Danza, música y fotos contrapuestas en una oda al paso del tiempo
El Palacio de Contrueces presenta al público los diez proyectos de sus residencias artísticas. Mañana se podrá visitar de 10 a 14 horas
Un atento público miraba atónito a Cristóbal Santamaría, Darwin Elso y Verónica Toro. Sus movimientos inundaban la sala del Palacio de San Andrés de Cornellana (Contrueces) donde se encontraban. En este lugar han pasado el último mes dando forma a su proyecto: 'Cuestión de tiempo'. Uno de los diez que forman parte de 'El Palacio: Residencias Artísticas y Acción Cultural', iniciativa impulsada por la Fundación Municipal de Cultura.
Para mostrar el resultado final, 'El Palacio' abrió sus puertas al público. Mañana también lo hará de 10 a 14 horas. Esta iniciativa permitió a estos tres artistas enseñar su coreografía en la que, a través de sus cuerpos, se hacían preguntas «sobre el paso del tiempo», indicó Santamarta. «Es una reflexión a nivel social, sobre qué ocurre cuando te haces mayor», resaltó Toro.
Hasta el lugar acudió Babi González con una amiga. «Venimos a apoyar a estos artistas y ver qué han hecho. La única pega es que el lugar esté tan alejado», decía. Pero eso sí, «merece la pena visitarlo, es precioso».
Después de la coreografía, se acercaron a la sala polivalente. Allí Juan Gama de Cossío y Juan Cañada presentaron 'Xixón-Ancías'. En este proyecto, que trata sobre la ciudad de Gijón, se mezclan medios analógicos, digitales e Inteligencia Artificial. «Hemos tratado la doble condición de la ciudad: industrial y lúdica. Nos dimos cuenta de que el Puerto y la playa de San Lorenzo representarían esas dos zonas y casi no se tocan ni dialogan». Por ello, han contrapuesto imágenes de estas dos zonas en un mismo espacio e intentando «que se miren» desde 1900 hasta la actualidad. Ejemplo de ello es una de las imágenes en las que se muestra a un trabajador del turno de Duro Felguera mientras salen chispas de la máquina y los fuegos artificiales de Begoña.
A golpe de cencerro
La mañana terminó a ritmo de cencerro. Mónica Mura hizo una performance en la que juntó alambre asturiano y el ferru sardo. «Es un homenaje a los productores y las distintas generaciones y lugares». Una actuación que también tiene una mirada feminista: «El cencerro es el elemento clave de las mascaradas de invierno, donde históricamente las mujeres habíamos sido vetadas». Durante su coreografía, Mura tiraba de unas cuerdas doradas. «Este color representa la resilencia». Las cuerdas, «el techo de cristal» que, en ocasiones, no la dejaban avanzar.
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