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Hay tres países que ArcelorMittal citó como prioritarios en la presentación de sus últimos resultados la semana pasada: Brasil, EE UU e India. ... Los tres están lejos de Europa, un continente que, a pesar de suponer el 48% de su facturación el año pasado, cada vez es más incómodo para la multinacional. Con los costes disparados en materia medioambiental, energética y laboral; la demanda debilitada y la entrada masiva de acero extracomunitario a precios de derribo en la Unión Europea, la siderúrgica hace gala de su carácter global y busca posicionarse en mercados en desarrollo y en aquellos en los que encuentra más facilidades, como es el caso de los tres anteriores. Sin embargo, el que más destaca de ellos es India, el país de origen de los Mittal; el más poblado del mundo, con 1.441 millones de habitantes, y en el que, hasta hace bien poco, la multinacional no tenía apenas presencia.
Arcelor quiere disparar allí su producción hasta 40 millones de toneladas, un 30% más de lo que produjo el año pasado en toda Europa, pero además ha anunciado que creará allí un centro de servicios de carácter global, al que pretende trasladar buena parte de la actividad administrativa que se realiza en el Viejo Continente, también la asturiana. De momento no ha concretado el impacto que tendrá esta medida en el empleo, pero se prevén despidos en áreas como las de finanzas, recursos humanos o compras.
Para el presidente y máximo accionista del grupo, Lakshmi Mittal, la escasa presencia de su conglomerado en India, su país de nacimiento, fue durante muchos años un debe. Esta situación cambió entre 2018 y 2019, cuando desafió a la familia Ruia, una de las más poderosas de esa nación y con la que mantenía cierta amistad, para hacerse con el control de su compañía siderúrgica, Essar Steel, que estaba en bancarrota. Para dar la batalla, Arcelor creó junto a Nippon Steel una empresa conjunta (AMNS), en la que el gigante del acero con sede en Luxemburgo cuenta con el 60% del capital.
La operación no fue sencilla. El consorcio de bancos acreedores liderado por el State Bank of India llegó a rechazar en 2018 las dos ofertas que se habían presentado, la de los Mittal junto a los japoneses y la de la rusa Numetal, participada igualmente por la familia Ruia, que intentaba mantener el control de su propia empresa. Apareció, incluso un tercero en discordia, Jindal. Sin embargo, finalmente, en diciembre de 2019, Arcelor y Nippon Steel completaban la compra. La operación superó los 6.000 millones de euros, con pagos para hacer frente a una deuda de 5.100 millones y una inyección de capital de otros mil millones más.
«La adquisición de Essar Steel es un paso estratégico importante para Arcelor», señaló en aquel momento Lakshmi Mittal, aunque entonces no se podía calcular cuánto. Con aquella adquisición tomaba posiciones en un territorio en desarrollo, con una demanda pujante, y que quiere aumentar su producción para lograr independizarse del acero chino.
Las instalaciones eran las mayores en el oeste del país, con una producción de acero bruto de 7,5 millones de toneladas y que, en la actualidad, ya se ha elevado a 8,6. Como ejemplo, en Asturias, la máxima capacidad ronda los 4,5 millones. No obstante, la previsión de Arcelor es mucho más ambiciosa y pasa por construir nuevos hornos altos. En los resultados presentados la semana pasada ya explica que a finales de 2026 espera contar con 15 millones de toneladas de capacidad y, en 2030, llegar a casi triplicarla, hasta 24, para alcanzar los 40 millones en un plazo más largo. En Europa produjo el año pasado 31,2 millones de toneladas. AMNS ya emplea a más de 160.000 personas.
A la vez, la demanda de acero en India acompaña y las previsiones pasan por un incremento de entre el 6% y el 7% en 2025, en un país en pleno desarrollo, algo que contrasta con la debilidad del consumo europeo, que todo apunta a que se mantendrá plano. Por ello, la intención de Arcelor no es destinar ese acero indio a Europa, aunque con toda probabilidad este desplazará al chino que ahora emplea allí y que sí que podría acabar en el Viejo Continente, tensionando aún más su mercado.
En el Foro Internacional de Davos, Lakshmi Mittal hizo públicas nuevas inversiones en India. Allí, antes de dar la cara con la delegación de Sudáfrica, para confirmar que cerrará la división de largos con 3.500 despidos, y también antes de reunirse con Pedro Sánchez para constatar la falta de avances en el plan de descarbonización asturiano, se citó con distintas autoridades de India. En ese contexto, anunció nuevas inversiones en el país, como un proyecto para producir un millón de toneladas de amoniaco verde en Kakinada o nuevas aportaciones destinadas a la megafactoría que desarrolla en Andhra Pradesh con Nippon Steel para alcanzar ya los 17,8 millones de toneladas. De momento, basadas en la siderurgia integral tradicional, mediante hornos altos, un hecho que contrasta con el cierre de los europeos.
No obstante, de cara al futuro, aunque más lejano, también hay un interés claro por la descarbonización. La compañía se ha comprometido a ser neutra en carbono en 2050. En este sentido, Arcelor está desarrollando con Nippon Steel un gran proyecto híbrido de electricidad renovable de 975 MW para abastecer a sus instalaciones. Este incluye 661 MW (925 MWp) de energía solar y 314 MW de eólica, integrados con una instalación de almacenamiento hidroeléctrico por bombeo para poder garantizar el suministro las 24 horas del día. Se prevé que permita reducir las emisiones de carbono en 1,5 millones de toneladas al año.
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