Las dudas del futuro Centro Niemeyer
José María Urbano
Miércoles, 11 de noviembre 2015, 18:18
No se puede decir que el viceconsejero de Cultura y a la vez presidente del Patronato del Centro Internacional Óscar Niemeyer haya entrado con buen pie respecto al equipamiento de referencia avilesino. Vicente Domínguez se ha encargado de recalcar su condición de avilesino para añadir un mérito más en su curriculum de cara a dejar sentado su amplio conocimiento de la realidad cultural de esta ciudad y sobre todo del Centro Niemeyer.
De momento hay que lamentar que sus declaraciones no acompañen a lo que seguramente es su clara intención de promocionar el equipamiento avilesino. Llegó a decir, en su primera declaración formal como viceconsejero de Cultura, que le importaba poco, más bien nada, la internacionalización del Centro Niemeyer, sin darse cuenta que esa cualidad está en el ADN del mismo desde que se concibió. Se olvidó incluso de que figura en su propio nombre. En menos de 24 horas fue desautorizado por el consejero de Cultura, que, bien al contrario, declaró solemnemente que la internacionalización era uno de los objetivos claves del centro.
Desde entonces, Vicente Domínguez ha tomado posesión de su cargo como presidente de la Fundación Niemeyer y de nuevo sus declaraciones contienen varias contradiciones, fruto simplemente de que no sabe o no puede dar con la única clave de este asunto: hasta dónde está dispuesto a llegar el compromiso del Principado con el Centro Niemeyer. Y para ello sólo hay una respuesta, que es la que Domínguez sigue esquivando: la partida que va a figurar en los presupuestos del Principado que el Gobierno regional está matizando y empezando a plantear al resto de grupos parlamentarios.
No se puede decir, como acaba de declarar el presidente de la Fundación, que es el director general el encargado de llevar a cabo una programación «de calidad, solvente y con continuidad en el tiempo» si ese director general no sabe de qué dinero va a disponer. ¿De los 2 millones que se comprometió en su día el Principado a aportar anualmente? ¿De la cantidad actual, que no llega al millón? Sin ese dato es evidente que no hay programación posible.
Y sin una programacion solvente, «rompedora» me atrevería a decir, no se le puede pedir al director general que busque patronos privados, simplemente porque estos hace mucho tiempo que huyen de un centro que lleva años saliendo en los medios solamente por sus comparecencias en el juzgado. Una imagen que sólo podría recuperarse, efectivamente, con una programación de relieve internacional. En todo caso, el viceconsejero de Cutura no debe olvidar que la búsqueda de patronos tiene una doble dirección: de abajo a arriba, que es la propia del director general, y de arriba a abajo, que es la que un presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, puso en marcha en su día. Y la que estuvo a punto de culminar el presidente de la Fundación, Manolo Díaz, hasta que le borraron del mapa desde Foro primero y desde la FSA-PSOE después.
Decir ahora, como ha dicho Domínguez, que la actuación prevista para enero de Wilko Johnson (ex Dr. Felgood) ya justifica un trimestre da una idea del conocimiento que el viceconsejero de Cultura y presidente de la Fundación tiene de la realidad de Avilés de los últimos años. Sobre todo cuando se refiere a que en seis meses (que es lo que duró el centro abierto) es imposible convertirlo en un referente. Se olvida que el Centro Niemeyer se convirtió en un referente mundial, y nada digamos en países como Brasil, gracias a una labor que empezó incluso antes de la colocación de la primera piedra, en abril de 2008. Y si Wilko Johnson justifica un trimestre, ¿cuántos años de programación justificarían presencias en Avilés como las de Yo-Yo Ma, Paco de Lucía, Kevin Spacey, Woody Allen, Sam Mendes o el vicepresidente de la ONU? Hablar de la excelente programación del cine actual que nadie pone en duda cuando el Niemeyer fue el único centro del mundo que tuvo como programador a Woody Allen resulta un poco chocante.
Por eso, el viceconsejero de Cultura y presidente del Patronato de la Fundación debería profundizar un poco en el proyecto del Centro Niemeyer y analizar lo que supuso como revulsivo cultural, económico y hasta anímico para esta ciudad. Y a partir de ahí sentar las bases de ese centro de referencia que anhela Avilés y que Asturias entera debería respaldar.