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La histórica fotógrafa de esta casa, Purificación Citoula, ha fallecido a los 68 años. José Simal

El fotoperiodismo asturiano pierde a una de sus pioneras: adiós a Purificación Citoula

Un accidente vascular se llevó a nuestra compañera a los 68 años, que disfrutaba de su jubilación después de fotografiar tres décadas del devenir de Asturias para EL COMERCIO

Domingo, 28 de septiembre 2025

El fotoperiodismo asturiano ha perdido a una de sus pioneras. La fotógrafa Purificación Citoula, trabajadora durante más de tres décadas de EL COMERCIO, falleció este domingo a los 68 años, tras no superar un accidente vascular. La noticia causó hondo pesar entre quienes fuimos sus compañeros y compartimos con ella muchas horas de trabajo. Puri, para todos, comenzó sus tareas en el campo de la fotografía en la década de los setenta en su Galicia natal, con tan solo 17 años, como fotógrafa de prensa, profesión a la que quedaría vinculada para siempre hasta su jubilación en esta casa, en 2018.

En 1984 se incorporó a la redacción de este diario, con Francisco Carantoña como director, con él compartía origen y militancia gallega, pero también ese ser asturianos por vocación. Aquellos eran años en los que la fotografía digital no había llegado y el revelado era totalmente manual. Aunque las nuevas tecnologías cambiaron su forma de captar las imágenes su empeño y su pasión nunca varió y siempre defendió la pureza de las imágenes. «Hay que medir bien la luz, buscar el encuadre..., y si no lo puedes hacer todo bien entonces puedes corregir algo después, pero la foto no se hace en el ordenador ni en el laboratorio. La foto debe salir de la cámara», dejó dicho en alguna ocasión.

En El Molinón, con Damián Arienza, en el que fue su último día de trabajo en ELCOMERCIO, en el que cubrió, como tantas veces, un partido del Sporting.
Histórico equipo de fotografía de ELCOMERCIO, con los también ya fallecidos Caicoya y Bilbao, además de Joaquín Pañeda, Luis Sevilla, José Carlos Caicoya y Paloma Ucha.
El retrato era uno de sus puntos fuertes.
Cubrió centenares de protestas, nada se interponía en su camino cuando iba a hacer una foto.

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Fue una de las pioneras en la fotografía de prensa en Asturias y por su objetivo pasaron muchos de los momentos esenciales y de los personajes de esta tierra que hizo suya, no en vano aquí nació su hija, María. Pero Citoula nunca se olvidó de Dodro (A Coruña), donde nació y adonde regresaba con frecuencia.

Nada se interponía cuando Puri quería hacer una foto. Por su cámara pasaron conflictos laborales, ruedas de prensa, entrevistas, sucesos, en los que siempre fue especialmente respetuosa con las víctimas. Le gustaban sobremanera los retratos y sabía captar los gestos y el carácter de quienes se ponían ante ella como pocos. «Tienes que fotografiar a los dos bandos, los tres, o los que sean, y si estás a favor de uno, el otro siempre va a salir perjudicado. Cuando estás trabajando, eres neutral», decía con frecuencia. Y lo cumplía siempre.

Puri fue una de las primeras mujeres en empuñar la cámara como fotógrafa de prensa en Asturias, maestra de muchas que llegaron detrás. Su carácter expansivo, su risa fuerte y aquel genio marca de la casa que rápidamente se transformaba en cariño serán siempre recordados en la familia de EL COMERCIO, donde hasta su jubilación también trabajó su inseparable marido, Serafín Sanjurjo, jefe de la rotativa.

Anécdotas e historias

Citoula conocía a casi todo el mundo y casi todos la conocían a ella. «Ponte aquí, más al centro, no tanto, a la derecha,...». En un momento revolucionaba el entorno por completo. Pero todos le hacían caso porque sabían que tras las instrucciones pertinentes la imagen quedaría impecable.

Imposible no saber cuándo llegaba a la redacción. Antes de verla se oía su voz. Siempre con alguna anécdota o historia que contar. Como imposible es en estos momentos elegir una de sus fotos más emblemáticas porque son miles. Trabajó con los veteranos y también con los becarios que pasaron por la redacción, a los que guió y enseñó algunos de los trucos que ella bien conocía para ser mejor.

En 2018 le llegó la jubilación pero nunca se alejó de esta casa, participando en reuniones o fiestas como siempre había hecho. Hace solo unos meses se unió a una de estas cenas tradicionales pero no quiso trasnochar porque al día siguiente tenía que ir a cuidar a sus dos nietas, Elisa y Elena. Ellas, junto a su hija María, y su marido eran su gran alegría, su auténtica pasión, porque su familia era lo más valioso para Citoula.

Nada más conocerse la noticia se sucedieron las muestras de pésame. Compañeros del gremio, personalidades de la sociedad asturiana y quienes de una manera u otra tuvieron la oportunidad de conocerla mostraron su pesar y destacaron su profesionalidad y su carisma. «Nel corazón llevovos pensando nel periodicu y nuna muyer que fixo historia como pionera y referente que fue», escribió la consejera de Cultura, Vanessa Gutiérrez.

Este lunes, a las siete de la tarde, será la Celebración de la Palabra en el tanatorio de Cabueñes, donde hasta esa hora su cuerpo será velado en la sala cinco.

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