El Muséu del Pueblu d'Asturies muestra desde hoy sus nuevas joyas de cerámica

Las colecciones donadas son la del gijonés Arturo Muñiz Fernández, formada por doce piezas de cerámica de Faro (Oviedo) y Somió (Gijón) y de loza de El Rayu o Vega de Poja (Siero), y la colección de Manuel Jesús Niembro y María Ángeles Llaneza, entregada por Pedro Pablo Niembro López e integrada por 175 piezas de los alfares de Faro, Miranda de Avilés, Llamas del Mouro y Vega de Poja. La primera colección contiene piezas de gran calidad y rareza de Vega de Poja, y la segunda es una numerosa colección de cerámicas muy diversas en las que sobresalen las jarras de sidra de Faro y Somió, que son de las piezas más representativas y singulares de la producción cerámica asturiana, así como una numerosa colección de piezas de El Rayu o Vega de Poja.

En cuanto a las compras, se adquirieron en el occidente de Asturias tres excepcionales piezas de alfares foráneos: dos anforetas o botijuelas de los siglos XVII o XVIII y un jarro de Talavera del siglo XVIII. Las primeras fueron fabricadas en Sevilla, y se empleaban para el almacén y transporte marítimo de aceite, vino, aceitunas o garbanzos desde el sur de España a América y al norte de España y Europa; una vez cumplida su misión se reutilizaron para la construcción y como elementos decorativos en remates de tejados, en especial de hórreos y paneras. Anforetas o botijuelas de este tipo han aparecido en excavaciones arqueológicas en Tapia de Casariego, Castropol, Avilés, Gijón y Oviedo, que se conservan en el Museo Arqueológico de Asturias y han sido estudiadas por Miguel Busto Zapico.

El jarro de Talavera es un testimonio de las 'talaveras' que aparecen con frecuencias en inventarios de bienes de casas pudientes de los siglos XVII y XVIII en Asturias. Para documentar este jarro se consultó al Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias 'González Martí' (Valencia) y al Museo de Cerámica Ruiz de Luna, de Talavera de la Reina (Toledo). Ambos coinciden en señalar la singularidad de la pieza y en los escasos ejemplos de piezas monocromas como este jarro. La escena de caza del perro y la liebre es muy semejante a la decoración de cuencos policromados de estas fechas y los motivos vegetales de disposición ondulada de hojas alargadas salpicadas de pequeñas flores se asemejan a la 'flor de la patata', presentes en estas piezas. La cenefa apunta a piezas de transición y el motivo del collarín con semicírculos lo sitúa hacia la segunda mitad del siglo XVIII.

Actualmente, la colección de cerámica del Muséu del Pueblu d'Asturies está integrada por unas 800 piezas. Es una colección heterogénea determinada por la diversidad de alfares asturianos, los intereses de los coleccionistas donantes del museo y la propia historia de la formación de la colección. La mayoría de las piezas son de alfares asturianos: Faro (Oviedo), Miranda (Avilés), Llamas del Mouro (Cangas del Narcea), El Rayu (Siero) y Somió (Gijón). También hay un buen número de piezas de alfares españoles que se empleaban mucho en Asturias, como Jiménez de Jamúz (León), que es el más representado, y Niñodaguia (Galicia), así como, piezas de alfares sevillanos, talaveranos, etcétera, de los siglos XVIII al XX.

Los tipos y técnicas de todas estas piezas responden a las características de los diferentes alfares. Hay ollas, escudillas, botías o mantequeras, queseras, pucheros, botijos, jarras, orinales... que eran piezas de uso cotidiano en todos los hogares asturianos.