Valdediós albergó «la gran central energética» de la Asturias medieval
Tres kilómetros de río encauzado y fortificado, un canal subterráneo, estanques, una docena de molinos y saltos de agua fueron la forma de colonizar las aguas en los aledaños del monasterio
Es uno de los más grandes conjuntos hidráulicos de España y Europa, el más importante del norte peninsular y el fruto del trabajo que ejecutaron ... los monjes cirtercienses en plena Edad Media, cuando sus monasterios se convertían en polo de atracción alrededor de los cuales florecía la vida. Y la vida requiere inexorablemente agua. El agua era «el petróleo y la electricidad» de la Edad Media en palabras del arqueólogo Iván Muñiz, que ha llevado a cabo una gran investigacion independiente sobre toda esa área ubicada en torno al monasterio de Valdediós y el río homónimo del que ahora se hace público un avance a falta de que en el otoño llegue el trabajo definitivo, que aportará toda la luz necesaria sobre ese gran complejo y el territorio que regó, del que quedan vestigos y huellas hoy perfectamente visibles.
El Císter, con su llegada a Valdediós, alumbró en el año 1200 el desarrollo de todas esas infraestructuras hidráulicas a las que se había dado ya un primer impulso en el siglo IX gracias a los reyes de Asturias y sus aristocracias con la fundación de San Salvador de Boiges. En esas dos etapas y años posteriores surgieron de forma resumida: tres kilómetros de río encauzado y fortificado, estanques, pozos, saltos de agua, una docena de molinos e incluso una magnífica canalización subterránea de ochenta metros de longitud con una profundidad máxima de 3,5.
Todo eso habla de vida. Habla de una zona rica, donde todo el mundo quería vivir, habla del propio monasterio y de la aldea medieval de Villanueva, habla de viñedos, de cultivos, de moliendas, de pesca... «Era la zona más rica de Asturias», revela el arqueólogo, que utilizó una demoledora e ilustrativa metáfora para recrear lo que debió ser ese pasado: «Era una gran urbanización de La Moraleja». Ellos crean en ese valle con todos esos sistemas hidráulicos una vida rica que habría incluso de alentar con sus aguas en el futuro la llegada de la electricidad a Villaviciosa. Fue una suerte de revolución, se creó allí, volviendo siempre a visuales y reveladoras metáforas de Muñiz, «un Silicon Valley» del Medievo. Esa cultura de los monjes llegados de Borgoña transformó por completo el espacio, que se sitúa ahora en «la élite de los paisajes del agua».
El río lo era entonces todo. El agua debía estar presente para propiciar una vida feliz y lo que era una zona de marisma o mariña debía ser domada para controlarla y hacerla útil. En el siglo IX comenzó a hacerse. A partir de de ahí se revelan ya todas esas canalizaciones, «esas autovías y oleoductos de entonces», con no solo los molinos, sino también sistemas de regadío que recuerdan las formas de las hojas de los árboles abriéndose sobre los campos para cultivos como los viñedos. «Hubo grandes plantaciones de viñedos», detalla el arqueólogo.
Ese «universo durmiente» o esa «ciudad perdida del agua» a los que él ha ido dando forma simplemente buscando, pero sin necesidad de recurrir a excavaciones –porque todo estaba ahí–, incluía también estanques cerrados que permitían las pesquerías, otra forma de hacer cotidianidad en toda la zona aledaña al monasterio, que igualmente tenía en torno al río su camino real.
Todas esas infraestructuras que configuran «la gran central energética de la Asturias medieval» se van siguiendo al tiempo que transcurre el curso de un río, el Valdediós, desde el que se crea un canal que acaba confluyendo con él y que en su camino va jugando con las alturas y los meandros para propiciar y facilitar la bajada y la correcta distribución de las aguas. Hay incluso pontones para cruzar ese canal que permiten crear estanques.
Pero quizá una de las obras más destacadas de este conjunto sea precisamente esa canalización subterránea de ochenta metros de longitud con bóvedas de piedra que permitía que las aguas circulasen sin sufrir pérdidas.
El hallazgo de este complejo en Valdediós permite una relectura de la vida medieval alrededor del cenobio y, sobre todo, redescubrir su paisaje. Es un elemento patrimonial de primer orden que puede dar lugar en el futuro a un itinerario cultural de gran relevancia. No sería la primera vez que los paisajes del Císter se convierten en elemento de atracción turística. Ocurre en Francia con el llamado Canal de los monjes.
Este trabajo vinculado con el agua es solo un avance del gran estudio 'La arqueología perdida de los monjes blancos', que arrancó en el año 2023 y que ha permitido ver con otros ojos un paisaje medieval único. «La investigación va a sacudir algunos de los cimientos de lo que se comprende como cultura rural de la Edad Media. Va a zarandear el árbol de la ciencia para que caigan nuevos frutos», concluye el arqueólogo.
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