El anuncio del plan verde de Arcelor para Asturias cumple cuatro años lleno de dudas sobre el futuro
El horno eléctrico que se construye en Gijón es la única plasmación de los proyectos del grupo en Europa, que ya no ve viables las plantas de DRI
Tal día como este domingo, hace justo cuatro años, aún en plena pandemia y con la necesidad de mascarillas, como demuestra la fotografía que ilustra ... esta información, se producía uno de los anuncios más importantes de la historia reciente de la economía asturiana. Eso era, al menos, entonces. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto con el de Arcelor, Lakshmi Mittal, y su hijo y consejero delegado, Aditya Mittal, hacían público en Gijón un plan milmillonario para descarbonizar la mitad de la cabecera asturiana. Este pasaba, básicamente, por transformar la acería de Gijón en una de tipo eléctrico que ya no necesitara para funcionar el arrabio de horno alto, sino prerreducidos de hierro, y tenía como elemento clave construir paralelamente una planta de reducción directa del mineral de hierro (DRI) para poder suministrar ese material 'in situ'.
Sin embargo, cuatro años después de aquello, la compañía ha dejado en suspenso esta segunda parte, la más ambiciosa y también la más cara, y que era realmente el corazón de su plan verde. Con ello, y los tiempos de la descarbonización que marca Bruselas en forma de sobrecostes económicos para el CO2, el futuro de la siderurgia regional se llena de incógnitas.
El tiempo apremia. Los hornos altos van a ir dejando de ser competitivos a medida que el sistema de comercio de emisiones se haga más restrictivo y se eliminen progresivamente las asignaciones gratuitas. Pero, además, en el caso asturiano, el horno alto 'A' está cercano a agotar su vida útil. La empresa podría invertir en repararlo para alargarla, pero ve inviable amortizar un gasto de ese calibre ante la debilidad del mercado del acero en Europa, que sufre una profunda crisis, y el panorama que se presenta para este tipo de instalaciones. Pero, a la vez, Arcelor reconoce que, en el contexto actual, las plantas de DRI como las había previsto no son viables, a pesar de las ayudas concedidas para su construcción, que en el caso de España fue de 450 millones, aunque en otros lugares, fueron incluso mayores.
De hecho, en países como Alemania el grupo ya ha hecho público que tampoco abordará la construcción de los hornos eléctricos, al menos de momento, y que rechaza 1.300 millones en subvenciones. Y, esta misma semana, también ha trasladado a los sindicatos belgas que no seguirá con sus planes en la factoría de Gante, la que hasta ahora estaba considerada la joya de la corona de Arcelor en el continente. Allí tampoco habrá en el corto plazo ni siquiera horno eléctrico híbrido. No se espera ninguna planta de DRI.
Problema de costes
Entre las principales causas para esto están, además de los problemas del mercado, el alto coste energético, tanto de la electricidad renovable como del gas natural, llamado a ser un combustible de transición hasta el desarrollo del hidrógeno verde. Y este último también tardará mucho más de lo previsto en llegar.
Arcelor fue pionera hace cuatro años al anunciar la creación de un consorcio junto a Enagás, Fertiberia y DH2 para producir este vector energético en Zamora y canalizarlo hasta Asturias. La alianza, sin embargo, no fructificó por las diferencias entre los costes de producción necesarios y el precio final que requería el consumo. Sin embargo, aquel proyecto de canalización inicial no se ha quedado muerto, aunque sí ha mutado. Enagás, ya en solitario, plantea construir una gigantesca red de hidroductos que atraviese España de norte a sur y de este a oeste, con más ramificaciones, y también, junto a otros operadores europeos, crear uniones con Portugal y Francia, en este caso submarina, para conectar la generación con los grandes polos industriales. Pero hará falta mucho más tiempo y se mantiene la complicación de casar los precios, sin subvenciones tan enormes como las que se ofertan en países como Estados Unidos.
Así, cuatro años después de aquel anuncio de Arcelor en Asturias, al que luego siguieron por Europa otros muchos, la única plasmación de aquellos proyectos de descarbonización en el Viejo Continente está realmente en Gijón, con el inicio de la obra del horno de arco eléctrico híbrido que se está construyendo en su acería desde mayo del año pasado. Está previsto que entre en funcionamiento en el primer trimestre de 2026. Esto permitirá que pueda dejar de utilizar arrabio y le da un futuro ante el posible cierre del horno alto 'A', pero la siderurgia asturiana quedaría debilitada en relación a la situación actual, porque, además, la acería de Avilés es de mayor tamaño y no puede funcionar a plena capacidad únicamente con el horno alto 'B'. De ahí la insistencia en demandar para esa factoría otra instalación similar.
De momento, Arcelor ya ha avanzado que prevé que el próximo horno u hornos se instalen en Francia, donde tienen una factura eléctrica muy competitiva ligada a las nucleares, pero ni allí se plantea ya que puedan construirse en el corto plazo plantas de DRI. De hecho, a pesar de anunciar inversiones en las factorías galas por 1.200 millones, va a cerrar varias fábricas de menor tamaño y realizar más de 600 despidos ligados a la siderurgia integral.
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