La soledad de la asesina
La asunción de la autoría del crimen liberó a su familia de declarar. «Les pido perdón porque les he arruinado la vida», declaró Silvia Acebal
GUILLERMO MAESE
GIJÓN.
Domingo, 16 de mayo 2021, 03:42
La gijonesa Silvia Acebal fue declarada el viernes culpable de haber asesinado a su hijo el mismo día de su alumbramiento. Lo mató asestándole 53 cuchilladas cortantes y punzantes. Con 30 años está abocada a ser condenada a prisión permanente revisable, la máxima pena recogida en el Código Penal español. Cumple con uno de los requisitos recogidos en el artículo 140: «El asesinato será castigado con pena de prisión permanente revisable si la víctima es menor de dieciséis años, o se trate de una persona especialmente vulnerable por la razón de su edad, enfermedad o discapacidad». Sería el primer caso de prisión permanente revisable en Asturias. Y la segunda mujer condenada a esta pena en España. La primera fue Ana Julia Quezada por el asesinato del niño Gabriel Cruz, hijo de su pareja, de 8 años, cometido en febrero de 2018 en Almería.
«Está tranquila». Era la frase más repetida por su abogado, Javier Menéndez Barbón, antes y después de las cuatro sesiones que ha durado el juicio. Un letrado que se ha enfrentado a una mujer fría, carente de emociones y tremendamente calculadora. «Nunca he llegado a profundizar con ella sobre el crimen. En nuestros encuentros solo me respondía con monosílabos o divagaciones cuando intentaba conocer detalles para preparar la defensa», sostiene el letrado del turno de oficio. Ni siquiera tras conocer el fallo mostró arrepentimiento. Sí lo hizo al término de la cuarta sesión: «No tendré vida suficiente para arrepentirme. Pido perdón a mi familia porque les he destrozado la vida. También a la de Daniel -su expareja y padre del bebé- porque siempre me han tratado bien». Fue el único atisbo de humanidad de una mujer carente de reacciones afectivas, que apenas levantó la mirada del suelo durante las casi diez horas que duró el juicio.
No pareció importarle escuchar a su expareja, Daniel B. S., romperse cuando aseguraba sentirse culpable por no haber podido proteger a su hijo. Tampoco se inmutó cuando vio pasar ante sí a sus amigas, algunas de la infancia. Ni con sus suegros. Mucho menos cuando escuchó a los forenses dar detalles sobre cómo acabó con la vida de su hijo. Piernas cruzadas, manos entrelazadas y mirada al suelo cuando escuchó al portavoz del jurado declararla culpable de asesinar a su hijo «consciente, voluntaria e intencionadamente».
Protocolo antisuicidio
En prisión desde septiembre de 2019, Silvia Acebal intentó, una vez confesada la autoría del crimen en su primera declaración, inculpar a su expareja. «Su segunda versión no se sostenía», informaron fuentes jurídicas. La única victoria para Silvia fue no ver a su familia declarar en la Sección Octava de la Audiencia Provincial. «Se ha declarado culpable con el único objetivo de ahorrarle el mal trago a su familia», aseguraba su abogado a la salida de la primera sesión del juicio. La Fiscalía y la acusación particular renunciaron a sus testimonios.
Sus padres y su hermana la visitan cada sábado en el Centro Penitenciario de Asturias, donde realiza deporte y estudia. Desde que ingresara en prisión se aplica en ella el protocolo antisuicidio. Comparte celda con una interna de apoyo -una presa con adecuada capacitación, actitud y motivación para dibujar un ambiente estable de convivencia-.
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Las declaraciones de los forenses descubrieron que Silvia, lejos de padecer una enfermedad mental, presenta un trastorno antisocial de la personalidad. «En ningún caso es una patología que altere sus facultades. Su trastorno es una forma anómala de ser», refirieron. Durante sus encuentros con los psicólogos, nunca mostró arrepentimiento por el crimen. «Nos queda claro que actuó con conciencia y voluntad. Su intención era matarle», aseguraron dos de los cuatro forenses que prestaron declaración el pasado jueves. También se conoció que Silvia sufrió dos abortos anteriores. El primero fue con 19 años. En compañía de una amiga, acudió a una clínica abortista. Su amiga, que declaró como testigo, confirmó este hecho. El segundo aborto, según la presa, fue natural cuando aún vivía con sus padres.
Tras el asesinato, Silvia actuó con normalidad. Al día siguiente fue a cenar a casa de los padres de su pareja. A los dos días acudiría con sus amigos y pareja a celebrar el cumpleaños de este a una pizzería del centro de la ciudad. Días más tarde se iría de viaje con su pareja y unos amigos a Valencia y Alicante. Desde allí siguió las noticias de la investigación del crimen. Quienes estaban con ella aseguraron en el juicio que su frase más repetida era: «Es imposible que pillen a los culpables si no tienen antecedentes». Llegó incluso a hacerles comentarios jocosos sobre el crimen.
La sentencia de uno de los casos más crueles habidos en la ciudad se conocerá, casi con toda seguridad, a lo largo de la próxima semana.