Ética y poética, libro a libro
La brevedad sabiamente administrada, la oralidad y su compromiso marcan su obra
pablo antón marin estrada
Viernes, 17 de abril 2020, 16:04
De los innumerables elogios que el escritor Luis Sepúlveda recibió de su obra, seguramente uno de los que más le habrían complacido se lo dedicó un colega español, comprometido como él en la defensa activa del medio ambiente: «Lucho practica la ecología hasta en la forma de publicar. Sabe que para contar una buena historia bastan unas pocas páginas, no hace falta derrochar papel». Aludía a uno de los ingredientes esenciales en sus novelas: la brevedad y economía sabiamente administradas. Los otros serían el uso de un lenguaje claro, cercano a la oralidad, unido a su capacidad para detectar la magia en lo real o la querencia a la fábula, dos elementos muy presentes en algunos de sus maestros, de Conrad y Melville a Chandler. Él mismo desvelaría en más de una ocasión uno de sus trucos para dar por válido un texto: leerlo de viva voz. Si funcionaba así, también podría hacerlo en la lectura de otros.
En cada uno de los títulos con los que iría ganándose el favor de legiones de seguidores en las más diversas lenguas es perceptible esa voluntad por contar con claridad y amenidad, sin alzar la voz ni perseguir el rizo de lo sublime en la expresión rebuscada. Un rasgo que lo distinguía perfectamente de otros autores contemporáneos de éxito, sin ir más lejos, la generación anterior de los narradores latinoamericanos del boom. Su obra más leída, 'Un viejo que leía novelas de amor' (1988), es un perfecto ejemplo de ello. En sus apenas 144 páginas se despliega un universo de intensa fertilidad en el que caben los sueños de Antonio José Bolívar y su melancolía endulzada en folletines rosa, el misterio y la belleza feroz de la tigrilla o la sabiduría intemporal de los shuar. Otras magias, las de la memoria personal y la historia reciente, nutren su incursión en el género negro con 'Nombre de torero' (1994): el oro de los nazis y un rastro que lleva a la prisión de Spandau, mientras otro nos conduce a la antigua militancia de sus protagonistas Juan Belmonte y Frank Galinsky, le llevan a adentrarnos en una selva distinta a la amazónica, la de los enmarañados hilos ocultos que mueven la codicia en el mundo y la propia condición humana. Un Belmonte ya al final del camino y otros nombres del relato serían retomados en una de sus últimas obras: 'El fin de la historia' (2017), en la que el mal se mezcla entre cosacos conjurados y torturadores de la dictadura de Pinochet. Su propia memoria de esos años negros que él conoció en su Chile natal y las viejas fidelidades revolucionarias son destiladas desde la experiencia de la vida en 'La sombra de lo que fuimos' (2009), una emocionante reivindicación del valor y la verdad encarnados en los perdedores.
El género policiaco le sirve a Sepúlveda para desentrañar los entresijos del laberinto del mal en nuestro tiempo y ponerle rostro, pero también para recordarnos que no siempre lo tiene y que su causa se siente cómoda militando en el bando de los mercenarios, como en su novela breve 'Diario de un killer sentimental' (1998), publicada junto a otra narración de formato corto y diferente asunto 'Yacaré', obrita emparentada con uno de sus ciclos más fecundos y acogidos con mayor felicidad por sus lectores, el de las fábulas con vocación de despertar la sensibilidad hacia las formas de vida o de cultura amenazadas por la vorágine depredadora del sistema contemporáneo. Esa inquietud late desde el 'Un viejo que leía novelas de amor' para volver a evidenciarse en su singular homenaje al Melville de Moby Dick de 'Mundo del fin del mundo' (1996) y prolongarse hasta su última novela 'Historia de una ballena blanca' (2019). Ecología que engloba lo humano y la memoria de los suyos, el pueblo mapuche, hay en otro de sus relatos más bellos: 'Historia de un perro llamado Leal' (2016) y en crónicas viajeras como 'Patagonia Express' (1995). Humanismo, fantasía y émoción, tres pilares en la forma de entender su literatura, sostienen su fábula 'Historia de una gaviota y del gato que la enseñó a volar' (1996) o en sus más recientes 'Historias de Mix, de Max y de Mex' (2012) o'Historia de un caracol que descubrió la importancia de la lentitud' (2018). Él nos descubrió que la ética y la ternura pueden ser la aventura más fascinante.