Alerta por la meningitis
La muerte de un alumno del instituto de Roces, de 16 años, provocó un aumento de las peticiones de vacuna contra la infección
Las autoridades sanitarias llamaban a la calma: no había riesgo, o, al menos, no había motivos para pensarlo, de un brote de meningitis en Asturias. ... Pero la muerte de un muchacho de 16 años víctima de la enfermedad, además del drama en sí mismo, hizo estallar el miedo hace ahora 25 años. Hasta la fecha, había sido el único caso detectado de meningitis en Gijón, aunque con consecuencias fatales. A pesar de ello, los ciudadanos atestaron, tras publicarse la noticia del deceso, el Hospital de Cabueñes, requiriendo información sobre la infección «y la vacuna, o los medicamentos precisos para combatir la enfermedad. Otros, por el contrario, prefirieron ir directamente a las farmacias y pedir la vacuna». Una tendencia que había comenzado unos días atrás, «al conocerse el aumento en el número de casos de esta enfermedad en varias comunidades autónomas del país», pero que ahora se veía elevada exponencialmente.
Frente al miedo, la ciencia. «Las autoridades sanitarias recomiendan cautela y tranquilidad, puesto que, al menos de momento, en Asturias y Gijón no se puede hablar de epidemia. Fuentes del Hospital de Cabueñes aseguran que con un solo caso de meningitis no se puede crear alarma ni nadie debe preocuparse. Otra situación distinta sería si se produjeran nuevos casos, entonces se debería localizar el foco y se deberían tomar las medidas oportunas».
Y eso, al menos por el momento, no había ocurrido. Eugenio Avanzas, director médico de Cabueñes, aseguraba que «aunque la preocupación es inevitable, no hay que exagerar la situación». «Un caso aislado no debe crear alarma en ningún momento», afirmó. Donde sí había ya declarados brotes, fuera de Asturias, se había detectado que los casos eran de la meningitis tipo C, «cuando lo normal hasta ahora es que fueran del tipo B». La vacuna, solicitada ahora masivamente en las farmacias, solo era efectiva para los tipos A y C y, además, no se podía comprar en España. Llegado el caso, «tan solo tardaría algunas horas en llegar», tranquilizaba Avanzas. Pronto llegarían más muertes. Suerte, y ciencia, fueron necesarias para frenar la triste situación.
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