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Cuántos relatos de la vida cotidiana se escriben en un billete, en el ticket de tren, de autobús o de tranvía que propician el viaje ... cercano y lejano. Posee el Museo del Ferrocarril de Asturias una notable colección de billetes que ahora se ve enriquecida con la llegada al equipamiento de una donación del anticuario Ignacio Urrutia, que ha puesto a disposición boletos que lo mismo son de Alsa que de otras compañías de transporte por carretera y de las diferentes empresas ferroviarias que operaron no solo por esta Asturias nuestra sino también por otras geografías, como Madrid o Barcelona e incluso algunos de otros países. Son también múltiples los vinculados a los transportes urbanos, como los autobuses y los tranvías.
Cierto es que mirarlos desde la perspectiva actual genera una cierta nostalgia. Esos cartones que habían de ser fichados, agujereados en el centro para certificar su uso, que se imprimían también sobre papeles más finos, escritos a mano unos, otros no, que adquirían la forma de kilométricos con los que podía viajar toda la familia un número concreto de kilómetros se dejan mirar con cierto embelesamiento, al margen de su valor histórico. Entre los donados, uno de San Juan de Nieva a Avilés de 1897, que es posiblemente el más antiguo ahora mismo de la colección. Está también uno de los billetes más viejos que se conserva de Alsa. «Los billetes formaban parte del stock que yo tenía en la tienda», revela el donante, que explica cómo esos justificantes de viaje en general siempre han sido un elemento muy querido y reclamado por los coleccionistas. Entre las múltiples curiosidades, tiene especial valor histórico por su rareza uno emitido por Ferrocarriles Reunidos, puesto que es una empresa constituida en la zona republicana en 1936 que reunió a todas las compañías de ferrocarril hasta agosto de 1937. Y otra singularidad que se incorpora a los fondos: una colección de billetes capicúa. Una búsqueda de la buena suerte que ha llegado hasta aquí y que compila transportes de Gijón, Madrid y otros muchos lugares.
Hay decenas de miles de billetes conservados. Hace años se hizo una exposición y en el futuro el plan es intentar montar alguna para poder mostrar todas estas piezas singulares.
Pero ese amor por conservar ese pasado en papel está ya en franco declive. «Todo esto fueron cosas muy bonitas en su momento, pero ahora con el móvil e internet murió todo», revela este histórico anticuario gijonés que tiene en mente realizar más donaciones y pequeñas ventas a otros museos de la ciudad que puedan estar interesados en ellas. Guarda, de la vieja tienda, material de interés en diferentes ámbitos, como la fotografía.
La donación incluye muy diferente documentación, incluida alguna tan singular como la que aborda el caso de un maquinista que allá por los años veinte vio cómo un tren le amputaba la pierna a su hijo cuando era un niño. Todo el proceso para reclamar ayudas y atención médica en aquel momento se conserva en papeles amarillentos e imágenes que viran al sepia y que conducen, de nuevo, a historias cotidianas, de la vida misma, que también tienen cabida en los museos.
En la donación de Urrutia, que también ha realizado una pequeña venta, ocupa lugar destacado una colección de maquetas realizadas en cartón por un desconocido que bien podría ser británico. Era común en Gran Bretaña, después de la guerra, cuando no había ni plástico ni otros materiales, esta forma de hacer reproducciones ferroviarias, que en el caso que nos ocupa es absolutamente delicada y minuciosa. Son preciosidades que reproducen locomotoras y vagones y que han sido ya catalogadas. Son unas setenta y se sabe que fueron adquiridas en Madrid a un aficionado al mundo ferroviario, pero no cómo llegaron hasta allí. «Son una maravilla, son trenes de todo tipo hechos con cartón y cola», revela Javier Fernández, director del museo. Ignacio Urrutia, el donante, tampoco sabe más allá de ese origen madrileño.
Está el museo a la espera de una donación de modelos importantes y la idea es que se pueda organizar una exposición con las que pronto recibirán, con estas pequeñas maquetas y algunos elementos más que se guardan entre sus fondos.
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