víctor Morlán; y decenas de reuniones aquí y en Madrid. Conclusión: fracaso total y absoluto de las administraciones del PSOE y del PP, que durante dos décadas no han dejado de marear la perdiz sin haber concretado absolutamente nada.
El jueves, tras la reunión entre el Gobierno central y el del Principado, quedó demostrado una vez más que Avilés sigue siendo ese pariente pobre que en Asturias depende más allá de lo que Vicente Álvarez Areces decidió en su día para bien en forma de inversiones vitales, y son datos objetivos de lo que le sobre a Oviedo y Gijón. Y a las Cuencas, of course, que el poder en la FSA tiene siempre la necesidad de exhibir su procedencia.
El jueves en Madrid, aparte de la «cuestión de estado» de la Variante de Pajares, se habló del plan de vías de Gijón. Esa historia que trata de volver atrás en el tiempo, como si despilfarros como el metrotrén o el cambio de ubicación de la estación se hubiese afrontado básicamente con los impuestos de los gijoneses y no con dinero del Estado, que es de todos. La alcaldesa de Gijón, que repite en el cargo gracias a la decisión de esa fuerza progresista del Xixón Sí Puede/Podemos, ha conseguido que la ministra Pastor se ponga firme y se disponga a «encontrar una solución» como sea, pasándole por encima a la propia consejera del Principado.
Nada nuevo. Avilés demuestra una vez más que su peso político es de tono menor en esta región, aunque nadie ha querido reflexionar que Avilés es la que inclina la balanza electoral a uno u otro lado de la contienda. Y encima, por si no fuera suficiente el ninguneo regional y nacional, ya hay candidatos interiores, en la propia ciudad, para alimentar esa especie de desprecio hacia el débil por parte de quien siempre entiende que lo suyo es lo primero y lo mejor.
Hablamos de vías de tren, pero podíamos referirnos a la contaminación. Una ciudad que lleva lastrada como zona de atmósfera contaminada desde hace más de medio siglo ha estado absolutamente desamparada por parte de todo el mundo. Ha bastado que el verano pasado hubiera una «nube» en Gijón proveniente de un puerto granelero como El Musel para que su alcaldesa montara un número y, de nuevo, todo el mundo se pusiera firme. En Asturias, ahora sí, hay contaminación.
Podríamos hablar de turismo, en donde Avilés no figura nunca en las estadísticas oficiales de ocupación hotelera o de número de visitantes. O de la problemática de los planes de empleo, que «nace ahora», después de que todo el mundo dejara al Ayuntamiento de Avilés tirado con «su problema». Y así, suma y sigue.
Avilés, en fin, no es de interés general.