Pequeñas estrellas
Teresa Rabal visitó los locales de la Agrupación Artística Gijonesa para 'cazar' talentos jóvenes que llevar a su programa 'Veo, veo'
De Gijón, a la fama. Al menos eso pretendían los pequeños (o sus padres) que hace cinco lustros se dieron cita en los locales de ... la Agrupación Artística Gijonesa, «una vez más trampolín para los más menudos». En esta ocasión fue Teresa Rabal la que visitó Gijón con el objetivo de encontrar talentos infantiles para su programa concurso 'Veo, veo'. Con escaso éxito y mucha severidad. «En la mayoría de las ocasiones», narra EL COMERCIO, «las palmas de la seleccionadora sonaban para decir: no va más. Su aplauso funcionaba de punto y aparte. A veces, para pedir una nueva demostración al mismo aspirante, a veces, para manifestar que ya había tomado una decisión sobre su futuro».
Fueron un total de 29 pequeños aprendices los que se congregaron en el salón de actos de la Agrupación Artística Gijonesa, a la que pertenecían únicamente quince de ellos. «Pero, patria obliga y entre los responsables del local, se comentaba que los mejores eran de la casa. No en vano, dos de sus 'chicas', Miriam Villa, de 13 años, y Patricia García, de 12, una imitando a Rocío Dúrcal y la otra a Ana Torroja, se llevaron las mayores atenciones de la famosa seleccionadora». Pero también de entre los pretendientes 'arrimados', todos ellos acompañados de «madres, padres, amigos y algún que otro enamorado», se cosecharon frutos. Por ejemplo, los que dieron otras candidatas que aparecieron vestidas de sevillanas y, época manda, un quinteto que imitaba a las Spice Girls. Todo un éxito el de las pequeñas fans del 'pop' británico de moda, que, «además de entusiasmar a Teresa Rabal, lograron mil y un piropos de un catorceañero». Con trampa: «'Ese es el novio de la más alta', explicaba, entre risas, una pequeña admiradora del grupo».
Pasados los nervios del 'casting', solo quedaba esperar unos días para conocer «los resultados de la prueba por la que pasaron pasiones y sueños». Quienes la superasen, si es que lo muy estricto del proceso de la Rabal, lo permitía, no solo conseguirían aparecer en la pequeña pantalla, sino que podrían aspirar, «además de a la fama, a una suculenta beca de estudios». La suerte estaba echada.
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