«Me mantengo al margen de subvenciones, creo que un artista tiene que mojarse el culo»
Loquillo charló en Poex con Igor Paskual y reivindicó el valor «de ser amigo del contrario porque se crece en la discrepancia»
Tenía Loquillo ganas de «meterse en problemas» ayer, cuando llegó a Poex. Defendiendo a ultranza que «un artista controvertido» como él tiene que llevar ... la polémica «en el ADN», el público se frotaba las manos e Igor Paskual, su contertulio, se ponía nervioso, a sabiendas de que el cantante disfruta metiéndose en charcos. Cumplió con su afición anoche, mientras celebraba los treinta años de su disco 'La vida por delante', un álbum de poemas musicados que surgió de su inquietud por llevar los versos «al lenguaje musical del rock». Aquello fue en 1994, un tiempo en el que «los cantautores estaban desfasados» y él creía que «la poesía no era un lugar solo para ellos».
Se embarcó entonces en esa empresa, después de «cuatro años de gira continua, en los que todo había sido sexo, drogas y rock and roll y los excesos eran absolutos». Pero, tras tanto desfase, llegó un punto en que Loquillo dijo basta porque le aburría «el 'peterpanismo' dentro del rock and roll», se quejaba ayer. «Sí, yo me metí en la música para tener relaciones, experimentar con sustancias y vivir la vida, pero todo eso yo ya lo había hecho y tenía que haber algo más».
Ese algo le llegó de la mano del poeta Gabriel Sopeña y se repitió unas cuantas veces más porque Loquillo –Loco, para Paskual– le cogió el gusto a eso de los teatros. «No soporto que los grupos de rock vayan a los teatros a hacer lo mismo, a mí me gustan los artistas que hacen cosas totalmente distintas. Yo, la primera vez que salí a un teatro, me di cuenta de que ese era mi lugar» y de que allí se siente más libre: «Es que, si yo me mantuviera siempre en el resgistro del rock, me aburriría de ser Loquillo todo el rato».
A veces le apatece huir de ese personaje que siempre se mantuvo «al margen de la subvenciones. Yo creo que un artista tiene que mojarse el culo. Tienes que trabajar con tu dinero y no con el dinero de otro», reivindicaba, mientras defendía la rebeldía con convicción. «A mí me gusta decirle siempre a la gente que no sean sumisos. Los artistas deben enfrentarse al mundo, no pueden ver la vida de una manera acomodaticia».
Haciendo siempre lo que le da la gana, Loquillo recordaba que él pertenece «a la generación del punk, la primera generación libre en España». Y quizá por todo lo vivido, al cantante le gusta ser siempre «amigo del contrario porque se crece en la discrepancia, no en la coincidencia. Un artista debe ser contradictorio». También tiene que evitar ser ridículo y hacer –como todas las personas de cualquier sector y condición– «las cosas a la edad que te corresponden», defendía. «No puedes ponerte hasta el culo de cocaína con cuarenta y cinco, si no lo hiciste a los veinte», se reía. «No puedes ir con el paso cambiado», sentenciaba.
Hay que seguir el ritmo de los años «y no olvidar lo que han costado las cosas», recordaba. «Una cosa es ser clase trabajadora y otra es ser de izquierdas. Yo soy clase trabajadora y vengo de abajo. No nos podemos olvidar de que en España, en el 75, los grupos de rock eran perseguidos y también los tíos que llevaban el pelo largo, así que, si tocas en una banda de rock, tienes que saber de dónde vienes».
Él sabe todo lo que lleva detrás y no está aquí, en la vida, para comprarse «un edificio de apartamentos, sino para ser audaz». Confía en que su legado poético y musical sirva a las generaciones futuras, al igual que Alicia Álvarez espera que sus cuentos y sus canciones planten en los niños la semilla del amor por la literatura. Ayer –también en Poex– ella protagonizó un recital de poesía que puso a bailar a unas cuantas decenas de niños.
Virginia Gil Torrijos y Chema Aladro también fusionaron melodías y versos, en su espectáculo 'Diamantes y óxido', que bañó de emociones el Toma 3. Hoy seguirán los poemas, las canciones y las reivindicaciones en Poex,
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