«Me gustaría que no lo olvidarais nunca. Fue muy generoso y leal»
Carmen Yáñez | Viuda de Luis Sepúlveda ·
«Me apena que no vea este reconocimiento. Para él sería una gran alegría que el lugar que tanto amó le devuelva parte de su amor»SUSANA D. TEJEDOR
gijón.
Miércoles, 1 de julio 2020, 01:52
Carmen Yáñez (1952) ha recibido la noticia de la concesión de Hijo Adoptivo de Gijón a Luis Sepúlveda (1949/2020) con un sabor agridulce. Para ella es muy agradable y halagador que la ciudad que él tanto amó le conceda una distinción de tal magnitud pero el hecho de que su marido no pudiera llegar a disfrutar de ello (murió a causa del coronavirus el 16 de abril), le apena enormemente.
-Muchos años juntos. Compartiendo literatura y vida. ¿Qué tal se encuentra?
-Me siento algo mejor. No respiro tanto dolor, pero me queda un largo camino por recorrer.
-¿Cómo se imagina que se tomaría esta distinción su marido?
-Para él sería una gran satisfacción que la ciudad que él tanto amó le devuelve una parte de su amor. Me apena que no lo vea.
-¿Por qué le gustaba tanto?
-Le encantaba su naturaleza, su clima, algo que puede extrañar a algunos, y lo verde de su paisaje, tan parecido a su país. Siempre decía que le recordaba mucho al sur de Chile.
-Parece que aquí se adaptó desde el primer momento.
-Sí. Es una ciudad que eligió hace muchos años y que quiso mucho. La amó profundamente. La adoptó antes de que la ciudad lo adoptase a él.
-¿Cree que se sintió muy querido por todos?
-Tuvo muy buena acogida desde el primer momento. En Gijón hizo muchos y grandes amigos.
-Pero Chile siempre siguió muy presente en su corazón.
-Una parte de Luis seguía en Chile. Recordaba los lagos, lo verde y esto era lo más parecido al exilio. Añoraba Chile, pero no podíamos volver. Por nuestra situación personal y profesional. Por ello, Gijón era un pedazo de su Chile.
-¿Hablaba a sus amigos de fuera de su ciudad adoptiva con frecuencia?
-El habló muy bien de Gijón siempre, a todos. Con mucho orgullo.
-¿No pensaron nunca en irse a otro lugar?
-Alguna vez lo pensó. Irse a una mayor, más cosmopolita como Barcelona o Madrid, pero esta ciudad siempre era la isla que él necesitaba para descansar. Aquí se sentía resguardado, era su refugio, tal y como él lo describe en su última novela 'La sombra de lo que fuimos'. Gijón era su ciudad para escribir.
-¿Cómo era ese Luis Sepúlveda en la intimidad?
-Era muy tierno y muy familiar. Bajo ese aspecto hosco y esa mirada adusta se escondía una persona muy sensible y muy generosa.
-¿Y a la hora de escribir? ¿Maniático? ¿Obsesivo?
-Tenía algunas cosas. Ciertas manías de escritor. No era un autor de estos tiempos. El cigarrillo siempre estaba asociado a su escritura. Estaban emparentados. Además, le gustaba tomar notas continuamente en sus moleskines y luego las transcribía. También tomaba sus zumos de fruta...
-El periodismo ocupaba una parte importante en su vida profesional. ¿Le gustaba el que se hacía en estos momentos?
-Criticaba ciertos casos. Hay de todo, claro, pero a él no le gustaba nada cuando se iba al terreno de la morbosidad, sobre todo, lo pensaría en momentos como los que estamos viviendo.
-¿Cuál era la novela a la que más cariño le tenía?
-'Nombre de torero'. Era la que más nos gustaba a los dos, aunque 'Un viejo que leía novelas de amor' era también muy especial. Le dio muchas alegrías.
-¿Le quedó alguna asignatura pendiente?
-Una aspiración: la lucha en general. Llegar a ver un Chile más democrático, más justo y más liberado. Le dolía mucho el yugo de la dictadura. Deseaba que hubiera una justicia real, y aunque se hubiesen dado pasos, sabía que quedaba mucho por hacer.
-La imagen y el legado de Sepúlveda está muy presente, pero ¿cómo le gustaría que le recordaran las generaciones venideras?
-Me gustaría que no lo olvidarais nunca. Fue muy generoso con mucha gente, muy amigo de sus amigos y muy leal. Vivimos unos tiempos en los que no se puede hacer nada. Cuando todo esto pase quiero que se le haga un homenaje muy grande.