Marco Magoa dice adiós a Asturias con una tragedia

Después de casi veinte años llevando su teatro a Namibia, Marruecos, Egipto, Jordania, Dinamarca, Túnez, el Reino Unido, Estados Unidos, Sudán, Irak, Italia, Mauritania y el mes pasado Argelia, y ante lo que considera el desprecio e incomprensión de los suyos, ha decidido consumar ese adiós con este estreno. «Cuando te sucede eso, solo te queda la inmolación artística como acto de generosa dignidad», dice Magoa, que sostiene que esta función es un homenaje a sí mismo y «un grito desesperado de amor y decepción con Asturias».

Es esta una obra sobre los supervivientes de las derrotas y en ese lugar está también él. «Qué maravilla ser derrotado y seguir tirando, seguir creando, llegando a lugares del mundo a los que nadie va, donde nuevas generaciones de hombres y mujeres bondadosas y valientes, que sueñan y luchan por un mundo mejor jugándose la vida me reciben con amor y respeto...», dice el actor, director y dramaturgo, que ha compuesto una pieza de una hora y cuarenta minutos que no es apta para menores de 16 años. Se anuncia dura. «Habla de la compasión, de la belleza y necesidad del arte para sobrevivir, del origen de la violencia, de la soledad, de la venganza. También hay mucho humor, desde el sarcasmo», anuncia. Hay tiempo, pues, para la risa, sostiene el autor, que no niega que la violencia está presente desde el diseño de la escenografía, el vestuario y la iluminación, que también firma. Augura una función sorprendente, porque su respeto hacia el público es máximo y quiere poner en escena lo mejor.

«El público saldrá deseando haberse subido a gritar al escenario, a cantar, a abofetearme, a recitar versos, a abrazarme a mí y mis actores y a no soltarnos nunca de ese abrazo, también quizás con ganas de matar lo horrible, ganas de aniquilar al ser humano», dice el creador, que subraya que su propuesta es un texto con tono épico, contemporáneo y poético. «Es una inmolación», reitera.

No estará solo en este viaje: «Nunca estoy solo en mis aventuras teatrales, me subiré al escenario de la Laboral con la actriz Lola Manzanares y el actor camerunés Alex Usen, que ha luchado contra mares y desiertos para estar aquí, que está vivo de milagro. Yo también estoy vivo de milagro y solo comparto mi vida y el escenario con los valientes y los bellos de alma; con los nobles».

Buscarán la emoción del público, al que reclama esa complicidad como artista que aquí, en su tierra, se le ha negado. «Qué mejor lugar para hablar de la desesperanza, ante este presente tan desolador, que en la región con uno de los índices de suicidio más altos de Europa. Qué mejor lugar para hablar de la matanza de niños en las guerras, del genocidio, el terrorismo y la aniquilación, que en la región con uno de los índices de natalidad más bajos de Europa, y donde a los artistas en Asturias se les manda a freír espárragos a los Emiratos», afirma Magoa, que seguirá llevando su teatro por el mundo, y en especial en los países árabes, donde ha visto cómo muchos gestores culturales se la jugaban para que él pudiera estrenar. «Por suerte soy trilingüe, hablo árabe e inglés y el mundo es grande, seguiré yendo a donde me quieren, a donde no me faltan al respeto».