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Los trabajadores de Alcoa en Avilés recorren en esta décima etapa la distancia entre Sanchidrián y Villacastín

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Los trabajadores de Alcoa en Avilés recorren en esta décima etapa la distancia entre Sanchidrián y Villacastín E. PANEQUE

«El Gobierno no dio la cara por nosotros»

La plantilla carga contra el Ministerio de Industria por dejar en manos de Alcoa la venta | El Ejecutivo considera «cumplidos» los compromisos que asumió para la resolución del conflicto de las plantas de Avilés y La Coruña

LAURA CASTRO / EDUARDO PANEQUE

GIJÓN / SANCHIDRIÁN.

Sábado, 22 de junio 2019, 03:13

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«Cabreados, decepcionados, desprotegidos...». Son muchos los adjetivos que utilizaron ayer los trabajadores de la planta avilesina de Alcoa para definir su estado de ánimo tras saber que Parter es el único comprador posible y que el Gobierno diera ayer por «cumplidos» sus compromisos y decidiera dejar en manos de la empresa y de la plantilla el resto del proceso. Los trabajadores creen que el Ejecutivo central ha pecado de «cobardía» a la hora de forzar a la empresa a estudiar la opción de Quantum y le recuerdan que su papel en el conflicto no ha terminado, pues la propuesta de Parter está condicionada a la rebaja de los costes energéticos, un compromiso que aúntiene pendiente.

«¿No han arreglado el problema de la electricidad en años y lo van a hacer ahora?», se preguntaba Juanjo Estrada, coordinador de la gestora USO-Asturias, quien incidía en que la oferta de Parter tiene «muy mala pinta. En un par de años volveremos a estar igual que ahora». En términos similares se expresó Damián Manzano, secretario general de Industria de CC OO, quien afirmó que «el Gobierno ha escurrido el bulto de forma miserable y se ha sometido a la voluntad de Alcoa». Insiste en que los trabajadores no ratificarán el preacuerdo con Parter sin saber qué es lo que contempla. «Encima quieren que hagamos un acto de fe», replicó Manzano. Y es que los trabajadores tienen aún «muchas incertidumbres que se deben aclarar», tal y como indicó Jenaro Martínez, secretario general de UGT-Fica.

Vídeo.

El malestar se notó especialmente entre los integrantes de la 'Marcha del Aluminio'. Donde otros días había bromas, cánticos y música desde la furgoneta que animaba el ambiente, ayer todo eran miradas hacia el horizonte, silencios cómplices que, nueve días después a pie, estaban cargados de significado: «Aquí seguimos, no sabemos hasta cuando, pero pelearemos hasta donde haya que hacerlo», repetían varios de ellos. Por delante, otros 20 kilómetros. «Eso es lo fácil, dejar de darle vueltas a la cabeza, no tanto», repiten a la llegada a Arévalo de donde partía la novena etapa.

«Me siento estafado y defraudado por un Gobierno que no dado la cara por nosotros», lamentaba Artemio Cuevas. Su compañero de caminata y de trabajo en la planta de Avilés, Joaquín Acevedo, se sumaba a su malestar y aseguraba sentirse «traicionado». No obstante, tienen claro que van a seguir peleando para que la solución sea la mejor posible. «Estamos con rabia y ganas de luchar hasta el final», apuntaba Francisco González, otro de los trabajadores de la factoría de San Balandrán.

Los miembros del comité de empresa saben que la marcha está siendo cada día más dura y más por las noticias que llegan desde Madrid. «Hemos venido para dar un poco de apoyo y moral a los compañeros que llevan unos días difíciles», decía Daniel Cuartas (UGT). «Hacemos este esfuerzo grande para estar con ellos porque tenemos que apoyarlos en todo momento; siempre que podamos, cada hora, aquí estaremos», apuntalaba Alberto Grijalbo (USO). Por su parte, José Manuel De la Uz (CC OO), presidente del comité de empresa, subrayaba: «Es muy importante compartir estas horas de viaje porque tenemos razón, porque exigimos una solución y porque vamos a lograrlo».

El día de ayer era propicio para caminar, mismo terreno de tierra que jornadas anteriores, aunque con un clima mucho más agradable. Pero costaba. Tanto que, a medio camino entre lo paradójico y lo simbólico, Eugenio Manzanal, uno de los miembros que ha realizado la práctica totalidad de los kilómetros a pie, sufría una tendinitis. Se lo llevaba la ambulancia que lo devolvía a la carrera, vendado. Ya había venido renqueante de Asturias, pero la sensación de «estar peleando para que mis hijos estén orgulloso de que su padre ha luchado por su trabajo», había mitigado cualquier dolor.

El buen ritmo mantenido por la marcha en estos días anteriores se desplomó ayer. La cancelación de la reunión tuvo dos lecturas entre quienes integran la 'Marcha del Aluminio'. Por un lado, el enfado contra un Gobierno que, consideran, les «abandona» en el final del conflicto. Y por otro, se aferraban a la posibilidad de que la manifestación convocada para el lunes, justo cuando se reunirán los trabajadores con Alcoa, sirva para presionar a la empresa y conseguir más garantías para el futuro de la planta. Las sensaciones suben y bajan por días, horas y minutos.

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