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El clima de incertidumbre que rodea al comercio internacional como consecuencia de los aranceles anunciados por Estados Unidos a productos importados ha desatado una tormenta ... en los mercados globales, con repercusiones para las empresas y la economía europea, española y asturiana. Este caos arancelario no es nuevo. En el pasado reciente, la industria del Viejo Continente ya sufrió las consecuencias de las políticas proteccionistas de Washington debido a la redirección de productos asiáticos –principalmente chinos– que iban destinados a EE UU y que inundaron el mercado europeo, saturando sectores estratégicos para Asturias como el siderúrgico.
Ahora, pese a la prórroga de 90 días, la situación es crítica. No solo para el acero y el aluminio –sectores para los que los aranceles sí están vigentes–, sino por la llegada masiva de productos de terceros países –con estándares de calidad y medioambientales más bajos que los de la UE– y por los efectos indirectos de la guerra comercial entre China y la primera potencia mundial.
Esos efectos indirectos son, precisamente, los que la Federación Asturiana de Empresarios (Fade) reclama que se tengan en cuenta a la hora de distribuir las ayudas anunciadas por el Principado para amortiguar la situación. Pedro González, director general de la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (Aege), en la que se integran Arcelor y Asturiana de Zinc, alerta también de ese peligro: «La UE podría acabar siendo el tablero de juego de esta guerra arancelaria y todo lo que no se venda en EE UU podría acabar vendiéndose aquí a precios por debajo de coste, como ya sucedió con el exceso de producción de vehículos eléctricos chinos. Para combatir estos efectos hay que reforzar la competitividad y, en este ámbito, siempre insistimos en la importancia que supone tener una energía competitiva».
Desde Eurofer, la patronal europea del acero, apuntan que durante el primer mandato de Donald Trump hubo un «enorme impacto» en el sector. En ese sentido, recuerdan que las exportaciones de acero de la UE a EE UU disminuyeron en más de un millón de toneladas, mientras que, por cada tres toneladas de acero desviadas del mercado estadounidense debido a los aranceles, dos llegaban a la UE. La patronal Femetal denuncia, por su parte que «la invasión de productos chinos en el mercado internacional está generando un escenario de total desprotección para las empresas del sector metal de Asturias».
Por eso, pide a la UE «reaccionar con una defensa a ultranza de los productos siderúrgicos y metalúrgicos, para evitar que se desencadenen consecuencias graves como deslocalizaciones, destrucción de empleo y cierre de empresas». En esa misma línea, reclama con urgencia que se establezcan mecanismos de protección en frontera «que igualen los esfuerzos que las empresas europeas, y por tanto asturianas, realizan en sus procesos de producción en materia medioambiental», así como en inversiones en innovación y en el ámbito laboral y fiscal.
Esteban García-Canal, catedrático de Organización de Empresas de la Universidad de Oviedo, coincide en que la guerra comercial sigue teniendo «implicaciones globales que también pueden afectar a Asturias», tanto por la desviación de flujos comerciales como por posibles medidas arancelarias de respuesta por parte de la Unión Europea: «Si EE UU restringe las importaciones chinas mediante aranceles u otras barreras, esos productos pueden redirigirse hacia Europa, generando una mayor competencia para los productores europeos, incluidos los asturianos.
Esto puede ser especialmente relevante en sectores industriales donde China tiene una fuerte capacidad exportadora». Explica García-Canal que, en el caso de Asturias, sectores susceptibles de verse afectados serían aquellos en los que existe coincidencia entre el perfil exportador chino y la producción regional, como la siderurgia, la maquinaria industrial o los componentes para bienes de equipo e infraestructuras energéticas.
Por otro lado, el catedrático advierte de que «si la Unión Europea decide adoptar medidas defensivas propias, esto podría tener impacto en las cadenas de suministro en las que participan empresas asturianas, especialmente aquellas integradas en redes industriales europeas, afectando a sus costes de producción, o el acceso a materias primas y componentes y, en general, a las condiciones de mercado».
El decano del Colegio de Economistas de Asturias, Abel Fernández, recalca que «las consecuencias que se pueden derivar de las medidas tan drásticas» adoptadas por Estados Unidos «pueden ser devastadoras» para el comercio mundial: «Nosotros estamos en el medio y nos va a perjudicar. Hay que cruzar los dedos para que se reconduzca la situación, pero lo mejor que pueden hacer las empresas es tener una previsión de posibles escenarios, explorar nuevos mercados, negociar con proveedores o refinanciar las deudas que puedan tener, especialmente las empresas afectadas directamente».
Por su parte, Lorena García Alonso, profesora titular de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo e investigadora de REGIOlab –el Laboratorio de Análisis Económico Regional de la misma institución académica–, alerta de que «no se trata simplemente de si Asturias exporta un poquito más o un poquito menos, o de si nos ponen aranceles al acero, que también». En ese sentido, afirma que el problema es «mucho más profundo» y a largo plazo, además de que hay otra derivada, como es el incremento de los flujos migratorios como consecuencia de la inestabilidad económica.
Marina Rayón, fundadora de Wingstosell, empresa de consultoría de comercio internacional, considera clave que, en ese escenario, «las empresas asturianas no se paralicen, sino que tomen decisiones estratégicas ajustadas al momento». A corto plazo, con los contratos de exportación activos, incide, «lo más importante es afinar el 'timing' logístico», teniendo en cuenta «la congestión portuaria actual, los cambios continuos en los aranceles y la variabilidad en los plazos que establece EE UU». En el medio plazo, Rayón considera vital analizar «con lupa» el producto y explorar mercados alternativos: «A la empresa asturiana le diría que se planteara cuestiones como: ¿qué países valoran más su propuesta de valor?, ¿dónde hay tratados comerciales favorables?, ¿qué competidores hay y cómo se están moviendo?».
Por último, sobre la hoja de ruta a largo plazo, la experta asturiana explica que «diversificar mercados ya no es una opción, es una necesidad». Eso, remarca, implica trabajar «desde ya» en una estrategia de internacionalización que no dependa de un solo país ni de un único cliente: «También supone invertir en marca, digitalización, alianzas y adaptación cultural, para poder entrar con buen pie en distintos mercados».
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