En el fútbol se dan grandes paradojas. Por ejemplo, tener un entrenador amarrategui donde los haya y que no tenga anotado en su casillero un ... solo empate. El curso pasado, 5 victorias y 3 derrotas. Este, 3 victorias y 4 derrotas. O sea, ni una igualada en quince partidos disputados cuando su estrategia sobre el césped invita a pensar en cerocerismos o 'unismos' en grado sumo. Es contradictorio Asier Garitano en sus números. Y también lo es en sus estrategias dentro de un mismo partido. Pues nos ha dejado bien claro su objetivo cuando el viento sopla a favor y se rebasa el ecuador del partido: todos atrás. Y así, con cinco defensas y la mente puesta en el pitido final, nos han llegado cuatro derrotas seguidas en los últimos cuatro encuentros.
La estrategia inicial de Garitano está siendo meridianamente acertada, sacando al tridente un buen partido que aún puede mejorar cuando Dubasin se entone. Es más, ha sabido jugar y adaptar ese tridente, en combinación con el nueve, que no es nueve, haciendo algo así como hacía la Selección Española con Cesc Fábregas en los últimos tiempos de Del Bosque, cuando tuvo lesionados a Villa y Torres. Rinde infinitamente más Otero en la banda derecha y es curiosa la rentabilidad que se le saca a Gelabert (y a veces Dubasin) como falso nueve. Es una buena variante la ideada por Asier Garitano, que tiene como alternativa a Amadou, que agradó en sus minutos, y Caicedo, tosco pero también abrasivo y presionante para los defensas.
Así las cosas, bien por Garitano en sus planteamientos iniciales. Sobre todo si opta por Guille en lugar del limitado Kevin. Pero, ay amigo, ¿qué ocurre en las segundas partes cuando empieza el carrusel de cambios unido a un amarrategui cambio de sistema? Pues ocurre que el equipo se despinta, se esfarrapla, se vuelve timorato y carente de solidez. Un 'Doctor Jekyll y Mr Hyde' que, salvo el milagro de los tres primeros partidos contra rivales débiles, está abocando al Sporting al fracaso.
En el caso del estrambótico y esperpéntico Sporting-Albacete, debe alabarse a Garitano el buen planteamiento inicial contra un equipo frágil atrás. A Garitano y a un Gelabert en racha que, unido a Gaspar, Otero y Dubasin, volvieron loco al rival. ¿Qué pasó después? Pues que el míster empezó a quitar jugones del campo y a meter otros perfiles que desvirtuaron el esfuerzo realizado. ¿Queipo como primera opción? Nadie en su sano juicio puede defender esta opción de un jugador con poco físico que lleva año y medio sin creer en sí mismo.
Metiendo a Queipo y Pablo y sacando a Justin y Otero, Garitano dejó una defensa de cinco y un centro del campo sin pivote defensivo, con lo cual el Albacete pasó a llegar a placer a nuestra área. Error de colegial. Cuando un equipo de adormila y ganas 3-1 hay que meter músculo y la opción más aparente (pese a que no le conozcamos aún) era Loum para fortalecer el medio del campo. Todo lo demás es discutible.
Puede argumentar Garitano que su fondo de armario era escaso, dadas las lesiones y sanciones del domingo pasado. Y es cierto. Pero una vez sabidas tus debilidades, parece lógico rentabilizar al máximo lo que tienes. Y Queipo, sientes insistir, no está para jugar desde hace tiempo. No tiene confianza, llega tarde y así llegó el penalti que consumó la fatalidad. Con Corredera de timón y Rosas de vuelta, toca levantar la vista en Castellón y devolvernos esa sonrisa que nos helaron el otro día en el minuto 98. Aún no hemos recuperado el gesto.
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