Borja Cortina, gerente del pub Varsovia y Varsovia 'On the Road'
«Agosto está siendo un mes bestial. Nunca había visto Gijón así de lleno»«El Paseo Gastro es una buena idea si se saca del centro; hay que involucrar a los barrios en la extensa programación del verano gijonés»
Borja Cortina (Gijón, 1976) se hizo cargo con tan solo 19 años del Palacio, bar restaurante ubicado en la plaza del Marqués. Treinta años ... después es gerente del Palacio y del Varsovia, y socio de Varsovia 'On the Road', empresa puntera en la ciudad en la organización de eventos. A las puertas del último fin de semana de agosto, hace en EL COMERCIO balance del verano gijonés.
–¿Cómo le está yendo el verano?
–Julio fue un mes un tanto contenido, pero agosto ha sido bestial. Le diría que nunca he visto Gijón así de lleno.
–¿Tan lleno como para considerar que Gijón está al borde del colapso?
–Puede ser, sí. Quizás, para ser más concreto, afinaría diciendo que lo que está al borde del colapso es el centro. Las aglomeraciones desaparecen cuando pasas la avenida de la Costa, y por eso creo que hay que descentralizar las actividades veraniegas. Gijón ya es una ciudad turística, por lo que urge saber qué modelo turístico queremos para la ciudad. Qué queremos y cómo lo queremos.
–Con un Gijón lleno hasta la bandera, ¿está la hostelería viviendo sus años dorados?
–El lleno de agosto es muy engañoso, porque es cierto que los 20 días de agosto son muy buenos, pero ¿cuántos negocios pueden subsistir con 20 días al año? Sumémosle, si quiere, otros 20 entre puentes y Navidad... Ni da ni es para tanto. En Gijón hay mucho déficit de visitantes en otros momentos del año.
–Metrópoli, Gijón Life, Semana Negra, Semana Grande de diez días, fiestas de prao... ¿Les quita mucho la clientela esta, cada vez más, amplia programación?
–Depende de la época del año. En agosto, por ejemplo, la ciudad asume toda la programación posible. Pero la noche es cierto que sufre mucho esta amplia programación. Con esto no quiero decirle que la ciudad no deba tener una programación cultural y festiva, pero se necesita un orden. Es muy difícil para la hostelería competir contra grandes eventos de junio a octubre.
–¿Y cómo se ordena o se busca un equilibrio?
–Yo no concibo que Metrópoli y la Semana Negra convivan casi al mismo tiempo, por ejemplo. No tiene sentido. Y a estos festivales, que están muy bien y son muy necesarios, les pediría que hicieran ciertos actos fuera de su espacio; que hagan uno o dos eventos en otras zonas de Gijón.
–¿Se está cargando en demasía las calles de terrazas?
–No lo sé, quizás en algunas zonas, pero lo cierto es que la gente quiere calle en verano. A partir de ahí, hay que convivir con los vecinos.
–¿Y cómo se consigue ese 'quórum'?
–Por ejemplo, montar y recoger una terraza genera más ruido que la terraza por sí misma. Entonces, igual hay que encontrar cubiertas que contenten a todo el mundo... Hay soluciones técnicas e industriales ya creadas para mitigar las molestias de las terrazas.
«Gijón ya es una ciudad turística. Urge saber qué modelo queremos y cómo»
«Me debo a mis vecinos»
–¿Reducir mesas es una opción?
–Pues si hay que hacerlo, se hará. Yo me debo a mis vecinos, no a los visitantes que vienen diez días y se van. Mi cliente es el gijonés.
–¿Fue una buena idea el Paseo Gastro?
–La idea es buena si se saca del centro. ¿Para qué hacerlo en Begoña? ¿No hay bares ahí? Hay que involucrar al resto de la ciudad; todo pasa en el centro. Y con esto que le digo me estoy tirando piedras a mi tejado, pero creo que es la solución para mejorar la convivencia entre vecinos y turistas, e incluso para que los bares demos mejor servicio.
–Hay quien dice que los hosteleros en Gijón se quejan de vicio...
–Y tienen razón; nos quejamos por casi todo. Es verdad, somos llorones. Los habrá que lloren con razón, no lo niego, pero también los hay que lloran por sistema.
–¿Y por qué cree que tienen tan mala prensa?
–Creo que hemos hecho una labor pésima en comunicar el valor de nuestro sector.
–¿Y cuál es?
–Somos el primer impacto que recibe el visitante de la ciudad, y un sector económico cada vez más importante. Generamos mucho empleo.
–¿De calidad?
–Cada vez más. En mi caso le digo que sí. Pero en el resto de negocios creo que los tiempos de la esclavitud en la hostelería ya son cosa del pasado.
–¿Le ha faltado personal?
–No. Damos continuidad a nuestro personal y tratamos muy bien a nuestra gente, eso ayuda.
–Me centro en dos ramas de su negocio: Varsovia en Valencia y bodas. ¿Cuán diferentes son valencianos y asturianos?
–La diferencia cultural entre el Mediterráneo y el Cantábrico es abismal; la forma de consumo cambia por completo. Por lo general, al mediterráneo le gusta enseñar a los de su alrededor qué consume, qué gasta, qué whisky bebe y qué coche conduce. Hay un punto de exhibicionismo; se nota incluso en el culto al cuerpo. Aquí, sin embargo, es al revés. La gente quiere pasar más inadvertida. Ponme este whisky y ya lo disfruto yo.
–¿Va bien Valencia?
–Sí. Costó el arranque, pero actualmente estamos en periodo de expansión hacia los eventos.
–¿Está en recesión el sector de las bodas?
–Hay cierto parón, pero atiende más a que estos años aún se han casado parejas que tuvieron que cancelar su enlace por la pandemia. Más que parón, diría que se está normalizando el número de bodas. Este tipo de eventos sigue siendo un sector con buenos números. Está creciendo mucho la oferta. Sigue habiendo mucho gasto.
–Por curiosidad, ¿la petición más extraña de unos novios?
–Pues mire, tuvimos una boda 'freak' de temática manga (ficción japonesa), por lo que fue necesario adaptar nuestra oferta. Fue una petición extraña, pero la boda muy divertida.
–A 29 de agosto, ¿le preocupa el Sporting?
–No tanto como a la mayoría. Al Sporting le falta ritmo, pero terminará por cogerlo. También algún fichaje. Lo que más echo en falta es un jugador o un grupo con más garra.
–¿Y el derbi?
–Los derbis son otra cosa bien distinta a las dinámicas. Hay que confiar.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión