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Elías García González, el pasado diciembre.

Adiós a Elías, la sonrisa de la Feria

Compañeros, familiares y sus muchos amigos lloran la inesperada pérdida de «una gran persona, servicial, amable y muy profesional»

OLAYA SUÁREZ

Martes, 27 de junio 2017, 01:24

Profesional. Atento. Servicial. Amigo y compañero entregado. Amable. Educado. Cualquier calificativo se queda corto para describir a Elías García González, 'el de la Feria', 'el de los Jesuitas', el de la eterna sonrisa. Gijón llora la prematura e inesperada desaparición a los 44 años del director de Coordinación y Relaciones Externas de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Gijón, entidad a la que estaba ligado desde el año 1999.

La cara amable del recinto ferial deja una ausencia difícil de ocupar. Sus compañeros, su familia, sus muchos amigos, políticos, empresarios y todo aquel al que Elías recibió en el recinto ferial como en su propia casa tenía ayer el mismo pensamiento: «Siempre estaba con una sonrisa en la boca y con una palabra agradable para todo el mundo».

Cualquier fallecimiento a esa edad resulta difícil de asumir, pero el fatal desenlace de un profesional con tanta vida por delante hizo enmudecer a la ciudad, donde Elías era muy popular por su cercanía, sus dotes de relaciones públicas y por la capacidad que tenía para solucionar los problemas en los momentos más críticos. «Lo mismo te encontraba un bolígrafo que necesitabas o te conseguía un patrocinio para salvar un evento, era un todoterreno y la persona que todos querríamos tener como compañero de trabajo o como confidente», definía ayer uno de sus muchos amigos.

Su idilio con el protocolo surgió durante la época en que estudiaba Derecho en la Universidad de Oviedo. Un curso de Relaciones Públicas y Protocolo le sirvió para darse cuenta de aquello era lo suyo. Decía él mismo en una entrevista a EL COMERCIO el pasado mes de diciembre que del protocolo «no hay que quedarse con el cliché de llevar cortaba o en que solo sirve para atender a los Reyes o autoridades». Reinvindicaba su profesión para el día a día: para coordinar una cumbre de Estado, pero también para organizar una comida en casa. Su pasión por el trabajo la lograba trasmitir a todo aquel que tenía cerca. Su pasión por el trabajo y también por la vida, la misma que le dio un pellizco los últimos meses.

Dieciocho ediciones

Aplicado y minucioso, atesoraba a sus espaldas dieciocho ediciones de la Feria Internacional de Muestras. Dedicó su trayectoria profesional casi de forma íntegra a la entidad cameral, salvo un pequeño paréntesis de cinco meses en el que ejerció como jefe de protocolo del Gobierno del Principado con Francisco Álvarez Cascos como presidente. Regresó a la Cámara de Comercio, su casa, donde era una pieza indispensable tanto en la organización de eventos como en las relaciones comerciales. Le gustaba trabajar con la que él consideraba su gente y públicamente se refería a Álvaro Muñiz, director de la Feria, como su maestro, además de su íntimo amigo. Fue precisamente él una de las últimas personas con la que habló ayer por la mañana. Porque no faltó a su puesto de trabajo ni siquiera ayer.

Elías era, ante todo, un profesional, entre otras de sus muchas virtudes que destacan de él quienes compartieron pupitre, deporte, carreras, horas de surf, cenas o salidas nocturnas. «Quedabas con él en un bar y antes de llegar a la mesa en la que estabas ya había saludado a ocho personas, poca gente en Gijón puede decir que era tan querida como él», lamentaban sus amigos, consternados por la terrible pérdida.

Además de la entidad cameral, colaboró durante años en la organización de los Premios Príncipe de Asturias y en 2006 fue el encargado del protocolo de la mediática boda de Paula Echevarría y David Bustamante, celebrada en la Basílica de Covadonga.

Durante su vasta trayectoria profesional atesoró innumerables anécdotas, «la mayoría no se pueden contar», decía discreto como era. Una de las más cómicas que si desvelaba ocurrió en un acto en el que estaba recibiendo a las autoridades a la puerta del recinto ferial. Abrió la puerta de un Audi y se encontró con una señora sola sentada detrás. En el convencimiento de que era una secretaria de Estado fueron pasando a saludarla protocolariamente el presidente de la Cámara, la alcaldesa de entonces, un consejero del Principado... La mujer resultó ser una particular de Madrid a la que su marido había llevado a comprar a la Feria de Muestras. Contaba Elías que la señora «quedó encantada por lo agradables que éramos en esta ciudad, que la recibían todas las autoridades».

Su dedicación a la familia y a su entorno contribuyó a que le hiciesen padrino por seis veces. Seis ahijados a los que aseguraba malcriar todo lo que le dejaban los padres de las criaturas. Soltero y sin hijos, sus amigos bromeaban con él llamándolo 'el soltero de oro'. Será despedido mañana a las seis de la tarde en la iglesia de la Inmaculada.

El velatorio quedará hoy instalado en el tanatorio de Cabueñes, donde sus padres, su hermana, su cuñado y sus sobrinos y el resto de familiares -entre los que se encuentra su tío Aurelio Menéndez, tutor del Rey Juan Carlos- recibirán el calor de todos aquellos que lo recibieron de Elías en vida. Que fue mucho.

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