La paralización de la planta de DRI de Arcelor pone en riesgo miles de empleos en Asturias
Con la inversión ya se preveía un recorte de cerca de un millar de trabajadores, ahora la cifra puede dispararse
Arcelor es responsable de forma directa del 12% del Producto Interior Bruto de Asturias, pero su influencia va mucho más allá. Es el principal motor ... económico de la región, hasta el punto de que se suele decir, aunque con algunas variantes, que cuando la multinacional estornuda, todo el Principado se constipa. De ahí la gravedad de la noticia adelantada por EL COMERCIO de que Arcelor no va a construir la planta de reducción directa del mineral de hierro (DRI) que había anunciado para Gijón. Ni esta ni ninguna de las que había planeado en otros países de Europa, ya que en el contexto actual no sería viable.
¿Y qué sucederá con las plantas asturianas en el medio plazo? De momento, hasta el 31 de diciembre de 2025, Arcelor puede seguir funcionando con sus dos hornos altos, pero está previsto que a partir de esa fecha el 'A' se cierre y con él, el sínter 'B'. Podría ser incluso antes, según las condiciones de mercado, pero todo apunta a que, al menos hasta el verano, seguirán en funcionamiento, en parte gracias a la reparación de una instalación similar en Dunkerque, que reducirá la capacidad de Arcelor en Francia -en Fos-sur-Mer ya tienen otro horno parado y trabajan solo con uno-.
A partir de ahí pintan bastos. Con la planta de DRI y el horno eléctrico híbrido que sí se está construyendo en la acería de Gijón ya se preveía una drástica reducción de la plantilla, al contar con unas instalaciones mucho más modernas y automatizadas. De hecho, incluso con el plan verde completo, el recorte se llegó a cifrar en alrededor de un millar de trabajadores, un 20% del total, y un descenso de la capacidad productiva de alrededor de 1,2 millones de toneladas. Sin embargo, la perspectiva sin acometer la inversión de la planta de DRI, que superaría los mil millones de euros, es muy superior. Están en riesgo miles de empleos directos e indirectos en la siderúrgica, más los que se perderán temporales que generaría la propia construcción de la planta, e incluso la mitad de la capacidad de producción de la instalación.
De momento, se prescindirá del horno alto 'A' y del sínter 'B' sin una alternativa productiva. La acería de Gijón podría funcionar con DRI importado, que por sus problemas de autocombustión plantea ciertas dificultades de transporte, pero podría mantener la actividad y abastecer a los trenes de carril y alambrón de acero descarbonizado. Igualmente, la plantilla ya se vería muy mermada.
Por otro lado, el horno alto 'B', acompañado por el sínter 'A', que por lo menos podrían extender su vida útil hasta 2030 o más allá -si el coste de los derechos de emisión lo permite-, suministraría arrabio a la acería de Avilés. El problema, que se daba igualmente si se abordaba la inversión en la planta de DRI, es que esta última tiene una mayor capacidad que la de Gijón y si funciona al máximo requiere más arrabio que el de un horno alto. Sin otro horno eléctrico híbrido para Avilés la producción de planos -hojalata, chapa gruesa y bobina- se verá también reducida. Siempre cabe la posibilidad de importar desbastes que luego se puedan laminar aquí. Es una posibilidad a la que se ha recurrido en algunas ocasiones, ante problemas en la cabecera o para no sobrepasar ciertos niveles de emisiones. Se trataría de traer productos semiacabados de países como Brasil, en el que la multinacional está realizando una fuerte apuesta, para terminarlos en Asturias. En el fondo, se trata de deslocalizar parte de la producción, aunque sí se consigue el objetivo reducir las emisiones en Europa.
Además, habrá otros efectos, como el cambio radical de los insumos que requieren las plantas y que afectará al transporte por carretera o a El Musel, con una caída drástica del abastecimiento de carbón o de mineral de hierro, y la llegada, sin embargo, de chatarra y hierro de reducción directa, que tendrá que manejarse en atmósferas inertizadas, las materias primas que abastecerán al nuevo horno híbrido de Gijón.
Con todo ello, además, España corre el riesgo de quedarse sin siderurgia integral -aquella que produce el acero desde el mineral de hierro- a medio plazo, una industria estratégica para sectores como el del automóvil, las renovables o la defensa. No obstante, tanto desde el Gobierno central, como sobre todo desde el Principado, se ha apuntado la posibilidad de llevar a cabo el plan verde íntegro «con Arcelor o sin Arcelor». Esta opción no es sencilla. De hecho, otras siderúrgicas europeas también están evitando abordar la construcción de plantas de DRI o plantean grandes problemas para ello, como Tata Steel en Reino Unido, que está prescindiendo de 2.500 trabajadores en Port Talbot, o ThyssenKrupp, que acaba de anunciar que reducirá la plantilla de su división de acero en 11.000 personas, un 40% del total. Habrá que ver también en España qué sucede con el proyecto de Hydnum Steel en Puertollano (Ciudad Real) para construir una acería desde cero y que sí contempla una planta de DRI.
Por otro lado, en Asturias, de momento, sí se mantendría la siderurgia integral, aunque muy debilitada, con un solo horno alto, a la espera de ver si el contexto geopolítico, de costes y tecnológico es más favorable para abordar otro tipo de inversiones.
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