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Barricada en Naval Gijón en 2008.

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Barricada en Naval Gijón en 2008. Purificación Citoula

El ojo atinado y taimado de una mujer a una cámara pegada: Puri Citoula

Purificación Citoula deja un legado de miles de imágenes que cuentan el pasado más reciente de Gijón y Asturias

M. F. Antuña

Gijón

Sábado, 4 de octubre 2025, 23:22

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Atinado y taimado. El ojo de Purificación Cituola era astuto y pronto en advertirlo todo. Era veloz. Como ella. Siempre dispuesta a enfocar y disparar con la prisa del periodismo, de la rueda de prensa a las doce, la firma de convenio a las una, el suceso inesperado que atraganta una plácida comida, el fútbol a las cinco en el Molinón y los jueves, movida gorda en Naval Gijón. Si algo tenía quien fue fotógrafa de esta casa durante treinta años fallecida el pasado domingo y, por lo tanto, quien fue cronista gráfica y mayúscula de Gijón y Asturias, era un remango infinito para moverse en todas las trincheras metafóricas de este oficio, que lo mismo exige esconderse que mostrarse, reír que llorar, que reclama empatía en grado máximo y capacidad de adaptación al medio. No es lo mismo una exposición en el Evaristo Valle que disparar a saco a los modelones de los Premios Príncipe de Asturias a las puertas del Campoamor.

Todo eso y mucho más lo hizo Puri, nuestra Puri, que era cero empática con la impuntualidad y la informalidad y se gastaba, para qué negarlo y ocultarlo con eufemismos incompatibles con su propio ser y estar, una mala hostia indómita y bestial que dejaba a mudo a quien asistía a uno de sus arrebatos. Pero le costaba tan poco reír de inmediato que se paliaba la ira en menos que canta un gallo. Quizá ese carácter lo fraguó a golpe de moverse en un mundo de hombres, quizá lo desarolló como un elemento de defensa para no dejarse pisar. Y bien que lo logró. Nadie le tosía. Nadie se le ponía por delante a esa reina de la vehemencia que era también la emperadora de la carcajada, generosa siempre a la hora de retratar a sus compañeros, de enfocar a los amigos.

Amaba la profesión. Y por eso, por mucho que emergiera la queja por una foto inoportuna o pedida a deshora, nunca tenía pereza de ponerse al lío. Y nunca escatimaba el entusiasmo, las ganas de enseñar la imagen captada y la singularidad de ese momento mágico en el que el todo se alía para hacer con el documento del día a a día una obra de arte. «Puri entraba por la puerta y siempre venía a enseñarme alguna foto, a traerme alguna cosina para el archivo», cuenta Pablo Entrialgo, quien durante años estuvo al frente de la documentación de este periódico y quien necesita solamente tres palabras para definirla a la perfección: «Era muy buena».

Firme

Era firme y virtuosa enfocando escritores en la Semana Negra, conciertos de la Semana Grande o fotografiando artistas, pero era excepcional absolutamente como retratista. Paz Fernández Felgueroso, la que fuera alcaldesa de Gijón, siempre la reclamaba para las entrevistas. Y si miran ustedes los retratos de Juan José Plans, Leire Pajín y Jacqueline Bisset que ilustran estas páginas advertirán que no es exagerado el elogio, que Puri tenía un don para captar el alma, para mostrar mucho más que el aspecto físico.

Puri, Citoula, la mujer a una cámara pegada que jamás perdió el acento gallego por mucho que Asturias fuera su hogar, fue una contadora de nuestro pasado presente, que fotografió a aquel Felipe González de finales de los ochenta, a un jovenzuelo Pedro de Silva, que estaba allí cuando había lío en los astilleros, en la siderurgia, cuando las mujeres de Cimadevilla se echaban a la calle en Campo Valdés a golpe de cacerola, cuando Joaquín Sabina era pregonero carnavalero y torero en los tiempos de Tini Areces... Puri vio pasar alcaldes, alcaldesas, presidentes, consejeros, vio evolucionar Gijón y cambiar el mundo... Y mudó el blanco y negro y el encantamiento del laboratorio cuando la imagen se revelaba sobre el papel por el color y el digital multiplicando las imágenes con las que relatar el mundo. Puri le puso belleza incluso a la fealdad de un suceso escabroso y cruel, a un luto, a un dolor.

Ella, nuestra Puri, nos contó. Y sus imágenes, en los archivos y todavía en algunas retinas, nos siguen contando. Puri es historia del periodismo asturiano y es historiadora de la Asturias más reciente. Puri tenía un ojo atinado y taimado a través del que han mirado miles de personas esta tierra y su devenir.

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