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El presidente Barbón, el expresidente José Luis Rodríguez-Vigil, el concejal ovetense Carlos Llaneza, la exconsejera de Cultura Berta Piñán y el director general Antón García. Tras ellos, entre otros, Xosé Antón González Riaño, de la Academia de la Llingua; Delia Losa, exdelegada del Gobierno; la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín, y el fundador del PAS Xuan Xosé Sánchez Vicente.

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El presidente Barbón, el expresidente José Luis Rodríguez-Vigil, el concejal ovetense Carlos Llaneza, la exconsejera de Cultura Berta Piñán y el director general Antón García. Tras ellos, entre otros, Xosé Antón González Riaño, de la Academia de la Llingua; Delia Losa, exdelegada del Gobierno; la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín, y el fundador del PAS Xuan Xosé Sánchez Vicente. J. M. Pardo
Multitudinario adiós

«El mundo fue más grande con Xuan Bello»

Cientos de personas desbordaron el ovetense tanatorio de Los Arenales para despedir al genial poeta y al «hombre sabio y libre»

Miércoles, 30 de julio 2025, 23:39

Solo con ver las cunetas cercanas al tanatorio de Los Arenales, con coches en cada caleya una vez desbordado el aparcamiento, uno podría hacerse a una idea de la magnitud de la figura que este miércoles Asturias despedía aún incrédula y con cientos de gargantas amarradas en un único y áspero nudo. Pero solo una idea. Porque Xuan Bello llegó tanto y a tantos sitios que lo que ocurrió en su despedida no cabría en estas páginas. No pudo tampoco expresarse en palabras, de las que él era maestro, como tantos de sus infinitos amigos que, si bien no pudieron recoger tanto dolor en unas pocas frases, no hay lengua, no hay llingua que lo haga, sí le hicieron justicia con la belleza de sus intervenciones.

Así que la misa por el genial escritor no podía darla otro que un amigo. Lo hizo un emocionado Víctor Márquez Pailos, actual párroco de Mondoñedo y quien fuera abad de Silos, además de teólogo y poeta. Él, que como Xuan fue firma habitual en este periódico, atesora un sinfín de recuerdos compartidos. Pero lo que quiso destacar por encima de todo fue su bondad. «Xuan tenía debilidad por los pequeños y los últimos y por eso escribió en la lengua de los últimos», se dirigió a los asistentes. Se refirió a Sócrates, que no creía en los dioses de la ciudad porque «no se acordaban de los últimos», y recordó que como él, Xuan era «un hombre sabio y libre».

Además del oficiante, tomaron la palabra más voces rotas por el adiós. El cronista oficial de Teverga y poeta, Celso Peyroux, en lugar de sus versos, fue el encargado de leer un fragmento de los evangelios durante el funeral, Y habló, cerrando el emotivo acto de despedida, la consejera de Cultura y poeta Vanessa Gutiérrez, quien se confirmó en «la dolorosísima e imposible misión de despidite». Se encontraba, como todos, le dijo, «rendíos énte ti, d'admiración, de dolor y d'un cariñu inmensu que nun entiende tiempos nin conxugaciones; arrasaos y al debalu, como una bandera a la abandonare'l vientu, tratamos d'ecribir y falar, de poner en común con tanta xente a los que nos fixiste comunes, anque se faiga cuasi imposible verbalizar».

Pero el primero en intervenir tras el oficio religioso sería el poeta Martín López Veg, actual director del Instituto Cervantes de Manchester. Con la emoción latente por la pérdida del amigo y el cómplice de tantos años, pero con la serenidad y la claridad de quien habla para otros que compartían el mismo dolor por Xuan Bello, el escritor llanisco recordó momentos imperecederos que compartieron juntos en viajes y noches de celebración de la amistad. Como aquella estancia en Buenos Aires visitando a sus parientes de Paniceiros, donde algunos de ellos le decían que inventaba sus propias historias: «Pero Xuan, tú nunca inventabes, pasabes per debaxo de la realidá los filos que mueven la vida», afirmó. A la propia idea de complicidad, tal como la entendían ambos, también apuntó que «era como si la felicidad hubiera que tramala como un asaltu al bancu de la vida»,

Tuvo palabras de consuelo para su familial: «Lo que mas me presta y mira que nos conocemos de va años ye que en toles coses de les que m'alcuerdo tais xuntos Sonia y tu. Esa risa de Sonia, dábate la vida compañeru, y anque güei nun tea el día pa muncha risa,sé que tas pensando nella y vamos facer que se ría, te lo prometo, compañeru pa que tu la sientas bien alto y vivas feliz de sentila tamién feliz. Y Lena va dase cuenta decuanto te queríamos toos». Imaginó al amigo escribiendo una historia universal «de esi otru llau y vamos dir contigo a buscar la cabra d'oru o esi sentíu que güei nun somos a topar», expresó.

La catedrática en Filosofía y referente feminista Amelia Valcárcel lanzó a bocajarro su gran duda. «No sé si estoy más triste que rabiosa o más rabiosa que triste». Una pregunta para la que pocos tenían ayer respuesta. Pero, al igual que ella, todos tenían una certeza que asir con fuerza:«Era una persona queridísima y alguien que es capaz de convocar tanto amor es alguien único. Xuan era absolutamente único». Pocas cuestiones quedaban a estas alturas por resolver, pero Valcárcel continuó arrojando luz sobre algunas preguntas que no podían quedar sin resolver: ¿Para qué queremos, para qué necesitó Asturias, un poeta como él? «Para darnos las palabras con las que podamos dar forma al sentimiento». O para intentarlo. Leyó también unos poemas del Arcipestre de Hita: los dicterios contra la muerte, para llegar a una conclusión irrefutable: «El mundo fue más grande con Xuan porque le daba luz y la luz nunca se apaga».

Pero al final, la paradoja que había señalado la consejera. «Xuan, nun puede faltar el que siempre taba. Nun puede marchar el que siempre quedaba hasta'l final». Hoy, falta el poeta. Y falta el fíu de Estrella. Y el padre de Lena, el home de Sonia. Falta'l compañeru. Falta'l amigu. Pero «gracies, Xuanín, pola vida entera».

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