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Pedro Martín (TKE), Carlos Navalpotro (AZSA), Pablo Junceda (Sabadell Herrero); la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón; el presidente del Principado, Adrián Barbón; el premiado, Luis Rodríguez-Ovejero; Pedro Sainz de Baranda (APQ), Josep Oliu (Banco Sabadell), Laura González-Molero (DKV) y Pedro Rodríguez Inciarte, que glosó la figura del galardonado.

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Pedro Martín (TKE), Carlos Navalpotro (AZSA), Pablo Junceda (Sabadell Herrero); la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón; el presidente del Principado, Adrián Barbón; el premiado, Luis Rodríguez-Ovejero; Pedro Sainz de Baranda (APQ), Josep Oliu (Banco Sabadell), Laura González-Molero (DKV) y Pedro Rodríguez Inciarte, que glosó la figura del galardonado. José Simal
XIV Premio Álvarez Margaride

Ovejero reivindica ante los empresarios que «la verdadera revolución» está en los datos

El presidente de Satec recogió anoche el premio Álvarez Margaride y abogó por «proteger, explorar y cuidar» ese activo «esencial»

Sábado, 21 de junio 2025, 00:00

Hace 15 años que falleció el expresidente de ThyssenKrupp España José Luis Álvarez Margaride, pero su espíritu sigue más vivo que nunca, como quedó ayer patente en la entrega de la decimocuarta edición del galardón que lleva su nombre a Luis Rodríguez-Ovejero, presidente y fundador de Sistemas Avanzados de Tecnología (Satec). «Nunca imaginé que hoy estaría aquí, en el estrado, recibiendo esta consideración que me llena de orgullo», expresó ante un reconocimiento que distingue el esfuerzo y la trayectoria de personas, empresas e instituciones que tienen una estrecha vinculación con Asturias. Se unió así a una cada vez más abultada lista de premiados, que estrenó Juan Alvargonzález y que tiene como el precedentes inmediatos a Víctor Madera y Obdulia Fernández, galardonados el año pasado.

Este premio fue creado a modo de homenaje por la asociación Asturias Patria Querida (APQ), que el antiguo presidente de ThyssenKrupp había fundado para reunir en Madrid a representantes del mundo de la empresa y de las instituciones ligados al Principado, pero sobre todo a un buen grupo de amigos que sigue recordándolo. Cada mes de junio, junto a Banco Sabadell, entregan el Premio Álvarez Margaride a la Trayectoria Empresarial, que cuenta con el patrocinio de esta entidad bancaria, además de Asturiana de Zinc, TK Elevator y DKV Seguros y que sirve, además, de punto de encuentro a destacadas personalidades del ámbito económico, empresarial y social de la comunidad.

«Esperamos que vuestro ejemplo sirva de inspiración a otras personas para animarse a emprender. Y que vaya surgiendo una nueva generación de buenos empresarios asturianos que impulsen una Asturias más próspera, que atraiga más inversión y más proyectos», deseó el presidente de APQ, Pedro Sainz de Baranda, antes de presentar en verso al ganador de esta edición.

«Que vuestro ejemplo sirva de inspiración a otras personas para animarse a emprender», deseó el presidente de APQ

Desde su fundación, en 1987, Rodríguez-Ovejero ha logrado hacer de Satec una empresa referente en el sector tecnológico. Con sede en Avilés, cuenta con una plantilla de más de 1.600 personas, un volumen de negocio de cerca de 140 millones de euros y 19 centros de trabajo en siete países de África, Europa y Oriente Medio.

«Es ante todo un hombre bueno, atento y servicial, de exquisita educación y con muy buen trato», le describió su amigo Pedro Rodríguez Inciarte, encargado de glosar su figura. Más allá de su formación como ingeniero de Caminos o el espíritu emprendedor que le llevó a fundar Satec, subrayó su tenacidad y su carácter familiar, aunque también su «vértigo espantoso», su pasión por la ópera o su conocimiento en pintura del siglo XIX. Y destacó la trayectoria empresarial «muy limpia y ejemplar» de Satec.

Precisamente, la evolución de la compañía, a la par que la de la tecnología, fue el hilo conductor de un discurso en el que Rodríguez-Ovejero navegó desde la realidad de los ochenta hasta la actualidad. Desde unos inicios, en los que su propósito era contribuir a la transformación «de un mundo en radical mudanza» y en el que la rentabilidad y la sostenibilidad «eran los efectos», sin apenas ordenadores, a un presente en el que «llevamos todos uno encima que acompañan y registran nuestras vidas». Y si el desarrollo de la microelectrónica supuso la gran revolución de aquellos años, en su opinión, la actual y «verdadera revolución» es la de los datos, cuya capacidad de transformación no debería estar «tan condicionada por los intereses y dependencias de las grandes corporaciones». «El mundo que nos viene pivota sobre estas dos causas: la computación y los datos», insistió, con especial atención a los segundos, un activo «esencial» que pidió «proteger, explorar y cuidar».

También tuvo un recuerdo para aquellos que contribuyeron a que Satec sea «esta empresa que hoy se reconoce» y para su familia, su mujer, sus hijos y sus parejas, que representan «la continuidad de nuestra actividad como empresa familiar».

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