La Semana Santa de Gijón, entre culinos y cañas

El recinto ferial Luis Adaro se llenó desde las doce del mediodía, (con una entrada de diez euros, con derecho a consumir toda la sidra que se quiera), de aficionados sidreros para los que la cita de este año tenía «un cariz especial». Y es que, por primera vez en las quince ediciones que llevan, celebraron que la cultura sidrera es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. «Hay tradiciones identitarias que se tuvieron que transformar, pero con la sidra nunca pasó. Seguimos haciendo lo mismo que hacían nuestros antepasados hace más de 1.000 años y es un vehículo que facilitó la sociedad y permeabilizó las relaciones sociales de los asturianos», destacó Luis Benito García, presidente de la Cátedra de la Sidra de la Universidad de Oviedo, en el pregón inaugural.

Fue precisamente esta distinción de la Unesco la que motivó a Ricardo Pina, natural de Navia pero asentado en Gijón, a adentrarse por primera vez en la Primer Sidre l'Añu. «Soy muy sidrero y aprovechando que es Patrimonio Cultural Inmaterial me animé, hay que moverlo y apoyar la cultura sidrera», reconoció. Sin embargo, otros, como Ángel Calvo, son leales a la cita cada vez que pueden: «Me encanta que sea tipo espicha, es muy asturiano y, si pudiera, estos días repetiría», afirmó, culín en mano. «Están todas muy buenas, pero me gustó más la de Cabueñes».

La primer sidre del año suele ser muy afrutada, «casi podríamos decir que todavía no está hecha del todo», señaló Manuel Busto, presidente del jurado que este año designó ganadora a la sidra del Llagar La Morena. «Nos gustó mucho porque tiene un color amarillo pajizo, muy claro, que demuestra que no hay oxidación», explicó.

Además de que espalma bien (el gas carbónico enseguida bulle) y tiene el suficiente aguante y pegue en el vaso, su calidad se consolida con un aroma floral, como puede ser el de la manzana, el pomelo o «el San Xuanín que cogemos cuando está orbayando», matizó Busto. Fue toda una experiencia para Patricia Rodríguez, de Burgos, que vio el evento y no dudó en ir. «Está muy guay que te escancien la sidra y que tengan los barriles ahí fuera, en un principio íbamos a venir solo hoy pero nos estamos planteando repetir», aseguró. Solo echó en falta «ver más gente joven».

Antes de escanciar el primer culín colectivo que dio inicio a la verdadera fiesta, se hizo entrega de los diplomas a los tres finalistas (La Morena, Prau Monga y Cabueñes) y a los 14 'graduados' de la primera promoción de Sumilleres de Sidre.

Y como las opciones van a gusto del consumidor, hubo quien, de tarde, se decantó por inaugurar la I Muestra Internacional de la Cerveza en el Gijón Arena, que dispone de 13 variedades (Lager, Bock, Sin gluten, Brown Ale, Red Ale, Trigo, Triple Abadía, IPA Nacional, IPA Internacional, Porter, Stout, Imperial Stout y Barrel Aged) y 31 cañeros.

Laura Herrero, de Langreo, y Leire Rodríguez, de Cantabria, coincidieron en que «es la mejor forma de llenar una plaza de toros», aunque esta última notó «poco surtido de cerveza». Pero la música sumó puntos. Ya lo decía Irene Ruiz: «Juntar el poder probar varios tipos de cerveza con los conciertos es una iniciativa genial. De hecho, creo que volveré mañana» (por el viernes). Ambas celebraciones estarán en la ciudad hasta el domingo.