Ni dementes, ni parturientas
Una maraña de trabas burocráticas hizo que una mujer de Veranes acabase vagando por la ciudad sin hallar un sitio donde dar a luz
Domingo, 4 de septiembre 2022, 00:39
El problema era tan rápido de contar como apremiante era su solución: en Gijón las mujeres podían dar a luz en la Casa de Socorro, pero no en el Hospital. Con las Siervas de Jesús, que atendían al mismo. Sí podían, en cambio, recuperarse de las consecuencias del parto, no así llevarlo a cabo. Que urgía la instalación en la villa de una Casa de Maternidad (y en ello, y en lo de la Gota de Leche, estábamos; aunque no sin polémica: no faltaba quien decía que problemas mayores teníamos) estaba clarinete, pero, por si acaso, una triste anécdota vino a meter más el dedo en la llaga. Resultó, hace un siglo, y desde EL COMERCIO -firme partidario de las benéficas iniciativas para con las mujeres de don Avelino González- lo contamos, que Dolores Busto Alonso, a la sazón vecina de Veranes, sufrió una auténtica odisea para parir en Gijón.
Todo había empezado el 25 de agosto. Ese día, «la visitó (...) el médico señor Paradinas, quien manifestó la necesidad de que otro médico la visitara en consulta. Al efecto, se presentó en casa de la paciente al siguiente día, acompañado del médico señor Calvo, determinando ambos que fuera trasladada a Gijón para operarla. Al llegar dichos facultativos a esta villa, avisaron a la Asociación de Caridad para que fueran a recoger a la enferma, viniendo esta en el automóvil de dicha Institución a la Casa de Socorro».
Y nanay. La parturienta no fue admitida allí, sino trasladada al Hospital, «y, al efecto, se solicitó de la Alcaldía la orden de ingreso, manifestando solamente que se trataba de 'una enferma de urgencia'», sin concretar el porqué. Como quiera que en el Hospital no se atendían partos, la mandaron de vuelta a la Casa de Socorro, pero «por motivos que ignoramos no fue atendida la orden, y la llevaron al Sanatorio del señor Suárez Torres». Hubo, claro, polémica; EL COMERCIO lo publicó y desde el Hospital de Caridad respondieron más que airados y con frases «poco caritativas». Tampoco lo era mucho el artículo 50 del reglamento de la muy digna institución: ni se admitían crónicos, ni «sifilíticos, ni parturientas, ni dementes». ¡Qué ironía!